“Llevo tiempo con mi pareja. Me trata de una forma que me hace sentir muy mal”. Con estas palabras u otras parecidas, este es el mensaje más común que recibe al otro lado del teléfono Julia Yagüe, profesional de un servicio municipal de emergencia para la atención de víctimas de violencia de género. “Quiero separarme pero no tengo recursos para vivir sola” es también el motivo de muchas llamadas.
Todas acuden al servicio desorientadas. No saben qué hacer, aunque la mayoría ya ha recurrido al médico de cabecera como primera vía para recibir apoyo profesional. Las mujeres, explica Yagüe, “llegan cargando a la espalda maltrato institucional, incomprensión, aislamiento y mucho miedo”.
“Recibimos llamadas de chicas jóvenes y también de menores de edad. En muchos casos no son ellas quienes acuden, sino sus familiares o amigos, que no saben cómo ayudar a que salgan de la espiral de violencia en la que están atrapadas”, comenta la profesional.
Según datos del informe de la Comisión de Violencia de Género del Consejo Interterritorial de Salud, los servicios sanitarios de las comunidades autónomas detectaron el año pasado 11.995 casos de malos tratos, físicos o psicológicos. Un 65% de las atenciones se dieron a mujeres españolas menores de 30 años agredidas por sus parejas; un perfil que confirma el Instituto Nacional de Estadística: de las 29.146 mujeres víctimas de violencia de género inscritas en el Registro General para la Protección de las Víctimas de Violencia Doméstica, casi un 28% tenía entre 20 y 29 años.
Entre las mujeres muertas a manos de sus parejas, el porcentaje es similar: de las 48 fallecidas en 2013 (los datos aún no son definitivos, ya que hay cuatro investigaciones en marcha), 13 tenían menos de 30 años. De éstas, dos tenían entre 17 y 18 años y una, apenas 16.
Todas son cifras que explican la alerta que desde hace meses lanzan asociaciones y expertas en violencia machista: cada vez son más los casos de mujeres jóvenes que sufren control, insultos, amenazas e incluso agresiones por parte de su pareja o expareja.
Entre jóvenes, señala Julia, “hay una gran normalización del control a través de la redes sociales”. Estos mecanismos “permiten saber qué hace una persona en cada momento” y son “un arma muy potente en manos de un maltratador”. La profesional también reconoce que las herramientas para apoyar y ayudar a las mujeres sometidas a estos nuevos patrones de violencia son aún muy débiles porque son conductas que han surgido hace pocos años. “Tenemos que ponernos las pilas y prepararnos porque desde hace un tiempo estos casos se multiplican. Las conductas de violencia no han desaparecido, sino que se han transformado”.
Para erradicar la violencia de género en jóvenes, lo primero es “centrarse en los agentes socializadores”, es decir, en la familia, los centros educativos y los medios de comunicación. Así lo explica Eva López, responsable del proyecto Igualmente, desarrollado por la Federación de Mujeres Progresistas. “En los colegios e institutos hemos detectado que, al igual que ocurre en la sociedad, los adolescentes tienen un discurso políticamente correcto e igualitario, pero sus actos no lo son”. En los pasillos, dice, es frecuente observar escenas de posesión entre parejas de menores de 15 años.
Para romper con estos comportamientos, este proyecto ha creado con la participación activa de chicos y chicas un blog (Lo digo yo), un documental (Lo miro yo) y ahora un cómic (¿Y tú qué pintas?). “Estas actividades no pretenden ser dogmáticas, sino educar la mirada y permitir a los adolescentes que transmitan en su propio código y lenguaje qué es lo que les preocupa”, apunta López.
El mito del amor romántico
El mito del amor romántico sigue muy interiorizado en las chicas más jovenes y cuestiones que se creían superadas vuelven a aparecer. El sentimiento de “sin ti no soy nada” subyace en casi todos los casos. Es la propia cultura que consumen, como apunta Julia Yagüe, “la que les manda constantemente ese tipo de mensajes, y no que una relación de amor y afecto siempre se construye sobre la libertad, el respeto y el apoyo mutuo”.
Las cifras del INE revelan que en la franja de edad de 25 a 29 años se da la máxima tasa, es decir, el pico más alto de víctimas por cada 100.000 mujeres: 307,8. Muy de cerca en cifras le sigue el tramo anterior de edad (20-24) con una tasa que está por encima de los 292 casos por cada 100.000 mujeres. A partir de los 55 años, sin embargo, las denuncias caen en picado. El número se reduce a la mitad con respecto a la franja anterior: de 1.325 víctimas de entre 50 y 54 años a 604 entre 55 y 59.
La misma tendencia se refleja en las cifras de denuncias, que descendieron en casi un 10% con respecto a 2011. Inmaculada Montalbán, presidenta del Observatorio contra la Violencia de Género, señala que esta caída puede deberse al impacto de la crisis, tanto en la víctima como en su familia; una situación de insuficiencia económica que no ayuda a que las mujeres salgan de la espiral del silencio. “Muchas temen por su futuro y deciden aguantar ante la incertidumbre que les espera”.
Otras mujeres, cuya integridad física está en riesgo, entran en un centro de alojamiento en el que pueden permanecer por un máximo de tres meses. “Dejar tu casa, cambiar de barrio o incluso de ciudad supone un desarraigo tremendo. Si el agresor tiene localizado su lugar de trabajo se les obliga a dejar el empleo como requisito para acceder a estos centros de protección. En la situación actual, muchas renuncian a hacerlo”, dice Julia Yagüe.
Servicios sobrecargados
Además, los recortes en los recursos dedicados a prevención y actuación contra la violencia machista son cada vez más débiles e impiden que se traten los casos adecuadamente y se proporcionen las ayudas económicas necesarias. “Como servicio de emergencias, parcheamos las situaciones de violencia y ponemos a disposición de las mujeres todos los recursos posibles, pero no es suficiente. Las listas de espera para atención psicológica, por poner un ejemplo, alcanzan los tres meses. Con esta sobrecarga, es imposible prestar un apoyo real y continuado a las víctimas”, denuncia Yagüe.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió hace solo unos meses de que la violencia hacia las mujeres ha adquirido proporciones pandémicas. De las 2.630 millones de mujeres mayores de 15 años que hay en el planeta, el 35% ha sufrido alguna vez violencia física de su pareja o una agresión sexual por parte de otra persona. Es decir, cientos de millones de hombres ejercen o han ejercido violencia contra las mujeres.