Desde 2017, en España hay muchas más muertes que nacimientos. En 2018 hemos vuelto a romper otro récord: el saldo vegetativo de la población –nacimientos menos defunciones– supone una pérdida natural de casi 55.000 personas en el último año. Esto es, de cada 1.000 habitantes, España perdió 1,2. Una nueva cifra que señala el retroceso demográfico en España con las peores tasas históricas de natalidad desde que existen estadísticas.
La distribución de estos datos entre los más de 8.000 municipios existentes señala una cifra alarmante. Casi cuatro de cada cinco municipios –el 79%– han registrado más muertes que nacimientos en las últimas dos décadas. En concreto, 6.419 de las 8.131 actuales suman más fallecimientos que niños de madres residentes desde 1996.
Un dato que señala las diferencias entre la España rural y las zonas urbanas, el Sur (más activo demográficamente) y la zona norte de la Península y las periferias de las áreas metropolitanas frente al centro de las ciudades. La mayoría de estas localidades con saldo negativo son pequeñas localidades con menos de 1.000 habitantes, 4.712 de las 6.419.
Son los casos de municipios rurales como Serón de Nágima (Soria), Beleña (Salamanca) y Valdeolmillos (Palencia), que promedian un crecimiento negativo del 5% de su población en cada año. Es decir, de cada 100 habitantes del pueblo, han perdido 5 entre nacimientos y muertes cada año desde 1996.
Por el lado contrario, los municipios más activos demográficamente son los que bordean las grandes ciudades españolas. Por ejemplo, Valle de Egués, al borde de Pamplona ha tenido un crecimiento demográfico del 2% anual en los últimos veinte años. Mismo caso que Arroyomolinos, una de las localidades pujantes del área metropolitana de Madrid que ha crecido en promedio un 1,6% cada año desde 1996.