Un alumno que recibe acoso homófobo por parte de sus compañeros. Un grupo que quiere quejarse de un profesor que realiza un comentario tránsfobo en clase. Una estudiante que propone la celebración de unas jornadas sobre visibilidad lésbica. Todos contarán con un servicio al que dirigirse en la Universidad Complutense de Madrid, donde la lucha por los derechos LGTB se ha institucionalizado. El centro se ha convertido en la primera universidad pública española en contar con una unidad de atención, formación e investigación especializada en diversidad afectivo sexual y de género.
Hasta ahora esto dependía de las asociaciones, en colaboración con las universidades, que los propios estudiantes han ido creando con el tiempo, como Arcópoli o RQTR, y la visibilidad de la realidad LGTB estaba sujeta a la voluntad de los profesores que quisieran tratarla en el aula. Un esquema que se repite en la mayoría de universidades públicas españolas. Sin embargo, a partir de ahora en la UCM la responsabilidad de crear un espacio comprometido con la diversidad y libre de homofobia o transfobia recaerá también sobre la propia institución.
La Oficina de Diversidad Sexual e Identidad de Género, que se presenta este martes y que ya funciona en Internet a la espera de hacerlo en dos sedes físicas en poco tiempo, es muy común en países como Estados Unidos. Allí la mayoría de universidades cuentan con unidades LGTB e incluyen esta realidad en sus políticas públicas. Es el caso de Harvard, la Universidad de Utah, Carolina del Sur o la Universidad de Houston, que en su oficina incluye diversos programas de atención y acompañamiento, muchos de ellos llevados a cabo de manera voluntaria por los propios estudiantes.
Algo similar se ha gestado en la Universidad Complutense de Madrid de la mano de José Ignacio Pichardo, profesor del Departamento de Antropología Social y Mercedes Sánchez, de la Facultad de Educación. Ambos reconocen que el servicio “es resultado del trabajo de muchas personas y colectivos”, entre ellos, la asociación LGTB Arcópoli y el propio Carlos Andradas, elegido rector el pasado mes de mayo y que incluía en su candidatura la creación de una oficina de este tipo. El servicio forma parte de la Unidad de Apoyo a la Diversidad e Inclusión de la UCM junto a otros dos pilares: una oficina que atiende a personas con diversidad funcional y otra de acogida a personas refugiadas.
Formación que no dependa de cada profesor
Tanto Pichardo como Sánchez, que trabajan temas de diversidad sexual, reconocen que son muchos los alumnos y alumnas que se acercan a ellos para tratar cuestiones relacionadas. “Desde personas que no han salido del armario y necesitan contárselo a alguien hasta otras que directamente acuden con problemas de acoso”. Porque la universidad, “como cualquier otro ámbito de la sociedad”, afirma la profesora, no está exenta de homofobia. Así lo corrobora el estudio Homofobia en las aulas universitarias. Un metaanálisis, publicado por la investigadora Melani Penna Tosso a principios de 2015.
Una de sus conclusiones es que “existen elevados niveles de homofobia en esta etapa educativa” así como que “los planes de estudios no forman al alumnado en estas cuestiones y que cuando se realiza formación los resultados son buenos”. Esta es otra de las patas de la recién creada oficina, que además de atender a trabajadores y estudiantes, se encargará de la formación. “Existen jornadas, cursos de verano e iniciativas puntuales que son importantes, pero debemos incluir la realidad LGTB en la formación reglada”, opina Pichardo. De esta forma, dice, “no dependerá de la buena voluntad de los profesores que quieran trasladarlo a sus planes de estudio”.
Porque la oficina peleará por la inclusión de asignaturas sobre esta temática en los grados y posgrados. “La única que yo conozco en España es una de un máster de la Universidad de Málaga”, afirma Pichardo. Sánchez asegura que “empezaremos con talleres que den créditos para seguir con formación continua e incluso nos plantearemos la posibilidad de crear un título propio”. Pero no solo será una formación conceptual, sostiene, “sino de vivencias y experiencias, de llegar a asumir nuestros propios prejuicios y privilegios”, analiza.
Aplicación de la Ley Trans madrileña
El profesor del Departamento de Antropología Social recuerda que la oficina es también una forma de poner en práctica la Ley de Transexualidad aprobada el pasado mes de marzo por la Asamblea de Madrid. La norma reserva un artículo a las universidades, que “promoverán acciones informativas, divulgativas y formativas [...], prestarán atención y apoyo a estudiantes y personal que fueran objeto de discriminación por identidad y/o expresión de género” y fomentarán la realización de estudios e investigaciones sobre la realidad de las personas trans.
Para ambos profesores la importancia del servicio radica en que es la primera vez que “la propia institución reconoce y se enorgullece de la diversidad porque si no seguiríamos trabajando desde el activismo de nuestras aulas”, analiza Sánchez. Para ella es fundamental el trabajo de base de los propios docentes, pero “es necesario” que la universidad ofrezca una respuesta al que la demanda. “Imagínate un chaval que viene de secundaria con una situación de acoso, será importante para él saber que esta universidad está luchando para que este tipo de abuso no se dé”, concluye Sánchez.