El negacionismo del cambio climático ha mutado a medida que la sociedad se daba cuenta de le evidencia científica. Pero sigue buscando recovecos. Algunos políticos echan mano de él cuando vislumbran un beneficio. Lo hizo el ex presidente de EEUU, Donald Trump, al sacar a su país del Acuerdo de París. Lo ha desplegado la ultraderecha de Vox en España y lo ha imitado el PP de Madrid dirigido por Isabel Díaz Ayuso en su plan para absorber ese discurso.
Solo en las dos últimas olas de calor de junio y julio, íntimos colaboradores de Diaz Ayuso han desplegado el neonegacionismo climático que resta importancia a la crisis o menoscaba sus efectos. El portavoz parlamentario de Ayuso, Pedro Muñoz Abrines, espetó el 14 de junio pasado: “Que en el mes de junio o julio haga calor es de lo más normal”. El consejero de Justicia de Madrid, Enrique López, aprovechó para confrontar con el Gobierno el 20 de julio al afirmar: “Decir que el cambio climático mata no es digno de un presidente. Esas personas han muerto por las llamas de un incendio”.
El hilo que une a Trump, Vox y Ayuso quedó atado en diciembre de 2019. La presidenta de Madrid calcó el argumento que usó solo un par de meses antes el diputado de Vox Ignacio Gil Lázaro al debatir en el Congreso sobre la emergencia climática. Gil Lázaro dijo desde la tribuna: “No podemos dejarnos llevar por la terminología propia de ciertos lobbies globalistas, que responden a intereses a veces inconfesables”. Ayuso lo imitó: “Algún día sabremos qué lobby tienen detrás porque todos estos movimientos súbitos tienen detrás intereses económicos y políticos”.
El pasado junio, además, el Gobierno regional que dirige Isabel Díaz Ayuso decidió recurrir ante el Tribunal Supremo el currículo de Bachillerato. Llevó a los jueces una treintena de conceptos que la nueva ley de Educación pedía que se impartieran por, decía, “adoctrinamiento” y “carga ideológica”. Entre ellos está la “crisis climática”.