El Niño: qué es y por qué traerá un calor extremo

Raúl Rejón

20 de mayo de 2023 22:38 h

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La Organización Meteorológica Mundial (OMM) ha lanzado una advertencia: en los próximos cinco años, el planeta se va a adentrar en un “territorio desconocido” de calor. ¿El motivo? La combinación de gases de efecto invernadero liberados por los humanos y el fenómeno de El Niño.

Es decir, al calentamiento artificial que generan las emisiones humanas acumuladas en la atmósfera, se le va a añadir, “un fenómeno natural como es El Niño, que supone un calentamiento adicional”, explica el meteorólogo portavoz de la Agencia Estatal de Meteorología, Rubén del Campo. “El Niño acumula una gran cantidad de aguas cálidas en el océano Pacífico ecuatorial y eso tira hacia arriba de las temperaturas globales”.

Las emisiones de gases –y cómo atrapan el calor que debería salir al espacio exterior– son un proceso cada vez más conocido por la población. Pero, ¿y esto de El Niño?

El Niño es una de las dos fases que se dan en un proceso complejo denominado ENSO: El Niño Southern Oscillation, u Oscilación del Sur. “Es un fenómeno acoplado que sucede entre el océano y la atmósfera. Y afecta a ambos elementos”, cuenta Rubén del Campo.

La otra fase es La Niña, que produce el efecto contrario: se acumula agua más fría y refresca el planeta. La última Niña ha terminado a principios de 2023 y ha durado un inusual periplo de tres años. Aún teniendo este alivio térmico planetario, la Tierra ha experimentado años muy cálidos en este periodo. De ahí, en parte, la previsión que ha hecho la OMM al llegar el calentador El Niño.

La cuestión es que en la parte ecuatorial del planeta, el agua más superficial del mar (en este caso el Pacífico oriental) está más caliente, ya que le da el sol más continuamente. En circunstancias neutras, los vientos alisios que soplan de este a oeste arrastran esas aguas cálidas de las costas de Perú o Chile hacia el lado opuesto del Pacífico (las costas de Nueva Guinea e Indonesia).

Al barrerse la capa superficial más cálida, se permite, además, que aflore desde las profundidades agua más fría –crucial para la pesca ya que portan muchos nutrientes que favorecen a los peces–. En la zona donde llega el agua caliente se favorece la lluvia.

Parón del viento: acumulación de agua caliente

Cuando se desencadena El Niño, los vientos son muy débiles o incluso se paran. Así que el agua más caliente se queda quieta. Eso hace que haya “una gran masa de agua caliente”, como la describe Del Campo, que influye en las temperaturas. También tapona la subida de agua profunda más fresca lo que redunda en más calor.

“Ese calentamiento tiene repercusiones en la circulación atmosférica que, debido a las teleconexiones climáticas, acaba afectando en otras partes del mundo”, reseña el meteorólogo.

El nombre de El Niño surge porque los pescadores de la costa oeste suramericana notaban los efectos del fenómeno ya a finales del siglo XVII. Como esos efectos más agudos se producían sobre todo a finales y principios de año –en torno a las fiestas de Navidad–, los pescadores hablaban de El Niño [Jesús]. Y así se instauró el nombre.

El fenómeno se produce con una cadencia que varía entre dos y siete años. Y suele prolongarse unos 12 meses. ¿Por qué avisa una organización mundial?

Un gran 'condicionador' del clima mundial

“La ENSO es uno de los fenómenos climáticos más importantes del planeta debido a su capacidad para cambiar la circulación atmosférica”, explica la Agencia Meteorológica de Estados Unidos (NOAA). Esos cambios, a su vez, “influyen en la temperatura y la precipitación en todo el globo”. Lo que ocurre en El Niño, no se queda allí.

Buena parte del océano “se calienta muy por encima de lo normal”, recuerda Del Campo. Las temperaturas se van entre 1ºC y 3ºC más allá del promedio. “Y eso afecta no solo en la zona donde se produce sino en todas las partes del globo”.

Dicho de otra manera, durante El Niño “las posibilidades de sequía se incrementan en India, Australia y en gran parte de la Amazonía”. Por el otro lado, suben las precipitaciones en la costa oeste de Suramérica o Estados Unidos, según describe la NOAA.

En Europa –y España– se deja sentir menos, aunque se lo relaciona con temperaturas más elevadas y más lluvias.

¿Por qué se da por hecho que ocurrirá?

La OMM dio como muy probable que la Tierra vaya a superar –temporalmente– los 1,5ºC grados de recalentamiento en algún momento de los próximos cinco años. Es decir, se avecinan momentos de temperaturas todavía más altas a las que se experimentaron, en 2016, 2019 y 2020 que conforman el récord planetario. En España el pico se midió en 2022. Y lo da por hecho debido al casi seguro empujón extra que supondrá este El Niño.

“Normalmente podemos predecir su llegada con bastante anticipación respecto a sus impactos más fuertes”, explican en la Agencia estadounidense que vigila este fenómeno. De hecho, en su última predicción –mayo de 2023–, la NOAA dice que hay “un 90% de probabilidades de que se produzca El Niño y que persista hasta el invierno del hemisferio norte”.

Los pronósticos indican que lo más probable es que se forme “en la temporada mayo-julio”. Los indicadores les dicen a los meteorólogos de la NOAA que “potencialmente ocurrirá un El Niño significativo”, es decir, fuerte. Los modelos muestran que su severidad aumenta a medida que avance el otoño boreal de 2023. “Hay un 50% de probabilidades de que se produzca un fenómeno fuerte que supone una aumento de la temperatura [de la superficie del mar] igual o mayor a 1,5ºC”.

Rubén del Campo explica: “No es que El Niño vaya a influir sobre el calentamiento artificial provocado por la actividad humana sino, más bien, que si ya tenemos de base un calentamiento continuo antropogénico de unos 1º,2 ºC por encima de mediados de siglo XIX, lo que sucede es que ya estamos en valores nunca vistos en la época instrumental. Si le añadimos El Niño, evidentemente, va a ayudar a tener temperaturas más altas”.

En este sentido, los investigadores cuentan que “episodios extremos de El Niño y La Niña pueden incrementarse de uno cada 20 a uno cada diez años al final del siglo XXI en los escenarios de fuertes emisiones gases de efecto invernadero”, como relataba el científico senior de la NOAA Michael Mc Phaden al hablar de sus estudios sobre cómo se interrelacionan la crisis climatica y la ENSO. “Estos episodios pueden convertirse en todavía más fuertes de lo que son hoy”.

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