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Los niños no se cuidan solos: “Necesitaba dar positivo porque no podía dejar a mi bebé enfermo con nadie”

Madres y asociaciones denuncian las dificultades para conciliar en pandemia.

Ana Requena Aguilar

20 de enero de 2022 22:22 h

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Mentir para poder conciliar. Suplicar al médico de turno que te dé la baja, aunque seas negativo, para poder cuidar de tu hijo, que sí dio positivo. Son las salidas que les quedan a muchas familias que, en plena ola ómicron, afrontan su propia ola de conciliación. Con la vuelta de las vacaciones escolares, los contagios por las nubes y la falta de una prestación o baja ad hoc para que los adultos puedan cuidar de niños y niñas confinados, el sálvese quién pueda es, de nuevo, la gran estrategia.

La vuelta al cole trajo nuevos protocolos para confinar clases: solo se manda a casa a todo el grupo cuando hay cinco o más positivos en un aula, los confinamientos son de siete días y se puede volver a clase después de una semana, siempre y cuando se acumulen tres días sin síntomas. Por otro lado, las bajas laborales solo cubren a las personas infectadas, pero no a quienes tengan menores enfermos y/o confinados a su cargo.

“Entonces, ¿qué hacemos, que los niños se cuiden solos”?, se pregunta la presidenta de la organización MalasMadres, Laura Baena, que en Navidad lanzó la campaña 'Los niños y las niñas no se cuidan solos' para mostrar “el abandono total de las familias” y lo absurdo de algunos protocolos. “La gente está haciendo la 'trececatorce' para salir adelante estos días. Si tienes la pauta completa y tu hijo es positivo no te dan la baja, pero qué haces con este niño, alguien tiene que cuidarle”, relata Baena. La creadora de MalasMadres asegura que a su asociación llegan a diario “muchísimos mensajes de desesperación” y se queja de “la falta de responsabilidad” de las administraciones ante una situación que se prolonga en el tiempo. Esta semana han vuelto a reactivar su petición para que el Gobierno apruebe bajas para madres y padres con menores contagiados.

“Con el aula de mi hijo de dos años cerrada por contagios y su padre y yo teniendo que trabajar, le hemos tenido que pedir a mi suegra que se venga desde Valencia a Madrid a cuidar del crío. Una mujer de más de 70 años, de riesgo, en una casa donde además hay otro niño de 4 años que va al colegio. Los otros abuelos, que nos suelen echar una mano, están positivos y confinados”, relata Lucía. Su pareja trabaja fuera de casa y ella está ahora mismo teletrabajando, pero esa no es la solución: “El teletrabajo con niños pequeños es un unicornio, imposible”.

La experiencia de Lucía coincide con la evidencia recogida hasta ahora. Lo confirma la socióloga Sara Moreno, coautora de Que teletrabajen ellos, que señala que el teletrabajo no es una estrategia eficaz de conciliación, sino más bien una trampa que perjudica, especialmente a las mujeres. “La evidencia muestra que, aunque estemos todos encerrados en casa, las mujeres siguen siendo responsables del trabajo doméstico y de cuidados. El teletrabajo refuerza los roles tradicionales de género: si no te percibes como responsable principal de esos cuidados sigues teniendo disponibilidad absoluta para el trabajo, mientras que si sientes sobre ti esa responsabilidad, el teletrabajo implica una doble presencia simultánea y continua que atrapa a las mujeres, con mil frentes abiertos, sintiendo que no haces nada bien y con jornadas interminables para dar respuesta a todo”.

Falta de previsión

Endika cuenta cómo, en poco tiempo, su pareja y él se vieron con su hija de cuatro años positiva en coronavirus y su otra hija, de dos, también confinada. En su trabajo le propusieron coger días de libre disposición para recuperarlos más adelante, algo que hizo los días que tuvo que ir a por sus hijas al colegio al comienzo de la jornada para llevarlas a casa y empezar con ellas los respectivos confinamientos. A su pareja, sin embargo, su superior le dijo que la opción era, si acaso, una excedencia.

“Así que le echamos morro, mi mujer había tenido algo de fiebre la semana anterior, y eso y que nuestra hija era positiva hizo que el departamento de Salud Laboral le dijera que se cogiera la baja”, explica. A su vuelta, eso sí, su superior le echó la bronca por haber estado de baja. “Ya no es que con la excedencia pierdes dinero, que también. Es cómo leches te dicen que vayas a currar teniendo dos niñas de 4 y 2 años en casa confinadas, una de ellas positiva”, dice indignado Endika.

“Es una situación increíble, el problema es que ya no estamos ante una situación de emergencia, inesperada, llevamos dos años de pandemia, esto refleja una falta de previsión tremenda”, se queja María Álvarez, empresaria e impulsora de la campaña 4suma para reclamar una jornada laboral de 35 horas semanales sin reducción del sueldo. “Hemos sido capaces de inventar vacunas que nos salvan y nos evitan saturar los hospitales y sin embargo en el ámbito de la crianza seguimos sin resolver los problemas que tenemos desde el primer día. Lo que tiene que ver con la familia está en un cajón”, prosigue.

A pesar de que al inicio de la pandemia varios miembros del Gobierno, entre ellos la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, el ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá, y la ministra de Educación entonces, Isabel Celaá, hablaron de una prestación o permiso remunerado que permitiera a madres y padres cuidar de niños confinados, el Gobierno descartó esa medida, que nunca ha sido aprobada.

Álvarez, que vive con sus dos hijos, pasa ahora en casa su cuarto confinamiento en un mes. “Como soy empresaria he puesto todo lo que puedo en pausa, no puedo pedir ayuda a nadie ni recurrir a mis padres, tenemos que estar los tres en casa. Al menos tengo la suerte de poder organizarme”, dice. Ha llegado a tener al 10% de su plantilla confinada. Casos positivos, contactos estrechos, con síntomas pero sin confirmación, con antígenos pero sin PCR, con niños confinados... “Como empleador nos han colocado una responsabilidad que no nos corresponde. Lógicamente lo que haces es mandar a esa gente a casa, aunque sea sin baja formal”.

El teletrabajo como excusa

La reducción de la jornada laboral sin menoscabo en el sueldo es una fórmula que va tomando fuerza en algunos lugares, pero en España, cree Álvarez, el teletrabajo está sirviendo como excusa para no afrontar este y otros debate sobre conciliación y cuidados. “Además, si los empleadores entienden que el teletrabajo es para trabajar a medio gas tampoco se van a querer quedar con eso”.

La socióloga Sara Moreno subraya que hablar de conciliación parece significar automáticamente hablar o pensar en las mujeres. “El problema es la falta de corresponsabilidad. No tendríamos tantos problemas si, por ejemplo, hubiera mejor distribución del trabajo doméstico y de cuidados, y si en una pareja hubiera responsabilidad y renuncias repartidas al 50%”, señala. Moreno insiste en el impacto de género negativo de la situación actual y también del teletrabajo como única opción, y apuesta por pensar en políticas de corto plazo, como los permisos retribuidos, para afrontar esta crisis, para después actuar a medio y largo.

La situación actual tiene además importantes sesgos de clase. “Hay quien no se pueden permitir ni ausentarse un día porque se queda sin trabajo”, recuerda. En muchos empleos, el teletrabajo simplemente no es una opción.

María, trabajadora con un hijo de nueve meses, resume su situación actual: “Mi bebé dio positivo el viernes, yo estaba deseando ser positivo antes del lunes porque era la única solución. El lunes finalmente di positivo y me di de baja. Un bebé de nueve meses con COVID no se puede cuidar solo ni lo puedo dejar con nadie. Aunque parezca loco, a veces contagiarse es la única opción”.

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