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¿Cuál es la ropa “apropiada” para el instituto?: “Hay chicos sin camiseta en el patio, pero siempre se mira a las chicas”

Alumnos de una clase de instituto española.

Belén Remacha

Veinte alumnas de un instituto de Torrevieja (Alicante) obligadas a quedarse en la biblioteca porque no les dejaban asistir a clase vistiendo pantalones cortos, todavía con el calor de septiembre. Ellas, con el apoyo de sus compañeros y padres, han sido las últimas en sacar a la palestra un conflicto que siempre vuelve en el mismo formato: niñas o adolescentes que denuncian que algún profesor no les ha permitido entrar en el aula por una falda o top supuestamente demasiado cortos.

El centro alicantino, cuyo equipo directivo quiere zanjar la cuestión cuanto antes, saldó las quejas en un Consejo Escolar extraordinario en el que se revisó la normativa. Confirman desde la Asociación de Madres y Padres del instituto que se ha aprobado ya de manera “consensuada entre toda la comunidad educativa y con la Concejalía de Igualdad. Han quitado la prohibición de los pantalones cortos y no hay diferencia entre chicas y chicos ni profesores”.

La presidenta de la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres del Alumnado (CEAPA), Leticia Cardenal, defiende que tiene que ser como en Torrevieja como se aclaren estas situaciones: “Todos tienen algo que decir, no una decisión exclusiva de dirección”. En la próxima reunión ordinaria de ese Instituto de Educación Secundaria, previsiblemente saldrá adelante la retirada de las sanciones a las alumnas de los 'shorts'. “Nos encontramos que siempre son chavalas quienes protagonizan estas noticias, nunca sale que a un chico se le vea el calzoncillo y le digan que así no entra a clase”, apunta Cardenal. 

Julia, estudiante en un centro privado y laico también de la Comunidad Valenciana, llegó a una conclusión parecida viendo lo que pasaba al inicio de su curso. En la charla anual en la que el director les avisa de que “habrá negativos” o les mandarán a casa si traen ropa no apropiada, se les dijo esta vez que antes la norma no era tan concreta,  “pero es que venís con pantalones que parecen bragas”. “Eso me dejó claro que la pusieron por las chicas, aunque la camuflen añadiendo a los chicos también”.

En la puerta del IES Lope de Vega, próximo a la Gran Vía de Madrid, varios estudiantes comentan que ahí también han tenido problemas. A finales de curso pasado, con la ola de calor y tras quejas de la Asamblea feminista del centro, los delegados acordaron con dirección una actualización de las normas, que luego se repartieron como circular, para hacerlas menos ambiguas. Desde dirección explican que se hicieron varias reuniones para llegar a un “consenso” que todavía no está reflejado en el reglamento. En el que todavía aparece en la web se hablaba de prendas que muestren “de manera exagerada, provocativa o antihigiénica partes de la anatomía corporal”. 

El alumnado del Lope de Vega se queja de que había habido alguna sanción por la ropa de las chicas. Desde dirección del centro lo niegan y lo achacan a que, mientras se discutía el reglamento, una menor recibió un parte por una falta de respeto, lo que llevó a confusión. Las alumnas creen que las órdenes sobre la ropa no son solo internas, pero no existe ninguna referencia en la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid a este respecto. eldiario.es ha intentando comunicarse con la institución para saber si cuentan con alguna recomendación, sin respuesta.

“¿Qué es el decoro? Ir adecuada al contexto”

“Decoroso”, “apropiado”, “adecuación”, “pudor”: es el léxico habitual en los códigos de vestimenta de los centros escolares. Públicos, privados, religiosos, laicos e incluso universidades, como el CEU San Pablo. En pocos hay una distinción expresa entre chicos y chicas, aunque en algunos sí se hacen orientaciones sobre el largo de la falda o mencionan escotes y tirantes, ropa típicamente femenina. Marian Moreno, profesora de Lengua y Literatura en ESO y Bachillerato y especializada en coeducación, ve problemática esa “ambigüedad”: “¿Qué es el decoro? Para mí ir adecuada al contexto. Y esto no son centros de adultos, son centros de convivencia con adolescentes donde intentamos compartir con ellos enseñanzas”.

Kika Fumero, desde su experiencia también como profesora de secundaria, recalca, como describía también la CEAPA, que “siempre, en el punto de mira, están las chicas”. “En todos los centros en los que he estado he visto chicos sin camiseta: en Educación Física, jugando al fútbol, con calor. Se cambian donde estén, se refrescan en la fuente. Nunca nadie dice nada. Por el contrario he escuchado a profesores meterse con vestimenta de las chicas, dar juicios de valor”.

“Planteándolo así se cosifica y se sexualiza. Y no olvidemos que son menores, y que hay unas familias que aprueban cómo van vestidas”, prosigue. Para ella la clave es que, si hay reglamento, éste “sea coherente, con sentido común y se respete a cada persona. También a las trans o con otras identidades. No puedes prohibir ir toda de negro porque qué hacen los góticos. Y si hay uniforme, que se sea riguroso con la ley de igualdad y LGTBI: que sea único. Porque ni ahí nos libramos, también se habla de si las chicas se remangan o se suben la falda”.

En todo caso, cree, se trata de una “mirada adulta”. Opina igual Marian Moreno: “El problema no está en unas piernas sino en la mirada machista de quien las mire mal. ¿Por qué no vamos a las causas? Hay que educar al que mira, introducir las masculinidades en el aula, declararle la guerra con educación sexual”.

“Una oportunidad para hablar de protección y libertad”

En lo que también coinciden las profesoras es que las sanciones duras no son lo más efectivo. “Llamando la atención, castigando, solo consigues un toque de atención a las otras. Parto de que casi siempre hay buena voluntad, pero si son prendas que se venden como ropa de calle hay que pararse a analizar y hablar de por qué molesta”, razona Fumero. “Lo más fácil es no explicar. Pero así la niña se siente víctima de algo que no entiende. Es una oportunidad para hablar de protección, de lucha, de libertad individual y colectiva. Es puro material de aula, educativo”, continúa Moreno sobre casos en los que realmente haya una prenda inapropiado, por ejemplo una que parezca un bikini.

“El límite es complicado, pero siempre lo trazamos los adultos”, añade Adela Martín, también especializada en coeducación y que aconseja que incluso en casos extremos “si simplemente la castigas, la señalas, sientas unas bases para que se rían de ella. Los profesores tenemos que asumir que estamos en una posición de poder dentro del aula”. Martín es maestra en Infantil y cuenta cómo, incluso desde esas edades, hay problemas con la ropa: “Los niños hacen lo que les da la gana. Las niñas, con vestidos o faldas, tienen un conflicto en la movilidad. Se les dice que se sienten bien, que cuiden que no se les levante. Y ven que no pueden hacer lo mismo que el resto”.

El caso de la sobrina de 12 años de Estefanía, en Viladecans (Barcelona), también acabó en los medios esta primavera. La niña, como muchas compañeras, fue con un top a clase que también se tildó de inapropiado por “enseñar el ombligo”. Lo hicieron, como en Torrevieja, en solidaridad con otra alumna de 16 años, a la que le habían reñido por su ropa porque “podía ir provocando a los profesores”.

“Lo conté para que se acabaran estas injusticias”, escribe su tía, que lo viralizó. Pero sobre todo “para darle las gracias a las chicas del instituto, que no se quedaron calladas”, rememora de un episodio sobre el que el centro no ha contestado a eldiario.es. “No olvidemos que se pasa mucha parte de la infancia y adolescencia ahí, y se tienen que sentir cómodos siendo ellos mismos. Y además, quería reivindicar que no se trate a las alumnas como un cacho de carne provocativo”.

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