No hubo acuerdo. Durante dos días, los obispos españoles, reunidos en Comisión Permanente, constataron las “distintas sensibilidades” respecto al indulto concedido por el Gobierno a los nueve políticos catalanes condenados por el 'procès'. Hubo mucha tensión, y finalmente no se logró el mínimo consenso para sacar una nota, de modo que el secretario general y portavoz, Luis Argüello, se las vio y se las deseó para confeccionar un argumento que, sin enmendar la plana a los obispos catalanes (que sí habían avalado la concesión del perdón), advertía de las “actitudes inamovibles” que “no ayudan a construir armónicamente la sociedad” detrás de las primeras declaraciones, tras salir de prisión, de algunos de los liberados.
“Para que el diálogo no sea una palabra hueca ni vacía, hace falta que la Iglesia nombre también los aspectos en los que no estamos de acuerdo desde un marco compartido”, llegaba a admitir Argüello después de ver cómo, horas antes de comparecer ante los medios, el líder del sector ultraconservador arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz, se saltaba el pacto no escrito de silencio dentro de la Confereencia para publicar una opinón en el diario ABC en la que arremetía contra el Gobierno que “indulta a quien se aprovecha de su causa engañando, forzando, manipulando, insidiando y dividiendo”.
Sanz apuntaba que, “cuando se invocan el diálogo, la magnanimidad, la reconciliación, la tolerancia, las medidas de gracia, no siempre se quiere decir lo que esas palabras significan en su recta comprensión verbal, e incluso en la genuina tradición cristiana, sino que a veces pueden señalar algo ambiguo, escurridizo y falaz”, y lamentaba que el Ejecutivo quiera “invocar el diálogo con los que no quieren hablar, o tener magnanimidad con quienes la van a usar y tirar, o empeñarse en la reconciliación con los que siguen insidiando con saña y dividiendo sin rubor, o abogar por la tolerancia con quienes no renuncian a la violencia, o apelar a medidas de gracia para beneficio de los que ni las piden ni las merecen por su amenazante actitud de reincidencia”.
Una tensa reunión, y la ruptura del consenso
Tal y como ha podido reconstruir elDiario.es, los obispos debatieron durante buena parte de la jornada del martes, en un encuentro del que participa una treintena de prelados (entre ellos, cuatro de los catalanes que avalaron los indultos). El sector conservador exigía una nota desmarcándose de los obispos liderados por el cardenal –y presidente de la CEE– Juan José Omella, pero se impuso la tesis del arzobispo de Barcelona y el de Madrid, Carlos Osoro, de no romper, al menos formalmente, la comunión, y respetar la jerarquía en Catalunya de sus prelados naturales. Más aún, señaló un obispo a elDiario.es, cuando “los indultos ya se habían producido, y no serviría de nada enmendar la plana” a la Tarraconense. Al día siguiente, el presidente Omella tuvo que abandonar la reunión para una reunión urgente en Roma, y la ansiada votación no se produjo, con lo que tampoco hubo texto. Sí un consenso de no azuzar el conflicto, que no respetó Sanz Montes.
El pasado jueves, en rueda de prensa, el portavoz de la CEE, quiso abundar en esta tesis: “Los indultos ya se han producido. No se puede resolver todo desde el sentimiento”. Tras apuntar al “diálogo honesto” que se dio entre los obispos, y admitir las “distintas sensibilidades”, Argüello trató de justificar un “ejercicio de reflexión desde los diversos lugares de España, con diversas sensibilidades y opiniones”. Aunque, después de la 'rajada' de Sanz, pocos creían en “el ejercicio de diálogo y comunión” que, aseguró, se había dado durante la reunión.
“Hemos querido profundizar en la nota de los obispos catalanes, para desde esa nota establecer unas consecuencias, que ponen acentos distintos”, admitió el portavoz de la CEE, quien no obstante subrayó que todos “estamos por el diálogo, por la aplicación de la ley, la aplicación de la justicia y por la división de poderes, en contra de actitudes inamovibles, y por un clima de fraternidad que haga posible poder abordar este problema”.
“La invocación de la razón y del diálogo y no solo de la emoción, de una gozosa y fecunda historia compartida, y la verdad de una insatisfacción que muestran un numeroso grupo de catalanes sobre la situación de Cataluña en su relación con el resto de España o fuera e España” es otro de los criterios, con humildad y escucha, sin responder a “argumentos legítimos o interesados”, glosó el portavoz, quien insistió en el “respeto al ordenamiento jurídico en su conjunto”, como apunta la nota de los obispos catalanes, y que también hace necesarias “misericordia y perdón sinceros, pero respetando a la justicia”. Y, junto a ello, culminó el obispo, la caridad, y “no olvidar las consecuencias que las decisiones que se tomen pueden tener en cualquier lugar de la realidad española”, no sólo en Cataluña. “Ahora que los indultos se han producido, y las personas han salido y han hecho manifestaciones, tendríamos que subrayar que las actitudes inamovibles no ayudan a construir armónicamente la sociedad”, culminó Argüello. Tal vez pensando en otras “actitudes inamovibles”, como las planteadas por el sector más rigorista del Episcopado.
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