Roma era una fiesta. Y Milán. Y Nápoles. Para los Erasmus españoles en Italia, la “diversión” y la normalidad se habían visto reducidas en las últimas semanas, pero el verdadero estallido de realidad y miedo llegó el pasado lunes 9 de marzo, cuando el país entero se convirtió en zona roja y quedó confinado. Desde entonces, solo se puede circular por razones de trabajo y necesidades familiares o sanitarias urgentes, y si salen de casa solo encontrarán abiertos supermercados, farmacias y estancos.
Pero a la pesadilla le quedaba más rodaje: los estudiantes españoles vieron con estupor cómo la restricción de la movilidad entre España e Italia se sumaba a las medidas contra la extensión del coronavirus. Con ello también se estrechaba bastante más la posibilidad de volver a casa. Hace un par de semanas las sensaciones eran otras y muchos eligieron quedarse. Hablamos de nuevo con tres Erasmus para conocer los escenarios en los que viven ahora: los que consiguen volver, los que deciden continuar allí y los que se sienten atrapados.
Ansiedad con escalas destino España
Cuando a finales de febrero empezaron a estallar los casos de coronavirus en Italia, Marta Jiménez compró un vuelo para marzo “por si acaso”. Esta estudiante de Derecho de la Universidad de Murcia no ha llegado a poder usarlo. Ni ese, ni el siguiente que compró cuando días después decretaron el aislamiento del país durante su Erasmus en Pisa.
“Lo vi en directo en la tele y me agobié muchísimo, me dio mucha ansiedad. El Erasmus es una burbuja y no éramos muy conscientes de la realidad. Con la noticia se nos abrió la mente y dijimos: joder, esto es grave”, cuenta Marta. En ese momento, ella y sus amigos empezaron a comprar vuelos para los días siguientes, pero quedaban horas para que el Gobierno español anunciara el cierre de fronteras y se cancelaran.
“Nos pusimos histéricos y pensamos en hacer un vuelo con escala”, dice. Consiguieron un billete Pisa-Bruselas, pero antes de subir al avión pasaron un control policial. “Tuvimos que firmar un documento con nuestros datos y justificar dónde íbamos, por qué y especificar si después viajábamos a otro lugar. Yo dije que volaba de vuelta a España porque era mi lugar de residencia”, dice Marta. Los dejaron pasar. “Creo que a los que viajaban por ocio, no”.
Desde Bruselas, Marta voló a Alicante; “otros amigos a Valencia, Sevilla, Santander, Málaga y Madrid”, enumera. Desde el miércoles está en su habitación manteniendo la cuarentena de manera voluntaria: “No salgo de mi cuarto, estoy usando un baño propio y me pasan la comida. Si alguien enferma en mi familia porque yo le he contagiado, me muero. Todos los que hemos vuelto lo estamos haciendo”.
Un limbo entre ferris cancelados y aviones fantasma
Otros Erasmus no han tenido, de momento, tanto éxito en la empresa de volver a casa. La de María Cayuela es la historia de una semana de incertidumbre y puertas cerradas. Erasmus en la Universidad de Roma La Sapienza, y estudiante de Periodismo y Humanidades en la Universidad Carlos III de Madrid (UC3M), el lunes buscó un vuelo a la primera noticia de que el país entero se aislaba.
Cuando el martes anunciaron el cierre de los vuelos entre España e Italia intentó llegar a tiempo: compró otro para esa misma tarde, tan solo dos horas y media antes de su salida. “Hicimos una maleta de mano y conseguimos llegar al aeropuerto, pero en las pantallas ya se anunciaba como cancelado. Todos los otros vuelos estaban llenos y nos quedamos en tierra”.
A ese jarro de agua fría le siguió desánimo y miedo a intentar hacer escala en otro país y quedarse atrapada. “Pensamos en volar a Marsella o París, pero nos daba pánico que cerraran fronteras entre Francia y España y quedarnos allí tirados”, explica. El encierro pesaba, así que ella y sus amigos volvieron a mirar vuelos el miércoles: los precios habían pasado de 180 euros a casi 500 euros en cuestión de horas. “Esto es una pesadilla. Empeora todo por momentos”, decía.
El jueves pensaron en un ferri a Barcelona. “Lo han hecho unos amigos, son 20 horas de trayecto”. ¿Estaban autorizadas estas salidas? María asegura que cuando llamaban al Ministerio de Exteriores ellos mismos se lo decían: “Ahora mismo solo puedes salir de Italia en un avión con escala o por vía marítima”. Pero por la noche, la ley ya estaba hecha: el Gobierno español prohibía la llegada de ferris desde Italia desde las 0.00 horas del viernes 13.
Y entonces se encendió una luz todavía sin esclarecer: María y otros estudiantes recibieron un correo del Área de Internacionalización de la Universidad de Roma hablando de una posible repatriación. También los Erasmus en la Universidad de Siena. En el email aseguran que el Ministerio de Asuntos Exteriores y el Ministerio de Educación, Universidades e Investigación del país están “trabajando para repatriar a los estudiantes Erasmus+ españoles que se encuentran actualmente en Italia”, y piden sus datos a quienes así lo quieran.
Sin embargo, desde la Embajada de España en Roma se pronuncian diciendo no saber nada al respecto. Igualmente, desde el Servicio de Relaciones Internacionales y Cooperación de la UC3M han comunicado a los estudiantes, en coordinación con la Agencia Nacional Erasmus (SEPIE), que “no les consta la organización de ningún mecanismo de salida de Italia coordinada por el Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación”. Tampoco se menciona en la web de la universidad.
A estas alturas y ante la aparente falta de comunicación entre organismos, entre los estudiantes han circulado hasta rumores de posibles hackeos de las cuentas de correo de la universidad. Después de expresar sus dudas al respecto, a María le contestaban desde La Sapienza que se trata de “una lista de estudiantes que estamos preparando para enviar a las autoridades competentes”. Con dudas, pero con todas las demás opciones agotadas, María y sus amigos esperan que sea verdad: “Tengo la esperanza de que me repatrien”.
Permanecer en Italia y tratar de salvar el año
Entre la ansiedad y el desasosiego de la situación histórica que vive la sociedad italiana, Nadia Otero intenta mantener la calma. Esta estudiante de Bellas Artes fue a Florencia desde la Universidad de Salamanca y explica lo estresante que es ahora su día a día.
“En la Academia de Florencia nos han dicho que están trabajando para hacer las clases online, pero como en Bellas Artes son prácticas es muy difícil. Nos dijeron que estaremos informados por correo y WhatsApp. Mientras, trato de estudiar en casa, pero es muy agobiante levantarte y saber que directamente vas a ir a la misma mesa y a hacer vida con la misma gente, que no puedes salir… Va a ser muy duro pasar tantas semanas en casa”, reconoce.
Ella es una de las pocas Erasmus que no trata de volver a casa. “Cuando vimos que España cerró la frontera con Italia, nos dimos cuenta de que si queríamos irnos teníamos 24 horas. No hice amago de marcharme, varios decidimos quedarnos y ya está”, explica Nadia. Su familia tampoco insistió, dice, porque “al fin y al cabo en España está empezando ahora todo y que nos volvamos significa que las probabilidades de extenderlo son mayores”.
Nadia y los estudiantes españoles que quedan en Italia se enfrentan ahora a semanas de aislamiento, en un país que vive desde hace días un escenario que todos señalan como el siguiente estadio al que se verá abocada España. Cuando ese sea el caso, para pasar el tiempo quizá podríamos, como ella, pintarle un final feliz a esta historia.