España ha registrado 288 nuevas hospitalizaciones por COVID-19 en los últimos siete días, según el informe a 22 de julio del Centro Coordinador de Alertas y Emegencias Sanitarias. Es el doble que al inicio de la semana pasada -146 ingresos- y se sitúa en niveles de final de mayo, cuando la cifra oficial estaba en 263. En un contexto con más de 200 rebrotes de la enfermedad, “es un chivato más de que hace falta reforzar el rastreo de casos y las pruebas diagnósticas” para controlar la pandemia, como lo define el exdirector de Salud Pública y portavoz de la Sociedad Española de Salud Pública, Ildefonso Hernández.
La curva de nuevos casos experimentó un brusco ascenso a partir del 8 de julio cuando acumuló 2.347 positivos en siete días. A partir de ahí, se ha pasado a acumular más de 9.000 en la última semana. Unos días después, la línea de casos que precisaban hospitalización comenzaba a trazar una curva similar: el 13 de julio se habían ingresado 146 personas en una semana. Para el 17 de este mes, el número de hospitalizaciones en siete días llegó a 228. Este miércoles se han registrado 288 pacientes de COVID-19 que han entrado en un hospital desde el 15 de julio. “En realidad ya tocaba que ocurrirera algo así ya que, si crece el número total de nuevos casos, es lógico que crezca el de casos que se hospitalizan”, analiza Hernández.
Aunque los números sean parecidos a los de hace mes y medio, también hay algunas diferencias cualitativas. Ahora, el perfil del paciente ha cambiado mucho respecto al pico de ola pandémica. Se trata de personas más jóvenes y que desarrollan la versión leve de la enfermedad o ni siquiera eso. Desde el inicio de la desescalada, en torno al 10 de mayo, uno de cada cuatro contagiados es menor de 30 años (antes apenas suponían el 7% de los casos). La mediana de edad (el valor central de la horquilla) ha pasado de 60 a 48 años debido a este aumento de infectados más jóvenes. Además, más de la mitad de los positivos por nuevo coronavirus son asintomáticos, como ha reflejado el análisis de los 23.000 casos detectados desde entonces realizado por el Instituto de Salud Carlos III.
Este cambio en la tipología habitual del enfermo de COVID-19 se ha traducido en que la tasa de hospitalización de casos desde el 10 de mayo se situara en el 8,5%. Antes estaba en el 38%, un tercio del volumen total de casos declarados. Esta tasa es la proporción de nuevos casos que han precisado ingresar en un centro hospitalario. La de la última semana con esos 9.011 nuevos diagnósticos y 288 hospitalizacones es del 3,2%. Con todo, “el aumento en la incidencia de la enfermedad tiene que afectar a la incidencia en hospitalización”, explica el epidemiólogo Hernández ante el crecimiento de casos.
La cuestión es que los brotes activos en España, que superan los 220 con más de 2.600 casos asociados, según el Ministerio de Sanidad, han empujado las curvas hacia arriba y con un dibujo abrupto de escalada en las últimas semanas. Ante una subida de casos como el que deja patente el gráfico, es solo cuestión de tiempo, es decir, los días que tarda en evolucionar la enfermedad, que también se incremente el número de personas que finalmente deben acudir al hospital, aunque en esta fase haya más contagios entre personas de menor edad, menos vulnerables, en principio, a los efectos más graves de la COVID-19.
Pero ambos gráficos dejan patente que el virus circula y se está transmitiendo. Brotes como los que han surgido en Aragón y Catalunya han disparado esas curvas. También agrupamientos numerosos y con carácter casi explosivo como el de la fiesta en un local de ocio nocturno en Córdoba o Gandía (Valencia) o los últimos conocidos en el club de Fútbol Fuenlabrada han dejado patente la necesidad de implementar y reforzar un sistema exhaustivo de detección precoz, diagnóstico y rastreo de contactos al que se refería Ildefonso Hernández, y que ha mostrado signos de debilidad debido a los fallos de coordinación registrados, los limitados recursos destinados por las comunidades autónomas para estas tareas y el “descontrol” de los identificados. En este sentido, la Región de Murcia ha paralizado, de momento, la actividad de ocio nocturno a cubierto. Todas las comunidades autónomas han impuesto el uso obligatorio de mascarillas aunque se pueda mantener distancia (con algunas excepciones) menos Canarias y Madrid. Esta última ha dicho este miércoles que decidirá sobre esta medida si el Gobierno central no atiende sus peticiones sobre control de pasajeros en el aeropuerto de Barajas. En realidad, todos los rebrotes en esta autonomía han sido en lugares de trabajo o asociados a encuentros familiares y excursiones de amigos junto al caso del club Fuenlabrada.
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