ENTREVISTA

Olga Barroso, psicóloga: “El feminismo avanza y los maltratadores se sofistican y desarrollan más la violencia emocional”

El amor no maltrata (editorial Shackelton) es un libro, pero también muchas otras cosas. Una guía. Un espejo. Un manual. Un artefacto sumamente necesario para comprender, más allá de las frases habituales, cómo funciona la violencia de género en la pareja, de qué manera se despliega, cómo se ejerce, y qué efectos tiene.

La psicóloga Olga Barroso, especializada desde años en atención a víctimas de violencia machista, describe de manera clara y pedagógica lo que tantas veces queda en la superficie y derriba, de paso, un puñado de tópicos que, con más o menos intención, siguen muy presentes en nuestra sociedad.

Empecemos por lo básico, ¿qué es la violencia de género dentro de la pareja?

Es todo el patrón de comportamiento que emite un hombre o una persona con la intención de conseguir controlar, poseer, ejercer un abuso de poder y de autoridad y/o instrumentalizar a su pareja. Este patrón está compuesto por conductas positivas y negativas. Es decir, en el maltrato no solamente hay insultos, faltas de respeto, agresiones... también hay conductas positivas.

En el caso de ejercerlo un hombre contra una mujer, coincide con lo que toda nuestra historia de la civilización ha definido que era el papel de las mujeres en las relaciones afectivas: lo que era correcto, lo que esperábamos que tenía que hacer una mujer y lo que entendíamos que estaba justificado que hiciera un hombre para situar a la mujer en su lugar. Por eso decimos que la violencia de un hombre contra una mujer en una relación afectiva es violencia de género, porque supone querer situar a la mujer en lo que nuestra historia patriarcal ha definido que es lo adecuado y lo correcto.

Con todos los agresores va a haber un tiempo en el que no hay ningún tipo de conducta negativa en la relación, incluso en los que hay conductas positivas

¿Cómo funciona el ciclo de la violencia?

El ciclo nos permite entender y ordenar la aparición de las agresiones, pero también tenemos que entenderlo incrustado dentro de todo un patrón más amplio que desarrollan los agresores. Con todos los agresores va a haber un tiempo en el que no hay ningún tipo de conducta negativa en la relación, incluso en los que hay conductas positivas. Hay agresores que en el primer año te puede decir que quiere que salgas con tus amigas, que veas a tu familia, que apoya tus inquietudes, que quiere que triunfes, que te dé mucho cariño. Ahí decimos que el ciclo de la violencia está instalado solo en la luna de miel.

Después, cuando los agresores se aseguran de que ella quiere estar con él y ha construido en su cabeza una representación de él como alguien que las quiere, empiezan a desplegar las conductas no tan positivas. En ese tiempo los agresores trabajan por conseguir que la mujer se sienta inferior, peor. Para esto van a aplicar toda la violencia psicológica.

En ese tiempo el ciclo de la violencia ya ha empezado a girar y el agresor empieza a estar incómodo por no conseguir ese control o esa instrumentalización. Necesita emitir una conducta violenta que le lleve a liberar esa tensión por no conseguir lo que quiere y tratar de situar a la mujer en ese plano. Ahí hay una agresión, que puede ser sutil y que a ella le hace cuestionarse. Después, el ciclo de violencia termina con luna de miel otra vez, todo está bien y hay gestos de cariño. Una vez que él ya sabe que ella no está tan segura de su criterio, que se siente peor, pasar a la siguiente fase, que es empezar a culparla y a mostrarle que ella falla.

Hace eso para liberar de nuevo la tensión agresiva y luego luna de miel. Una vez que el agresor ha conseguido eso, puede recrudecer la violencia porque para ella ya va a ser difícil de ver con claridad lo que sucede: ellos han establecido el marco para que ellas entiendan que lo pasa es que ellas fallan, que hacen que él se enfade o se sienta mal.

Dice que todo hombre que pega es un maltratador, pero no todos los maltratadores pegan. ¿Hemos identificado demasiado la violencia de género con la violencia física, nos estamos dejando cosas fuera?

Es más fácil reconocer a un agresor cuando hay violencia física. Digo que un agresor no es un hombre que pega porque se puede desarrollar este maltrato, es decir, todo este patrón de conductas para conseguir que la mujer esté bajo tu control, sin utilizar un golpe o una agresión física. Por eso no nos ceñimos a las conductas para hacer esta definición, sino al objetivo que tiene. Estas conductas abusivas tienen un amplio registro en el bloque emocional y van a ser mucho más difícil de identificar, porque muchas de ellas son tremendamente invisibles o contradictorias. Es decir, el agresor puede decirnos que hace algo para cuidarnos, para protegernos y en realidad ser un acto de control. La conducta puede ser irte a buscar al trabajo, puede ser decirte que contigo está mejor que con nadie, que realmente si le quisieras mucho querrías estar más con él. Hay actos de 'violencia dulce' que buscan controlar, dominar, pero que son difíciles de ver.

Las conductas abusivas tienen un amplio registro en el bloque emocional y van a ser mucho más difícil de identificar, porque muchas de ellas son tremendamente invisibles o contradictorias. Es decir, el agresor puede decirnos que hace algo para cuidarnos, para protegernos y en realidad ser un acto de control.

¿Todos los hombres que ejercen esta violencia, también la emocional, son conscientes de que lo hacen?

Los agresores saben lo que están haciendo, no tienen una pérdida de realidad cuando te insultan o cuando te dejan de dar apoyo afectivo. Ahora bien, esto no quiere decir que sean conscientes de que lo que les mueve en una relación de pareja sea relacionarse desde ahí y, mucho menos, que eso sea inadecuado. Y, por supuesto, también son conscientes de que hacen daño y son capaces de ver el sufrimiento delante de ellos. Ahora, no van a ser conscientes de que ahí hay un abuso de poder si consideran que así es como tiene que ser y que realmente ella está actuando mal, que hay una justificación para lo que están haciendo.

Algunas conductas y casos que describe en el libro tratan de hombres que rechazan ese tipo de violencia e incluso la idea de que ellos quieran controlar o dominar; por el contrario, que aseguran querer mujeres fuertes e independientes al lado.

Para que uno realmente sea consciente de su funcionamiento emocional y de su motivación en una relación afectiva primero tiene que haber sido capaz de hacer cierto ejercicio de introspección y de reflexión en relación a qué sentimos, qué nos agrada, qué no, cómo reaccionamos a determinadas cosas... Y esto puede ser que no seamos capaces de hacerlo, lo cual no está reñido con que si tú ves el sufrimiento en tu pareja después de una acción tuya sepas lo que has hecho y que ese sufrimiento existe. Si tienes una cierta capacidad de reflexión, de considerar que el otro tiene que ser respetado y que tus comportamientos tienen que ir dirigidos también a que el otro se sienta a gusto, te lo vas a tomar en serio. Si eso no entra en tu universo, no vas a sentir que tú tengas algo que hacer.

Hay manifestaciones de la violencia más leves, que no quiere decir que no sean muy dañinas. Por ejemplo, un agresor puede querer ser siempre el importante y que cada vez que el foco de atención gira hacia su pareja, no se sienta cómodo e intente desarrollar alguna acción para volver a ser él el importante

En este 'querer' de los agresores hablamos de que quieren control, poder, dominio. Hay manifestaciones muy duras y muy explícitas y las hay más leves, que no quiere decir que no sean muy dañinas, o más socialmente permitidas. Por ejemplo, tú puedes querer ser siempre el importante y no ser consciente de esto. Y que cada vez que el foco de atención gira hacia tu pareja, no te sientas cómodo e intentes desarrollar alguna acción para volver a ser tú el importante. A veces eso se hace de una manera incluso victimista, él se muestra como alguien que sufre, que tiene problemas muy importantes, “yo soy el que más lo está pasando mal”... busca que la atención de ella esté para él y que él vuelva a ser lo más importante en la mente de ella. Si ella destaca en algo o es más capaz que yo en algo, ahí aparece esa incomodidad y ese patrón de comportamiento redirigido a conseguir que ella vuelva a estar en un segundo plano o subordinada a a él.

Hablaba de manifestaciones violentas más sutiles. ¿Lo serían dejar de dar apoyo afectivo, la intermitencia emocional, el dar y quitar cariño?

Lo importante para discriminar si es maltrato es ver desde dónde se están realizando esas conductas y para qué, y también la repetición en el tiempo. Es decir, si yo me he despistado un día en no darte apoyo emocional, pues ese despiste se va a quedar ahí. Si siempre se repite que cuando tú tienes un problema yo empiezo a hablar de lo mío o a pedir atención o directamente te ignoro... entonces hay algo debajo. La repetición de las conductas es importante pues es un patrón de comportamiento, no algo aleatorio, ¿Retira el cariño porque se le ha pasado y es un momento puntual o porque quiere que se establezca que quien tiene que estar aquí pendiente de alguien es ella? Si esa es la motivación, esto no dejará de pasar.

Luego están los agresores 2.0, que son muy peligrosos porque son muy hábiles: son capaces de ver que se les puede pillar y entonces hacen cosas tremendamente perturbadoras. Por ejemplo, no dar ese apoyo pero algún día sí hacerlo para tener la coartada para decir 'ves, si a mí no me incomoda esto' o 'si yo quiero que hagas esto'. O no facilitar que ella progrese en algo o se relacione pero un día sí hacerlo. Por eso, algo muy importante para identificarlo es ver si esto se sostiene en el tiempo y buscar indicadores de que esa persona realmente tiene una preocupación genuina por mí y un deseo de una equidad y un equilibrio en relación a cuidados, a importancias, a atenciones y a poder.

¿Puede ser entonces que haya hombres que utilicen la violencia emocional porque de alguna manera sienten que ya no pueden utilizar la física o la más explícita, bien porque está peor vista bien porque ellos mismos no se sienten identificados con esa manera de actuar? ¿Se está sofisticando la violencia?

En mi opinión sí, porque en la medida en la que el feminismo va avanzando y conseguimos cuotas de igualdad, ponemos más tope a ciertas conductas, pero eso no va a hacer que automáticamente los agresores dejen de tener ese patrón de funcionamiento. Entonces se van a sofisticar más, van a perseguir hacer lo mismo, pero sin contar con ese repertorio de conductas que serían reprobables y en las que les pillarían más fácil; por eso desarrollan más la sutileza en lo emocional y psicológico.

Están los agresores 2.0, que son muy peligrosos porque son muy hábiles: son capaces de ver que se les puede pillar y entonces hacen cosas tremendamente perturbadoras. Por ejemplo, no dar ese apoyo pero algún día sí hacerlo para tener la coartada para decir 'ves, si a mí no me incomoda esto'

Esa violencia tremendamente sutil, tremendamente invisible, de violencia dulce, porque no te estoy diciendo eres imbécil o eres chunga, te estoy diciendo otras cosas.

¿Se percibe eso ya en las consultas?

En general diría que sí. Los agresores que saben que va a ser difícil para la mujer identificar lo que están haciendo se pueden permitir ser más explícitos en sus agresiones o rebasar ciertos límites. Hay como un equilibrio de ver hasta dónde llegar en cada caso. Decimos que la violencia nos puede pasar a cualquiera con independencia de todo, pero para quien ha tenido daños previos y tiene ciertas heridas puede ser más difícil identificar algunos comportamientos, y la narrativa de ese agresor no va a tener que ser tan compleja. Los agresores van a adaptarse mucho a lo que esa mujer concreta vaya a pensar o a sentir.

Es una de las dinámicas clásicas: irritar, perturbar, fastidiar hasta que la mujer explota para poder decirle que ella también es agresiva

Hay ahora más conocimiento, ellos saben que las mujeres más jóvenes leen mucho en redes sobre relaciones tóxicas o red flags. Eso, por un lado, hace que ellas puedan saber más pero que ellos también puedan usarlo en su beneficio y decir 'ves, tú también haces esto' o 'tú también me gritas'. Es una de las dinámicas clásicas: irritar, perturbar, fastidiar hasta que la mujer explota para poder decirle que ella también es agresiva.

¿Y qué hacemos con eso? Por un lado, significa que hay avance pero, por otro lado, la sofisticación hace que sea más complicado detectar esa violencia...

Dar una información realmente de calidad para describir el maltrato y hablar de este patrón de comportamiento en el que al principio no hay violencia, y que después pasa a la dureza psicológica, al control... Si una mujer tiene información para cotejar lo que está haciendo el agresor, no con lo que él le dice, sino con esa información va a poder encajar muchas piezas. Tenemos que hablar más de violencia emocional para poder prevenirla, que las chicas puedan pararse a analizar lo que les pasa y que los chicos reflexionen. Que los hombres se hagan algunas preguntas: ¿Qué busco yo en la relación? ¿Con qué estoy incómodo? ¿Realmente estoy cómodo con una posición igualitaria? ¿Qué supone realmente estar en una posición igualitaria? ¿Me siento cómodo con tener que estar emocionalmente disponible?, ¿Estoy cómodo si tengo una actividad importante para mí pero tengo que cancelarla para cuidarla a ella?

Que los hombres se hagan algunas preguntas: ¿Qué busco yo en la relación? ¿Con qué estoy incómodo? ¿Qué supone realmente estar en una posición igualitaria? ¿Me siento cómodo con tener que estar emocionalmente disponible? ¿Estoy cómodo si tengo una actividad importante para mí pero tengo que cancelarla para cuidarla a ella?

Una cosa es no ser capaz de amar y otra que no puedas funcionar en una relación afectiva si no es desde un lugar de poder, si no es para que la otra esté subordinada, a que la pueda usar para lo que sea, para darme prestigio, incluso. Todo esto pasa porque evidenciemos la violencia no como algo concreto y anecdótico que sucede en unas relaciones, sino como un producto cultural.

Hay una frase que aún sigue latente en la sociedad y que muestra hasta qué punto las mujeres que sufren cualquier tipo de violencia machista cargan con un estigma. Es la pregunta de “¿pero y por qué se quedan ahí”. ¿Cómo respondería?

Nos quedamos porque es muy fácil entrar, y es muy difícil salir por toda esta manera de aplicar la violencia tan sutil e insidiosa. Supone un deterioro de la mujer: pasar por algo así implica una erosión de los recursos propios, dejar de confiar en tu criterio, pensar que estás haciendo algo mal... esa es la respuesta normal ante algo anormal que está pasando. Si esas acciones de violencia sutil vienen después de un tiempo en el que él ha sido estupendo, ninguna mente sana podría pensar que él está queriendo hacer algo negativo. Es parte del juego sucio del maltratador, por eso ese tiempo sin violencia también es violento, porque empuja a que tu cerebro interprete que es una persona que te quiere y quiere portarse bien. No es alguien que has visto por la tele, es alguien que muchas veces también te ha cuidado, te ha dicho que te quería, ha hecho cosas por ti mucho tiempo, ha estado bien...

Aun así, la respuesta a la pregunta es que la mayoría de mujeres salen. El 75% de las mujeres que han sufrido una situación de violencia rompen la relación, según la Macroencuesta de Violencia. Así que parece más un mito interesado para dejar caer, otra vez, que las mujeres somos tontas.

¿Qué condiciones son necesarias para que se rompa esa relación?

Para romper la relación de pareja en estos casos tienen que suceder dos cosas. Uno, que tomes conciencia del maltrato, y dos, que se rompa la unión afectiva que has construido con esa persona, o más bien con la persona que tú creías que habitaba dentro de ese ser humano. Si tú eres una persona afectivamente sana, por mucho que digas 'esto es maltrato', toda la parte afectiva que tú has construido no desaparece ni se desintegra inmediatamente. Serías un psicópata si haces eso. Eso lleva un tiempo y un proceso que hace que a veces se pueda alargar.

Si tú eres una persona afectivamente sana, por mucho que digas 'esto es maltrato', toda la parte afectiva que tú has construido no desaparece ni se desintegra inmediatamente. Serías un psicópata si haces eso. Eso lleva un tiempo y un proceso que hace que a veces se pueda alargar. Es algo que nos pasaría a cualquiera.

Es algo que nos pasaría a cualquiera. Para alguien que no ha establecido esa vinculación es fácil decir 'mira esto, sal ya', pero tú estás ahí dentro. Tú te has unido afectivamente a esa persona que ha sido maravillosa contigo, y que después lo ha sido menos. Y eso es parte del maltrato, garantizarse que con todo lo positivo que hacen, vas a atarte de alguna manera afectivamente a esa persona.

¿Detrás de un asesinato machista siempre ha habido previamente violencia?

Siempre. Y para proteger a las víctimas hay que dar a conocer esta escalada violenta. Hay agresores que son capaces de matar a la mujer sin que antes haya habido ninguna agresión física. Pero una cosa es que no haya una agresión física y otra es que la escalada violenta no esté tremendamente arriba y en ese deseo de poseer y controlar los agresores estén muy obsesionados con algunas conductas. Eso es máximo peligro. También si el ciclo cada vez gira más rápido y él va cambiando su cara más rápidamente: ahora bien, ahora mal. En las historias de asesinatos donde no había violencia física previa estaban presentes estos comportamientos, pero aún no hemos desarrollado esa profundidad a la hora de analizarlo. Y en el caso de la violencia vicaria pasa lo mismo.