Dos años después de la aparición de la COVID-19 los expertos han aprendido que cada ola de la pandemia se comporta diferente al resto y que cada nueva variante tiene sus propias características. Con ómicron, y a falta de estudios más definitivos, las observaciones preliminares muestran que es más transmisible, como indica la Organización Mundial de la Salud en su último informe, y que presenta síntomas diferentes en las personas que contraen la infección. Ya no es tan habitual perder el sentido del gusto o el olfato y cuando se manifiesta se parece más a un resfriado común.
“Predomina el dolor de garganta, el cansancio, la fiebre y la mucosidad, sobre todo rinorrea, que es muy característica”, explica el portavoz de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia, el doctor Lorenzo Armenteros. Además, esta nueva variante, detectada ya en 106 países, también puede presentar otros síntomas como estornudos, picor de ojos y, en menor medida, manifestaciones digestivas, como náuseas o diarreas que, si ya se detectaron con otras variantes, en este caso lo hacen “en menor grado de intensidad”, señala el experto.
“En principio, lo que conocemos a día de hoy, tanto por la experiencia en España como en otros países, es que ómicron afecta con mayor frecuencia a personas jóvenes y que la enfermedad que produce es más parecida a un resfriado, con síntomas respiratorios en las vías superiores”, coincide el jefe del servicio de enfermedades infecciosas del Hospital Vall d'Hebrón, el doctor Benito Almirante. Esto quiere decir que el virus llega con menos frecuencia a los pulmones y que se queda en las vías respiratorias altas, la garganta o la nariz. “Esto provoca congestión nasal, mucosidad, tos... sintomatología similar al resfriado común”, incide.
Predomina el dolor de garganta, el cansancio, la fiebre y la mucosidad que es muy característica
Uno de los síntomas que, al menos a pie de calle, ha servido para hacer saltar las alarmas particulares ante un posible caso de COVID-19 ha sido la pérdida del gusto y del olfato que, si bien no se daba en todos los casos, sí ha sido bastante habitual en anteriores olas. A principios de este año, el Journal of Internal Medicine publicó los resultados de un estudio con 2.581 pacientes, de los que más del 74% habían presentado anosmia total o parcialmente. Doce meses después y con una nueva variante que se posiciona para terminar siendo predominante, estos casos son mucho menos frecuentes, como ocurre con la neumonía o la disnea (dificultad respiratoria). “Pueden darse, pero son menos frecuentes y, desde luego, lo más característico es la menor intensidad”, apunta Armenteros.
Por su parte, la jefa técnica de la OMS, María van Kerkhove señaló la semana pasada a la población general que, con todo, “no sabrías ver la diferencia, así que lo mejor que puedes hacer es mantenerte seguro, vacunarte y tomar todas las medidas a tu alcance para reducir tu exposición al virus”.
Adaptación del virus
Pero, ¿por qué cambian los síntomas? “Cada variante del virus tiene su propio comportamiento y los cambios en su estructura producen también cambios en su capacidad de afectar más o menos a las partes del aparato respiratorio”, explica Almirante. El médico del Vall d'Hebrón ve lógico, desde un punto de vista científico, que la COVID-19 vaya provocando síntomas cada vez más parecidos a los de un resfriado. “El resfriado común está producido por un coronavirus, que es de esta misma familia. Esta variante se parece a esos otros coronavirus que producen el resfriado común en su sintomatología clínica”, desarrolla. En la variante ómicron se han detectado alrededor de unas 60 mutaciones. “Es como si el virus se hubiera adaptado para producir menos letalidad, pero más transmisión”, añade Armenteros.
“En términos generales, lo que estamos viendo ahora es que la mayoría de personas que dan positivo en una prueba PCR tienen síntomas similares a los de un resfriado y no presentan la triada clásica de fiebre, pérdida de olfato y gusto y tos persistente”, explicó el epidemiólogo del King's College de Londres Tim Spector en una entrevista en Sky News. Spector es el jefe científico de la plataforma ZOE, un estudio que lleva meses rastreando los diferentes síntomas de las variantes del COVID-19 y ha alertado a la población de que no espere a perder el olfato o le gusto para cuestionarse si tiene el virus.
Es una recomendación que hacen también desde España los expertos consultados. En caso de síntomas similares a los del resfriado: aislamiento preventivo y prueba PCR o test de antígeno.
Un estudio preliminar sobre la evaluación temprana de la gravedad de la variante ómicron en Sudáfrica, donde se detectó por primera vez a finales de noviembre, publicado este miércoles apunta que el riesgo de hospitalización es menor que entre las personas infectadas con delta pero que, una vez en el hospital, el de sufrir la enfermedad grave es similar. En cualquier caso, los expertos señalan que las ventajas de unos síntomas más leves de cara a no saturar los hospitales podrían quedar neutralizadas con una mayor transmisión, porque si hay más personas infectadas, la población de riesgo o con otras patologías expuesta al virus también aumenta.
“Sigue siendo incierto hasta qué punto la rápida tasa de crecimiento observada puede atribuirse a la evasión inmunitaria, al aumento intrínseco de la transmisibilidad o a una combinación de ambos. Todavía existen datos limitados sobre la gravedad clínica de ómicron. Las hospitalizaciones en el Reino Unido y Sudáfrica continúan aumentando y, dado el rápido aumento del número de casos, es posible que los sistemas de atención médica se saturen”, ha alertado la OMS.