Poco antes del mediodía del 3 de octubre, la profesora de la Universidad de las Islas Baleares, la física Alicia Sintes, recibió un claro y escueto mensaje de su marido. “Hay premio”. Se refería al Nobel de Física que acababan de conceder a Rainer Weiss, Barry C. Barish y Kip S. Thorne por la detección de las ondas gravitacionales, un trabajo al que Sintes, líder del primer grupo español que ha trabajado en la detección de estas ondas dentro de la colaboración LIGO, ha dedicado más de 20 años de su vida.
“Estaba dando clases cuando mi marido me envió el mensaje. Lo único que hice fue preguntarle a quién y cómo se había repartido y luego continué con lo que estaba haciendo”. Pero poco más de media hora después el teléfono de Sintes volvía a vibrar. “Estamos rodeados de periodistas”. Aún así, la profesora continuó con sus alumnos, hasta que recibió una llamada del Rectorado. “Me dijeron que interrumpiera la clase inmediatamente, que me estaban esperando para dar una rueda de prensa”.
El ajetreo, la presión y el estrés son una constante en la vida de esta física teórica de 48 años desde que en 2016 se anunciara la detección, por primera vez, de las ondas gravitacionales, una señal cuya existencia había propuesto Albert Einstein en su Teoría de la Relatividad General justo un siglo antes. A aquel anuncio, que fue identificado por muchos como el descubrimiento del año y que también se llevó el Premio Princesa de Asturias, le siguieron otros tres. En total, cuatro señales de ondas gravitacionales que provenían de sistemas de agujeros negros gigantes.
Pocos meses después, en agosto de este mismo año, se disparaban nuevos rumores en torno al experimento. La colaboración había vuelto a detectar una señal, pero esta vez era algo nuevo y tras dos meses de trabajo los investigadores publicaban sus resultados el pasado lunes. Habían observado por primera vez la fusión de dos estrellas de neutrones e iniciado una nueva era en la astronomía.
La primera vez que la entrevisté, varios años antes de la detección de las ondas gravitacionales, me dijo que estas ondas cambiarían la astrofísica y parece que el tiempo le ha dado la razón
Seguramente te diría algo así como que las ondas gravitacionales iban a revolucionar los conceptos actuales del universo [risas].
Algo así, sí [risas]
Pues mira, hemos anunciado cuatro detecciones de ondas gravitacionales de agujeros negros y una de estrellas de neutrones y hoy te puedo decir que hemos revolucionado toda la astrofísica. Hemos asociado las explosiones de rayos gamma con la fusión de estrellas de neutrones, hemos visto cómo se forman en el universo los elementos pesados como el plomo, el oro o el platino, que la mitad no se sabía de donde provenía.
También hemos podido hacer una medida totalmente independiente de la expansión del universo. Hemos hecho muchas cosas y todavía quedan muchos resultados interesantes por salir. Estamos ante el inicio de una nueva herramienta de observación astronómica y solo hemos dado un primerísimo paso, ya que estos detectores ni siquiera han alcanzado la sensibilidad de diseño.
Y cuándo la alcancen ¿qué nos espera?
A corto o medio plazo quedan muchísimas cosas que revolucionar con ondas gravitacionales, como la observación de supernovas y de púlsares, ver cómo se forman los agujeros supermasivos en los centros de las galaxias, estudiar los límites de la Teoría de la Relatividad General… aún queda mucho y todo es emocionante.
¿Y a largo plazo?
La detección del fondo cósmico de ondas gravitacionales. Con este fondo podríamos ver los primeros instantes tras el Big Bang, cuando el universo no tenía ni un segundo de vida. Ahora mismo solo podemos ver el fondo cósmico de microondas, de cuando el universo tenía al menos 300.000 años, pero con el fondo de ondas gravitacionales podremos ver mucho más atrás. Cuando lo detectemos sabremos cómo hemos llegado hasta aquí. Sería algo impresionante, pero para eso probablemente nos queden 20 años.
¿Siempre tuvo claro que este campo sería tan importante?
Sí. Recuerdo que cuando estaba haciendo el doctorado era más teórica y trabajaba con modelos cosmológicos, pero un día en una escuela de verano vi lo de las ondas gravitacionales y pensé que iban a ser los mensajeros del futuro, que serían extremadamente importantes.
Pero entonces no había prácticamente nada
No, aún no había datos, pero había mucho trabajo que hacer y varios experimentos en los que me podía meter. Sabía que aquello iba para largo, pero que merecería la pena.
¿Y la ha merecido?
Por supuesto. Llevo 20 años en esto de las ondas gravitacionales y al fin las he visto. Muchos otros se han dejado la piel y no han llegado a verlo. Pienso en gente como Joseph Webber, que desarrolló el primer detector de ondas gravitacionales y que murió en el año 2000 o Felix Pirani, que fue el teórico que entendió cómo se podían detectar estas ondas y que murió en 2015, poco después de las primeras detecciones, pero no sé si llegó a enterarse. Y piensa en los que se han llevado el Nobel. Weiss debe tener 85 años, porque tiene la edad de mi madre, y Barish creo que tiene 81, y los dos han dedicado toda su vida a esto.
Se podría decir que ha vivido en el momento adecuado
La verdad es que la naturaleza ha sido extremadamente benévola con nosotros. Ya lo fue hace dos años cuando empezamos con las primeras detecciones, porque nadie pensaba que hubiese esos sistemas de agujeros negros de masas superiores a 20 masas solares que hemos ido detectando. Y ahora hemos detectado un sistema binario de estrellas de neutrones, que ha sido algo alucinante.
¿Cómo fue la detección de las estrellas de neutrones?
Pues todo ocurrió en agosto, así que me destrozaron las vacaciones [risas]. Pero fue algo superemocionante, porque nosotros detectamos algo con ondas gravitacionales, pero luego se vio una explosión de rayos gamma, que además es la más cercana jamás detectada y entonces te das cuenta de que tienes algo muy gordo entre las manos y se monta el gran sarao.
¿El ‘gran sarao’?
A partir de la detección comienzan a saltar las alertas dentro de la colaboración, porque este mismo evento que vimos nosotros, se pudo observar de distintas formas: en rayos gamma, en rayos X, en óptico e incluso nueve días después lo vieron en radio, así que hay todo un trabajo de coordinación para ver qué resultados hay que publicar y tener los artículos listos en menos de dos meses.
¿Dos meses no es poco tiempo para publicar resultados científicos?
Totalmente. La presión ha sido impresionante. Recuerdo que después de la primera detección en 2015, los primeros resultados tardaron seis meses en publicarse, pero ahora había más presión. Además, esta vez no se ha publicado un artículo diciendo que hemos detectado tal cosa, sino que hemos publicado nueve estudios con resultados científicos importantes.
Supongo que habrá sido agotador
Mucho. Llevo tres semanas durmiendo 4 horas diarias y la verdad es que ya no puedo más.
No debe ser fácil trabajar en una gran colaboración internacional como LIGO
Es emocionante, pero también duro, porque dentro hay mucha competencia y nosotros tenemos que competir con grupos como el del Max Planck, que tiene cerca de 30 personas dedicadas solo al estudio de binarias, mientras que ahora mismo nosotros solo somos 12. Básicamente luchamos para que no nos arrasen.
¿Es difícil hacer que el grupo crezca?
Sí, es difícil, aunque hemos tenido una respuesta muy positiva por parte del Gobierno balear, que nos dio una financiación extra que nos ha salvado, porque nos ha permitido contratar a un investigador posdoctoral más. Sin ese dinero no sé que habríamos hecho.
¿Y el Ministerio?
La última vez que pedí un proyecto al Ministerio la cosa fue bastante bien, pero en este país uno siempre tiene la duda de a cuánto se le va a quedar el siguiente proyecto, porque la inversión en I+D se ha recortado mucho y ahora mismo estamos a niveles de hace una década.
¿Crees que el Gobierno no valora lo suficiente la ciencia?
Creo que cualquier país decente debería tener un ministerio de investigación, ciencia o como se quiera llamar. Que hayan eliminado ese ministerio, duele, y que estemos bajo el de Economía, Industria y Competitividad, sin que ni siquiera aparezca la palabra ciencia en el nombre, duele.
Respecto a los premios, el Princesa de Asturias ha premiado a la colaboración, pero el Nobel solo es para tres personas ¿le parece correcto?
No lo veo del todo mal y todas las personas que hemos trabajado en la colaboración nos sentimos parte del premio. Ahora, sí hay algo de lo que me puedo quejar del Nobel de Física y es que en más de 100 años solo se haya premiado a dos mujeres.
Y la última fue hace más de medio siglo
Exacto. Hay que romper estereotipos de una vez, porque nombres hay y ha habido. A Jocelyn Bell no se le dio, a Vera Rubin no se le dio y así podríamos seguir con una infinidad de nombres de mujeres a las que nunca se reconoció. Esta claro que también ha habido hombres a los que no se les ha reconocido, porque hay mucha gente puntera que ha sido merecedora de este galardón, pero ya es hora de que se empiece a equilibrar la balanza.