Un nuevo estudio de la ONU, presentado hoy en Viena, califica como “probable” que no aumenten las tasas de cáncer en Japón tras el accidente nuclear de Fukushima en 2011, aunque sí reconoce la posibilidad de un incremento del riesgo de cáncer de tiroides entre los niños más expuestos a la radiación.
El estudio del Comité Científico de la ONU sobre los Efectos de las Radiaciones Nucleares (UNSCEAR) destaca que no habrá cambios perceptibles en las tasas de cáncer, en enfermedades hereditarias y en nacimientos con malformaciones causados por el accidente sucedido en marzo de 2011, el más grave en el último cuarto de siglo.
UNSCEAR llega a esta conclusión tras analizar las exposiciones estimadas a la radiación a la luz de los actuales conocimientos científicos, y destaca que la rápida evacuación de la población cercana tras la catástrofe, desencadenada por un terremoto y posterior tsunami, logró minimizar el impacto.
“La gente está preocupada con razón por el impacto en su salud y la de sus hijos”, señala en el informe Carl-Magnus Larsson, presidente de UNSCEAR.
“En base a esta evaluación, sin embargo, el Comité no espera cambios significativos en las futuras estadísticas de cáncer que puedan atribuirse a la exposición de la radiación del accidente”, agrega el experto sueco.
Sin embargo, los expertos de la ONU advierten de “la posibilidad teórica de que pueda aumentar el riesgo de cáncer de tiroides entre los niños más expuestos a la radiación”, por lo que piden que se siga de cerca la situación en Japón.
El comité de Naciones Unidas recuerda en el mismo informe que el cáncer de tiroides es inusual entre menores y que “su riesgo normalmente es muy bajo”.
Respecto al efecto en el medioambiente, el estudio indica que el impacto a largo plazo es “insignificante” para el ecosistema marino de la zona litoral próxima a la central nuclear.
El pasado noviembre los análisis médicos detectaron 26 casos de menores con cáncer de tiroides en la prefectura de Fukushima, mientras que otros 32 menores han presentado síntomas de esta enfermedad.
Los médicos japoneses apuntan que aún es pronto para saber si estos casos están relacionados con el accidente nuclear de 2011.
Tras el accidente nuclear de Chernóbil (Ucrania) en 1986, el peor de la historia, se confirmaron cerca de 6.000 casos de cáncer de tiroides en menores, que aparecieron unos cuatro o cinco años después de la catástrofe y que se atribuyeron en su mayoría al consumo de leche contaminada.
Al contrario que en la antigua Unión Soviética, las restricciones impuestas al consumo de ciertos alimentos por parte de las autoridades japonesas habría contenido el impacto del cáncer de tiroides entre menores, han repetido numerosos expertos.