La ONU ha proclamado el período 2021-2030 como la Década de las Ciencias Oceánicas para el Desarrollo Sostenible para movilizar a la comunidad científica, pero también a los políticos, a las empresas y a la sociedad civil en torno a un programa común de investigación y de innovación tecnológica.
En un comunicado divulgado hoy, la Unesco destacó que esta proclamación en la que ella misma había tenido la iniciativa, “permitirá coordinar programas de investigación, sistemas de observación, de desarrollo de capacidades, de planificación del espacio marítimo y de reducción de riesgos marinos para mejorar la gestión de los recursos del océano y de las zonas costeras”.
Un paso que considera plenamente justificado teniendo en cuenta que los gastos que los países dedican a las ciencias oceánicas “sólo” representan entre el 0,04 % y el 4 % del dinero invertido en investigación y desarrollo (I+D).
Sobre todo porque hay casi 3.000 millones de personas que dependen de la biodiversidad marina y costera para su subsistencia, y porque los océanos absorben casi un tercio del dióxido de carbono generado por el hombre y atenuan así el impacto del calentamiento climático.
La Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) hizo notar que pese a la importancia que tiene, la ciencia no ha conseguido evaluar los efectos acumulativos que tienen en el estado de los océanos las actividades humanas y sus consecuencias en términos de contaminación, de calentamiento o de acidificación.
Su directora general, Audrey Azoulay, pidió a todas las partes que se impliquen en el desafío que implica la proclamación de la década de las ciencias oceánicas para “coordinar los esfuerzos de investigación”.
“El océano es nuestra nueva frontera. Cubre el 71 % del globo, pero apenas la conocemos y hemos explorado menos del 5 %”, señaló Azoulay.
La Unesco indicó que una de las prioridades durante esos diez años será “reforzar y diversificar las fuentes de financiación, en particular para los pequeños Estados insulares en desarrollo y para los países menos avanzados”.
Recordó que sondear el océano necesita barcos específicos, explotar imágenes de satélite, recurrir a robots submarinos o a vehículos sumergibles, que implican “una inversión importante”.