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El Orgullo alternativo al oficial reivindica la periferia en una manifestación que pide “papeles para todes”

Marta Borraz

28 de junio de 2022 20:30 h

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Fuera del centro de Madrid y con las fuerzas renovadas tras la pandemia, el Orgullo Crítico, el alternativo, ha salido a la calle este martes como lleva haciendo ya 15 años cada 28 de junio. La fecha, que conmemora el día en que un grupo de disidentes sexuales se levantaron por sus derechos en el bar neoyorkino de Stonewall, es irrenunciable para la plataforma. Y por eso, ante el blindaje de la capital por la celebración de la cumbre de la OTAN, la protesta ha marchado este año por Carabanchel y ha acabado convirtiéndose en un Orgullo de barrio que ha puesto el foco en los inmigrantes en situación irregular LGTBI y el racismo.

Familias en las ventanas, niños jugando en los parques, trabajadores que vuelven a casa tras la jornada laboral o personas mayores desde los bancos que enfilan la calle son este año los observadores de esta explosión de diversidad frente a la mayoría de turistas que solían agolparse en las ubicaciones del centro de Madrid de años anteriores. Hay quienes ondean la bandera desde el balcón y la marcha estalla en aplausos. Algunas mujeres mayores salen a los balcones y lanzan besos a la comitiva entre ovaciones. El traslado forzado por la cumbre más allá de la M-30 le ha servido a la plataforma para reivindicar los barrios y la “periferia”, los “pueblos, lo rural, lo que está fuera, lo de más allá”, claman en el manifiesto unitario que se ha leído en el parque de San Isidro.

“Sin papeles no hay Orgullo”, reza la pancarta de cabecera. Bajo este lema, la manifestación ha partido pasadas las 19.30 horas de Plaza Elíptica con su habitual color y diversidad en forma de cuerpos, banderas y voces diferentes que en una sola pidieron una regularización extraordinaria de todos los inmigrantes que vivan en España antes del 1 de noviembre de 2021. Lo hacen porque el Orgullo Crítico se ha aliado con la campaña Regularización Ya, que está recogiendo firmas para promover una iniciativa legislativa popular con este objetivo. “Papeles para todes”, claman al tiempo que avanzan por la Avenida de Oporto.

Coco Wiener y Sofía Varela son amigas y no dejan de gritar los lemas que corea la manifestación poco después de arrancar. “El Orgullo no es una fiesta, es una protesta”, claman a una. Tienen 16 años y ambas se complementan para explicar por qué están aquí: “Es clave que en la manifestación del Orgullo se estén hablando de estas cosas y el propio colectivo sea consciente también del racismo que hay en él”, dice Coco, persona no binaria, en referencia al foco que este año ha querido poner la marcha en los migrantes y racializados.

“Dentro del propio colectivo hay mucha diversidad aunque suela mostrarse normalmente un tipo de persona LGTBI concreta y esto es una demostración de ello”, añade Sofía mirando a su alrededor y señalando a los numerosos colectivos y bloques que componen la marcha. Hay uno bisexual, otro de personas no binarias, de ‘bolleras’, de prostitutas, de personas LGTBI con diversidad funcional, el de migrantes y racializadas o el bloque “gorde”, que participa por primera vez en forma de grupo.

“Arriba el helado, abajo el patriarcado”

La cabecera de la manifestación enfila la Avenida General Ricardos y Paulina y Cris, ambas bisexuales de 16 y 17 años respectivamente, corren con su grupo de amigas para intentar incorporarse a la marcha. La primera de ellas nunca antes había venido al Orgullo Crítico, pero lo considera este año “más importante que nunca”debido a que “nuestros derechos pueden estar amenazados”. “Lo que ha ocurrido con la película de Lightyear, en la que se ve un beso entre dos mujeres, es algo pequeño, pero de ahí estamos viendo otras cosas más grandes como las agresiones homófobas en la calle”, le complementa Cris.

“Aquí está la resistencia trans”o “los derechos trans son derechos humanos”, corea el grupo de niños y jóvenes del colectivo Euforia Familias Trans-Aliadas que sostienen la primera pancarta que abre la protesta. Detrás, el bloque de “familias heterodisidentes”marcha entre rótulos caseros, carritos y sillas de bebé. “Arriba el helado, abajo el patriarcado”, claman un grupo de niños y niñas con pancartas en forma de helados teñidas con los colores de la bandera arcoíris y la trans. “A ti qué más te da si tengo dos mamás”, sigue coreando el grupo.

Varios metros por detrás, los colectivos Pan y Rosas y Contracorriente sujetan una gran pancarta que reclama “recuperar el espíritu de Stonewall”y aspira a un “movimiento LGTBI de clase, anticapitalista y combativo”. “Los barrios obreros también son nuestros”y “el Orgullo no se vende, se defiende”, gritan en referencia al MADO, el Orgullo oficial que se celebrará el próximo 9 de julio y en respuesta al cual surgió esta protesta alternativa en Madrid en 2008. En los últimos años, la manifestación ha ido contando con cada vez más asistencia, sobre todo desde 2017, cuando la capital acogió el World Pride.

Los manifestantes quieren poner en esta ocasión “en el centro” las “vidas migrantes y racializadas” y denuncian al “Estado racista que persigue, tortura, detiene, deporta y mata” aunque esté en manos de un “Gobierno supuestamente progresista”, reza el manifiesto en referencia a las muertes en la valla de Melilla. Entre las demandas, reclaman el cierre de los Centros de Internamiento de Extranjeros (CIE) o la derogación de la Ley de Extranjería .“La realidad es que salimos de nuestro país en busca de una vida mejor”, esgrime Erik, de 24 años, nacido en Perú. Por eso, cree “clave”el lema de este año y “que se escuche nuestra voz”porque “el movimiento LGTBI es muy diverso”.

Pero hay también espacio entre las reivindicaciones para denunciar “el mensaje de odio” de la extrema derecha y su presencia en parlamentos, gobiernos y medios de comunicación o la estigmatización del colectivo por asumirlo como “causante” de la viruela del mono. Un día después de que el Gobierno enviara al Congreso la 'ley trans', la marcha pide también el fin del “acoso” a las personas trans y que la norma “no abandone a las personas migrantes, no binarias y menores”. Además, pone el foco en el “neoliberalismo” del Orgullo oficial, el MADO, que se celebrará el próximo 9 de julio y al que considera “despolitizado”. “Somos producto de mercado para ellos”, aseguran.

“Buscamos libertad”

Con “bastante tristeza”ha acudido este 28 de junio a la manifestación Laura Nicole, una mujer trans de 28 años que huyó de su Colombia natal hace tres por el acoso policial que sufría y no poder ser quien es. “Es muy importante que el tema de hoy sean los migrantes, pero lo que ha pasado en Melilla entristece mucho porque somos personas que solo buscamos libertad y ellas se han encontrado con la muerte”, afirma la joven, solicitante de asilo, que lamenta que también en España “las vidas trans sigan siendo todavía un tabú para muchas personas”.

Laura Nicole ha venido como parte de un grupo más grande formado por los integrantes de la ONG Rescate, que ayuda a personas migrantes y racializadas. Aida, mujer lesbiana, cree que ellas “están siendo olvidadas por las políticas públicas”y pone como ejemplo la llamada ‘ley trans’, que el Consejo de Ministros envió al Congreso este lunes y que solo ahora en segunda vuelta ha rectificado para revertir la exclusión de los migrantes con papeles y refugiados de la autodeterminación de género. Aida denuncia, además, “el discurso de odio de la extrema derecha”que “está calando en la sociedad”, opina, y “se acaba traduciendo en violencia hacia nuestros cuerpos”.