“Existen indicios claros de que las mujeres que participan en las cadenas de suministro de Mars, Mondelez (antes Kraft) y Nestlé están recibiendo un trato injusto y las empresas no se están enfrentando a estos problemas de forma adecuada”. Así afirma un informe (PDF) elaborado por Oxfam y que acaba de ser publicado como parte de su campaña Tras la marca, donde se valora el impacto social y medioambiental de las diez compañías más grandes del sector alimentario y las bebidas.
La conclusión de este trabajo es que las diez grandes no han utilizado su poder para ayudar a crear un sistema alimentario más justo. “De hecho -señalan- en algunos casos estas empresas debilitan la seguridad alimentaria y reducen las oportunidades económicas de las personas más pobres del mundo, empeorando así la situación de aquellos que pasan hambre”. Las marcas investigadas son Associated British Foods (ABF), Coca-Cola, Danone, General Mills, Kellogg, Mars, Mondelez International, Nestlé, PepsiCo y Unilever.
Oxfam ha investigado la situación de las mujeres en la cadena de suministro de cacao en cuatro países. Los testimonios recogidos señalan el abandono, la desigualdad y el trato injusto hacia ellas. Aunque Mars, Mondelez y Nestlé -entre las tres controlan el 40 por ciento del mercado mundial del chocolate- no emplean a estas mujeres de manera directa, tampoco toman las medidas necesarias para garantizar la igualdad tanto de las agricultoras como de las trabajadoras del cacao en la cadena de suministro que ellos acaban comercializando.
En Indonesia han detectado discriminación de género: una fábrica que no contrata a mujeres después de que éstas reclamaran el cumplimiento de la legislación laboral indonesia que permite dos días de descanso al mes durante la menstruación. Salarios de las mujeres inferiores a los hombres. Mujeres sin contrato en las fábricas. Trabajo infantil. Mujeres que no suelen ser las propietarias de la tierra que trabajan aunque la cultiven toda la vida. Indefensión ante acosos y agresiones. Menores oportunidades que los hombres para acceder a la formación y al crédito agrícola y financiero.
En cambio, las mujeres suponen el 60 por ciento de la mano de obra. En Costa de Marfil, uno de los mayores productores de cacao del mundo, las mujeres constituyen al menos el 25 por ciento de los 720.000 pequeños agricultores que se dedican a cultivar cacao. En Nigeria, las mujeres realizan entre el 60 y el 80 por ciento del trabajo agrícola. Ocupan los trabajos peor remunerados y apenas acceden a los puestos de mayor responsabilidad. Este estudio señala que, aún y cuando y hay mujeres en las cúpulas directivas de estas empresas, ellas tampoco hacen nada por corregir la desigualdad de las mujeres en la cadena de distribución.
La demanda sube, el suministro cae
Para Oxfam, una manera de empezar a trabajar en el problema sería pagar un precio justo por el cacao. “En Nigeria -apuntan- algunos agricultores ganan 320 naira (2,04 dólares) por cada kilo de granos de cacao. Por lo tanto, por el trabajo de todo un año un agricultor podría obtener sólo 612 dólares, menos de 2 dólares al día. Sin embargo, Mars vende cajas de un kilo de chocolatinas a 26,45 dólares, una cifra que multiplica por más de diez el dinero que gana un agricultor nigeriano por la misma cantidad de cacao”. Entre 40 y 50 millones de personas en todo el mundo dependen del cacao para ganarse la vida. Pero no una buena vida, sino una vida pde miseria. Como en Costa de Marfil, donde un agricultor gana 342 dólares al año por su trabajo, cuando el umbral de la pobreza se sitúa para los marfileños en 5.840 dólares anuales.
La demanda mundial de chocolate va en aumento, pero el suministro de cacao está disminuyendo debido al cambio climático y el envejecimiento de la mano de obra. Millones de jóvenes están abandonando el cultivo de cacao debido a los bajos salarios y la falta de oportunidades, mientras que los agricultores con más experiencia se están planteando dedicarse a otras materias primas como el caucho o el aceite de palma, según el estudio de Oxfam.
Esta organización propone que para defender los derechos de las mujeres las marcas y sus proveedores directos suscriban los Principios para el Empoderamiento de las Mujeres de Naciones Unidas; que aboguen porque los países en los que operan promulguen leyes por la igualdad de género en el sector agrícola; que trabajen con programas de certificación para así incorporar normas y formación que sirvan para acabar con la desigualdad y que trabajen en ese mismo sentido con iniciativas sectoriales como la Fundación Mundial del Cacao y la Organización Internacional del Cacao.