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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Las dos horas en las que Pablo Casado reveló sin querer las irregularidades de su máster

El 11 de abril, Pablo Casado compareció ante los medios con cuatro trabajos anillados, un tríptico, algunos documentos y un papel rosa. Montó una rueda de prensa urgente después de que El País publicara que había cursado el mismo máster de Cristina Cifuentes en la misma Universidad Rey Juan Carlos de Madrid (URJC). Dos meses después, la jueza ve indicios de delito y ha imputado a tres personas por el caso.

Ante los medios, aquel miércoles de abril Casado admitió que no había ido a clase -algo que le costó dos semanas admitir a Cristina Cifuentes- e incluso que no se examinó de nada. De las 22 asignaturas del Máster Oficial en Derecho Autonómico del curso 2008/2009, le convalidaron 18 (el máximo legal permitido). Solo le quedaron cuatro materias a cursar y sacó sendos sobresalientes con trabajos que mostró (tan solo su portada) a los medios.

Atendió por la mañana de aquel día a las radios, a mediodía a la prensa en Génova 13 y al acabar a las teles sucesivamente hasta la tarde. Precisamente la opacidad, el silencio y las mentiras habían hecho temblar la carrera política de Cristina Cifuentes y Casado había tomado buena nota. Incluso llegó a decir en una televisión: “Recibo en mi despacho a todos los periodistas que quieran ver mis notas, mis trabajos, mis accesos a intranet”. A las siete de la tarde, y tomando el guante lanzado por Casado, dos periodistas de eldiario.es entraron en Génova 13 para entrevistarse con el político en su despacho de la quinta planta y poder revisar con más calma la documentación.

Casado se mostró dispuesto a dar toda la información, aunque siguió evitando que se hojearan sus cuatro trabajos. Todos juntos no llegaban a 100 páginas. Y volvió a enseñar la sábana rosa con las numerosas convalidaciones. También mostró sus notas, la abrumadora mayoría con la calificación RC (Reconocimiento de Créditos), es decir, la nota que se da cuando la asignatura es convalidada.

Casado explicó prolijamente el Real Decreto de 2005 sobre las convalidaciones e insistió en que todo era correcto, mientras enseñaba papeles y recitaba procedimientos legales. Cuando había transcurrido la primera hora de conversación cordial, llegó la primera cuestión espinosa en la que Casado tropezó. ¿Qué materias había presentado el alumno para convalidar todas esas asignaturas? Tratándose de un máster específico en derecho autonómico, ¿cómo pudo probar tantos conocimientos si solo contaba con una licenciatura generalista de Derecho? Casado se volvió a sumergir en el Real Decreto 2005. Ante la insistencia de la pregunta, señaló que él simplemente aportó la licenciatura (que cursó en el centro privado Cisneros y ahora está siendo investigada por la Universidad Complutense) y que la URJC se encargó de todo. Sin ser consciente, había admitido la primera irregularidad que acabaría llevando a la jueza del 51 de instrucción de Madrid a abrir una pieza separada con los estudios de posgrado de Casado. En su despacho, insistió en que hizo lo que le dijeron, que no sabía, que solo aportó el título y el centro se encargó de todo.

Las convalidaciones en la universidad, y en cualquier institución académica, las pide el alumno. Así constaba en el propio Real Decreto que el vicesecretario del PP enseñaba cada tanto y repartió a los periodistas en la rueda de prensa horas antes: “El alumno deberá indicar, en todo caso, cuáles son las asignaturas del Máster cuyos créditos solicita que le sean reconocidos”, dice ese texto claramente. Sin embargo, para él no operó así el proceso. Casado admitió en ese momento que él no había indicado nada y que se había desentendido de ese procedimiento. La conversación se tensó y simplemente volvió a enseñar la sábana rosa de convalidaciones. Como prueba de que decía la verdad, relató a los periodistas que había pedido la devolución de la matrícula de esas 18 asignaturas, ya que los créditos de materias convalidadas son más baratos que los de las normales: “Si hubiera sido un procedimiento irregular, no iba a tener la cara de pedir encima la devolución del dinero, ¿no?”. Hubo un silencio.

La persona que firma las equivalencias masivas de Casado es justamente Fernando Suárez, conocido como el rector de los plagios y que tuvo que dimitir tras confirmarse que plagió a numerosos investigadores, alumnos e incluso siendo la máxima autoridad de la URJC. Suárez figura como presidente de la comisión de convalidación de Casado y acaba de ser citado a declarar por la jueza que investiga el máster.

Esos días fueron numerosos los periodistas que trataron de encontrar compañeros del candidato a presidir el PP para confirmar su versión y cómo fue el curso aquel año. Fue imposible. Casado siempre defendió que no conocía a ninguno de los alumnos del máster puesto que no fue a clase, la URJC se negó a dar cualquier nombre o información alegando protección de datos. Solo quedaba tirar de los nombres de los profesores.

Preguntado por la identidad de los cuatro docentes que le evaluaron con sobresaliente, Pablo Casado admitió la segunda irregularidad: “No conocí ni hablé nunca con mis profesores, no puedo decir sus nombres porque no sé quienes eran”. Reveló que había sacado cuatro sobresalientes con trabajos que nadie le encargó ni tuteló. Casado escuchó las siguientes preguntas ante el silencio sepulcral de los dos colaboradores que le acompañaban en su despacho de las plantas altas de Génova: ¿Sobre qué hizo esos trabajos si no tenía interlocutor, a quién se los entregó? El vicesecretario del PP dio una explicación generalista: “Con el título de la materia me guié y los dejaba en un despacho que tiene Enrique Álvarez Conde en el campus de Vicálvaro”. Ante la incredulidad de los periodistas, mantuvo esa versión varias veces dando detalles de cómo era el despacho del director del Instituto de Derecho Público, denunciado por malversación.

Para conseguir no ir a clase es necesaria en la universidad española una dispensa académica y para cambiar exámenes por trabajos, un pacto profesor a profesor. Casado no hizo nada de todo eso. Y también por esa declaración a eldiario.es, su caso acabó en el juzgado 51 como pieza separada, después de que el director de eldiario.es, Ignacio Escolar, fuera citado a declarar como testigo ante la jueza Rodríguez-Medel. La magistrada le preguntó por las irregularidades y, tras conocerlas, ordenó investigar el posgrado de este político en una pieza aparte del máster de Cifuentes que sigue investigando.

Con la providencia de la magistrada se ha conocido el nombre de dos profesores que calificaron a Casado: el propio Álvarez Conde y Alicia López de los Mozos, la primera profesora en confesar que el Trabajo Fin de Máster de Cifuentes fue un invento. Ellos fueron quienes le pusieron sobresaliente y ahora están llamados a declarar como investigados junto a Fernando Suárez.

Otras preguntas se sucedieron con más contundencia: ¿Le recomendaste a Cifuentes hacer este máster? “No” ¿Te consta que haya información relativa a irregularidades de tu máster? Tampoco. ¿Te ofreció Álvarez Conde un trato de favor? “No, para nada, yo lo había visto una vez y le hablaba de usted”.

La conversación siguió con algunas bromas y un tono afable. Era casi de noche, casi las nueve, y el vicesecretario se despidió amablemente en la puerta de su despacho, ofreciéndose a responder a cualquier otra pregunta. Sin embargo, ya había contestado dos que revelaban que la universidad pública había funcionado para él de un modo anómalo y muy distinto al resto de estudiantes y que hoy se investiga en el juzgado de Plaza de Castilla.