Por qué la PAH sí que puede

Stop Desahucios ha sido “el primero de los movimientos que ha comenzado a conseguir victorias”. Lo dice Carlos Huerga, activista de los derechos por la vivienda e integrante del grupo de Madrid de la Plataforma Antidesahucios. Podría parecer una medalla pero no es una exageración. La visibilidad de esas “victorias” es una de las claves del éxito de esta plataforma. “La esperanza de poder cambiar algo es el mejor empujón que se le puede dar a alguien para comenzar a solucionar su problema”, añade.

V de victoria

Para Carlos Huerga hay tres factores por los que la PAH ha conseguido recabar tantos apoyos y repescar a tantos activistas. El primero de ellos es que la plataforma ha mostrado a la sociedad “la crueldad del mercado hipotecario y cómo a este le importa bastante poco dejar a una familia en la calle”. Esta demostración ha tenido mayor impacto porque sucedía a la vez que la banca se embolsaba millones de euros en ayudas.

Coincide el sociólogo Eduardo Romanos, profesor e investigador en movimientos sociales de la Universidad Complutense de Madrid en que “la PAH ha mostrado la vulnerabilidad de las instituciones y la capacidad de los movimientos sociales de influir en la toma de decisiones políticas, aunque los resultados no hayan sido siempre los esperados, sobre todo en relación con la nueva ley hipotecaria, cuyo contenido se aleja mucho de las demandas planteadas por los activistas”.

El segundo punto clave para el éxito es que el movimiento antidesahucios está basado en la inclusión y el empoderamiento. “Cuando viene un afectado a la PAH, lo primero que se le dice es que él tiene que ser el principal actor de su solución” explica Huerga. Con la administración pública ausente o fuera de cobertura, los propios afectados sienten a la PAH legimitada para actuar.

Y, por último, el “sí se puede”. “Parar desahucios poco a poco ha ido dando esperanza a muchos afectados y animando a mucha gente a participar”.

El cambio en la opinión pública

Desde que comenzó el movimiento contra los desahucios y las hipotecas abusivas, Carlos Huerga ha ido viendo cómo menos gente soltaba aquello de que “nadie les ha obligado a firmar una hipoteca” y más gente ha comenzado a decir que “esto es una injusticia que no se puede permitir”. Si hay una parte de la opinión pública que piensa que es posible cambiar las reglas del juego “se debe, en cierta manera, al trabajo de las PAHs”.

“La PAH ha ayudado a visualizar otras formas de violencia” analiza el profesor Romanos, “en concreto, la ligada a la dinámica de exclusión de los desahuciados provocada por la avaricia de los banqueros y la pasividad, cuando no connivencia, de los políticos”. Además, “ha demostrado que acciones de protesta que algunos trataban de difamar y criminalizar son en realidad formas legales y legítimas de participación ciudadana”. El caso más llamativo es el de los escraches.

Los movimientos sociales ya no son lo que eran

La relación entre el movimiento sobre la vivienda y el 15M ha sido bidireccional. Eduardo Romanos observa que al igual que “el 15M no surgió de la nada sino que se nutrió de las experiencias de movimientos sociales anteriores, como el centrado en el problema de la vivienda”, el periodo de alta movilización iniciado en mayo de 2011 “ha facilitado el reclutamiento de mucha gente en las acciones y la estructura de organizaciones ya activas como la PAH”. Y esta sinergia vuelve de regreso al 15M porque éste “ha asumido las protestas contra los desahucios como propias y ha utilizado sus redes para dar visibilidad a la convocatoria de acciones en torno al problema de la vivienda”.

Pero abriendo el foco, la sociología señala tres aportes específicos de la PAH a la lucha social. Explica Romanos que los miembros de la PAH “han demostrado ser muy hábiles al mantener contactos con representantes de los partidos políticos, haber hablado en el Congreso y el Parlamento Europeo y haber encontrado aliados entre las autoridades regionales y locales, así como otras instituciones del Estado, como los jueces”.

Después, es importante que hayan sabido combinar de una forma continuada “acciones convencionales” con las “confrontacionales”. Es decir, “han participado en la paralización de desahucios, la ocupación de edificios y la convocatoria de protestas pero también han tratado de influir en la toma de decisiones políticas a través de canales más convencionales como la recogida de firmas y el contacto continuado con las autoridades, tanto locales y nacionales como europeas. Esta estrategia rompe de alguna manera la tradicional distancia imperante en España entre quienes protestan en la calle y quienes gobiernan desde las instituciones”.

Y, por último, la tercera novedad es la introducción y popularización de los mencionados escraches, una forma de protesta que había tenido resonancia en otros países y en acciones anteriores pero que no se había utilizado en España en las condiciones en las que lo ha hecho a la PAH, acudiendo a las casas de los diputados que debían votar la ILP de la reforma hipotecaria en el Congreso.

El favor de la televisión

La brillante intervención televisada de Ada Colau en la Comisión de Economía del Congreso de los Diputados supuso un salto con pértiga para la difusión de la PAH. Programas de diferentes canales amplificaron el efecto Colau invitándola a sus tertulias y entrevistas. “Los activistas de la PAH —certifica Romanos— han utilizado de forma estratégica a los medios de comunicación, no solo los más alternativos y afines a los movimientos sociales, sino también los de masas, conscientes de su importancia a la hora de visibilizar el problema de la vivienda y sus responsables”.

La telegenia de la paralización de los desahucios en los portales de los edificios, la demostración unánime de solidaridad de los vecinos y la comunidad, las pancartas, los gritos de “sí se puede”, la policía y el empleado del banco abandonando el escenario, abatidos, se han convertido en noticia de telediario. Gracias a la PAH, las estadísticas han mutado en caras y nombres (#SilviaSeQueda, #YesiSeQueda, #YonesaSeQueda y otros cientos de personas convertidos en tag, en acción) en los medios de comunicación.

Y ahora qué

“Quizás los mayores problemas que hemos tenido —reflexiona Carlos Huerga— han sido de coordinación a la hora de trabajar distintas campañas o de transmitir la información entre las distintas PAHs”. Otro punto débil, que no es exclusivo de este movimiento es el de “las tensiones que han surgido entre activistas de distintas corrientes políticas” que no siempre han podido “solucionar adecuadamente” debido a la “frenética actividad” con la que viven el día a día.

El mayor peligro que tiene la PAH por delante es, para el experto consultado, “los intentos de cooptación por parte de los partidos políticos, que pueden institucionalizar en demasía el movimiento”. Pero también hay un peligro interio: “la dinámica de radicalización, que puede alejar a una parte importante no sólo de los apoyos en las instituciones y los medios de comunicación sino también entre la gran masa de ciudadanos que simpatizan con las demandas y las acciones del movimiento”.

Y un reto: “mantener la visibilidad”, para lo cual es importante “la capacidad de innovación de los activistas en la elaboración de discursos y acciones que atraigan la atención de los ciudadanos”, propone el sociólogo.