Los países acuerdan crear un tratado mundial obligatorio para frenar la basura de plástico

Raúl Rejón

1 de marzo de 2022 22:57 h

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Los países han acordado este miércoles crear un “tratado internacional legalmente vinculante” contra la contaminación plástica durante la Asamblea de Medio Ambiente que se celebra en Kenia. El mundo “se ahoga en plástico”, afirma sin matices la ONU. Cada año se generan unos 300 millones de toneladas de basura plástica, de los que una parte acabará, antes o después, en el mar.

El acuerdo alcanzado implica, según explica la ONU, “crear un comité ” que prepare un tratado con el objetivo de “reducir la basura plástica en el medio ambiente” y que abarca todo el ciclo de este material. La meta es tener el documento preparado en 2024. Pueden adherirse todos los estados representado en la Organización.

“El problema afecta ya a cualquier parte del planeta. La basura de plástico está fuera de control”, cuenta Julio Barea, de Greenpeace. 6,1 millones de toneladas se filtraron a los entornos acuáticos y 1,7 millones fluyeron hasta los océanos en 2019, calcula la OCDE.

La organización explica que “se calcula que ya hay 30 millones de toneladas de basura plástica acumulada en el mar y 107 millones en los ríos” esperando a desembocar en los océanos. “El flujo durará décadas incluso si los residuos se reducen significativamente”.

El problema es la cantidad ingente de plástico que se produce y la “adicción”, como la llama el Programa Medioambiental de la ONU (PNUMA), a los objetos de usar y tirar. La aceleración plástica ha sido imparable: entre 1950 y 1970 la cantidad de basura plástica era “relativamente pequeña”, explica el PNUMA, y por lo tanto “manejable”.

A partir de ahí todo se disparó: en los siguientes 20 años esa basura se triplicó. En la primera década de los 2000 se generaron más desechos plásticos que en los 40 años precedentes. Actualmente, el cálculo es que se crean 300 millones de toneladas de desperdicios de plástico cada año. Es el equivalente al peso de toda la humanidad. España vierte unas 126 toneladas diarias a los mares, según el PNUMA.

Además de objetos bien visibles, los microplásticos, que miden menos de 5 milímetros, son la principal basura marina. Se acumulan en las costas y en el centro de los océanos. Su alteración del ambiente marino ha hecho que surgiera un nuevo ecosistema microscópico en este entorno que los científicos han llamado “plastisfera”. Microorganismos que medran en este material y viajan en él.

“Es un problema acuciante que hay que abordar cuanto antes”, avisa María Ángeles Martín Lara, ingeniera química de la Universidad de Granada. Martín Lara ha analizado junto a otros compañeros la situación de la basura plástica en España, donde algunos factores han favorecido la acumulación de residuos.

“La topografía del fondo marino español y su gran profundidad –es el segundo país más profundo de Europa tras Portugal– junto con la gran cantidad de formaciones geológicas marinas como cañones, escarpes o montes marinos facilita la retención de los desechos plásticos y otra basura”, explica.

Un acuerdo similar al del cambio climático

El Mar de Alborán, el golfo de Alicante y el área de Barcelona “están altamente contaminados”, concluye esta investigación. Además, “las playas de las Islas Canarias presentan una alta concentración de microplásticos”. Verónica Godoy, otra de las coautoras, explica que “el Mediterráneo, por su configuración y al estar rodeado de muchos países con gran actividad industrial y turística, presenta gran acumulación en el fondo (el 70% del total) y en la superficie”. Lo que se ve es la parte más pequeña del problema.

En el caso de Canarias, “se ven afectadas por el giro oceánico del Atlántico. Mucha de la basura que llega allí proviene de países muy distintos o lugares muy lejanos”, aclara la ingeniera.

Alrededor de un millón de botellas de plástico se adquieren cada minuto en el mundo. Y cinco billones de bolsas de plástico se utilizan cada año

Lo sucedido en Kenia “era el mejor escenario que podía salir de esta asamblea: que se inicien las negociaciones para un tratado vinculante sin cortapisas”, analiza José Luis García Varas, responsable del programa marino de WWF. La decisión “tiene un nivel similar a lo que ocurrió con el Acuerdo de París contra el cambio climático”, concluye.

España apoya esta propuesta. El secretario de Estado de Medio Ambiente, Hugo Morán, ha ido al encuentro medioambiental de la ONU en Nairobi (Kenia) para apoyar la creación de este comité con el mandato de que no se limite “solo a los plásticos marinos”, y que incluya todo el ciclo “desde la producción al uso y el residuo” y acciones “locales, regionales y globales”.

“Queremos que se vaya a máximos: el usar y tirar ya no puede existir”, afirma Julio Barea. “En la Unión Europea, China y EEUU, el 40% del plástico se va a embalajes. Si se ataja esto habría mucho ganado porque el plástico industrial o el utilizado en la automoción se recupera. Lo que tenemos por todos lados son envases”.

El reciclado no basta

Lo cierto es que las cifras globales son apabullantes. “Alrededor de un millón de botellas de plástico se adquieren cada minuto en el mundo. Y cinco billones de bolsas de plástico se utilizan cada año”, calcula la ONU. La mitad de todo el plástico fabricado, 460 millones de toneladas en 2019, “está diseñado para utensilios de un solo uso”.

La solución va más allá de medidas como el reciclaje o la reutilización. Implica, incuestionablemente, limitar el uso, principalmente de usar y tirar, y reducir drásticamente la producción global

“Las medidas deberían tocar todo el ciclo de vida del plástico, no solo al final con el reciclaje”, reclama el representante de WWF. De hecho, con reciclar no basta: solo el 9% de los residuos de plástico se reciclan, ha calculado la OCDE. Se recoge más, alrededor del 15%, pero mucho se descarta. “Un cuarto de la producción mundial escapa a la gestión de residuos y termina en vertederos incontrolados o, directamente, en el medio ambiente terrestre o acuático”.

“En nuestra opinión, la solución va más allá de medidas como el reciclaje o la reutilización”, explica María Ángeles Martín Lara. Y añade: “Implica, incuestionablemente, limitar el uso, principalmente de usar y tirar, y reducir drásticamente la producción global”. Su compañera Verónica Godoy entiende que un tratado vinculante sería un instrumento “muy interesante porque uniría toda la cadena de valor, el ciclo de vida completo y eso supone no solo los macroplásticos, sino también los micro, que tienen una normativa todavía escasa y ambigua”.

“La gravedad de la contaminación por plásticos tiene un alcance global. No basta solo con actuaciones por países”, señala García Vargas. “El plástico afecta a todos los seres del planeta”.