Dejar de alimentar la costra de gases invernadero a base de quemar combustibles fósiles es, según los científicos, la única manera de aplacar la crisis climática. Pero la inclusión de una línea en el borrador de acuerdo de la COP26 de Glasgow para abandonar las ayudas de dinero público al carbón, el petróleo o el gas ha provocado una reacción inmediata... para que se borre.
Arabia Saudí, pero no son los únicos, ha aglutinado esta postura para “descartar” cualquier mención a los combustibles fósiles en la decisión final. No es la única. A Rusia no le gusta que se utilice ese lenguaje, según van desgranando sus delegaciones. Sus peticiones han conseguido, de momento, tamizar esa petición directa: las negociaciones han admitido incorporar al texto que se diga que ese abandono de subvenciones se haga sobre las “ayudas ineficientes”, dando por entendido que las hay eficientes. Además, le han añadido que se buscará acelerar el desarrollo de “tecnologías” que permitan, dicen, “transitar a sistemas energéticos de bajas emisiones [de CO2].
En el otro lado del cuadrilátero, también se “está haciendo una presión grandísima para que no caiga esa mención”, según cuenta la vicepresidenta tercera del Gobierno, Teresa Ribera. La petición incluida por el presidente de la cumbre, Alok Sharma, fue de lo mejor recibido por los grupos ambientalistas desplazados a Glasgow. Incluso los más críticos con su borrador vieron con buenos ojos esta mención específica de acabar con el apoyo público al fósil.
En 2021 se ha certificado un rebote de las emisiones de CO2 provocadas por la obtención de energía. Se calcula que el total esté en 33 gigatoneladas, solo un poco por debajo de las 33,4 de 2019, justo antes del parón por la pandemia de COVID-19, según cálculos de la Organización Mundial de la Energía. Para contextualizar: en 2019, la parte de energía lanzó 33 de las 36 gigatoneladas de CO2 del mundo y en 2020 fueron 31 de las 34 gigatoneladas globales.
El análisis de esta organización de 2021 cuenta que el carbón va a generar este año 640 millones de toneladas más de CO2 que en 2020 para llegar a las 14,8 gigatoneladas. Con el gas se prevé llegar a un pico histórico de 7,15 gigatoneladas de gases de efecto invernadero. El petróleo (origen de la gasolina y el gasoil para el transporte por carretera o los combustibles aéreos y marítimos), aunque también va a recrecer en emisiones no alcanzará aún el nivel pre-pandemia.
Con esas cifras, Teresa Ribera ha explicado en un receso de las negociaciones de la cumbre que “casi nadie entiende ya que se invierta dinero en financiar este gran problema que tenemos”. El problema es el cambio climático causado por la el calentamiento acelerado del planeta que viene provocado por la costra de gases lanzados a la atmósfera al quemar carbón, gas o petróleo.
Casi todos los países ponen dinero público que sostiene de una manera u otra a los combustibles fósiles. 370.000 millones de dólares en 2020, según la OCDE. Una buena parte se va a subvencionar el uso de combustibles ya sea con ayudas directas o con exenciones fiscales que abaratan el precio. Lo que pide el texto de borrador es ir abandonando estas subvenciones, no cortarlas de golpe.
Protagonistas del mercado mundial
¿Casi nadie? Arabia Saudí es el principal exportador de petróleo del mundo. En 2020 vendió crudo por valor de 113.000 millones de dólares. En segundo lugar se colocó Rusia con 72.000 millones. EEUU es el cuarto exportador. Respecto al gas, Rusia es el país que más exporta, perseguido por los EEUU. Arabia Saudí es el quinto exportador. Estos productos son los que luego reciben esas ayudas estatales.
Y para completar el juego, está Australia, que es el primer exportador de carbón mundial. Vendió mineral por valor de 32.000 millones de euros en 2020, el 39% del negocio global. Rusia también vende mucho carbón: 12.400 millones dólares. “No pueden ignorarse los intereses que tiene Australia aquí”, analiza Richie Merzian, que fue negociador en las cumbres durante diez años... para Australia. Merzian apunta a que “se trata de un país desarrollado y, en lugar de apoyar a Reino Unido o EEUU para empujar hacia más ambición va arrastrando los pies”.
Llamar al fin de la subvenciones fósiles fue una novedad en las cumbres climáticas. Que se mantenga o desaparezca ese objetivo hará, al menos en parte, de indicador sobre cómo han ido las cosas en la ciudad escocesa. “Ahora dicen que el problema que tenemos no es la fuente energética, es decir los combustibles fósiles, sino la tecnologías que pueden ser ineficientes”, analiza Javier Andaluz de Ecologistas en Acción. “Eso obvia absolutamente la realidad que nos han descrito los científicos: hace falta dejar el 80% de esos combustibles sin sacar del suelo. Mientras no se asuman estas indicaciones será muy difícil afrontar la crisis climática”, remata.
“Se ha debilitado sin duda”, añade el observador de Los Verdes, Florent Marcellesi. “No existen los combustibles fósiles eficientes, solo existen buenos combustibles fósiles si se mantienen debajo de la tierra y no los explotamos”. Marcellesi admite que “al menos sí se mantiene la idea de que esta década es crucial y que hay que revisar los planes de reducción de emisiones para 2030. Los países están intentando rascar para su lado”.