La palabra de Alfon contra la palabra de la policía
El juicio por la acusación contra Alfon Fernández por tenencia de explosivos en la jornada de huelga general del 14 de noviembre de 2012 ha quedado visto para sentencia.
El fiscal ha basado su acusación en el testimonio de los tres policías que le detuvieron ese día y en las pruebas periciales efectuadas a un artefacto explosivo inflamable. Los tres policías –una mujer y dos hombres– afirmaron que era el acusado “sin ninguna duda” quien llevaba la bolsa que contenía el artefacto y que lo depositó en el suelo cuando ellos se acercaron para identificarle.
La defensa ha apostado en su exposición final por la existencia de dos versiones contradictorias del mismo hecho: la de los agentes de policía y la de Alfon Fernández y Daira Cros, que le acompañaba en aquel momento y que también fue detenida pero no acusada, por lo que participó en el juicio como testigo. Ambos negaron que portaran la bolsa o saber algo sobre la procedencia de esta o del artefacto explosivo.
“Esto no es un procedimiento contencioso-administrativo y las declaraciones de los agentes de la autoridad tienen el mismo valor que los de cualquier otro ciudadano”, ha argumentado la defensa.
Para el abogado defensor Erlantz Ibarrondo, el fiscal no ha podido hacer caer ninguno de los tres los principios sobre los que se asienta la presunción de inocencia. Para él, no existe ausencia de incredulidad subjetiva ya que la familia de Alfon ha declarado sentirse “acosada” por la policía en Vallecas. Además, se ha sentido extrañado por el informe emitido sobre Alfonso Fernández por la Brigada Provincial de Información, un escrito “de 30 folios que recoge incidentes, sin control judicial, donde no hubo intervención policial ni detenciones”.
Se trata de un listado de acciones y viajes en las que Alfon ha participado desde 2009 y que una policía que participó en los registros explicó que “no existe un fichero” pero si se investiga a alguien, pregunta a los compañeros y “si hay gente que les suena [la persona investigada] se le empieza a buscar en las listas de identificaciones” que se guardan “en papel físico, en algún sitio” y de ahí se elabora un informe sobre esa persona.
Ibarrondo admitió sentirse preocupado por los “derechos de los ciudadanos que no pueden estar sometidos a un control, con informes ajenos a control judicial” y añadió: “No puedo creer que esta sea la fiesta de la democracia”, citando unas palabras pronunciadas poco antes por el fiscal.
Para la defensa, “los agentes no han manifestado lo mismo que en los atestados” y mientras dos localizaron en una calle la detención, un tercero la situó en un callejón. Estas contradicciones sirvieron de apoyo al abogado para hacer hincapié en la presunción de inocencia de su defendido.
Todos los que han testificado en el juicio han admitido que Alfon y Daira no salieron corriendo cuando los agentes, de paisano, salieron de su coche para identificarles. Para la defensa, esto es síntoma de saberse inocentes. En cambio, para el ministerio público, prueba lo contrario, pues los peritos expertos en explosivos declararon que un artefacto así debe tratarse con cuidado. “Yo lo trataría con cierta cautela –admitieron– hay que tener cuidado, pero tampoco es nitroglicerina”.
El fiscal se apoyó en esta declaración para explicar por qué Alfon no huyó al ver llegar a los policías, como sí hizo una tercera persona no identificada. “Hemos de felicitar la labor policial azarosa y casual que evitó que las intenciones del acusado se produjeran”, arrancó de esta manera el fiscal su alegato. En opinión de los peritos, el artefacto estaba pensado para crear “daños personales”.
El artefacto fue examinado y no se encontraron huellas de Alfon. En cambio, en un estudio lofoscópico, se hallaron cuatro huellas “con posible valor identificativo” que no se sabe a quién pertenecen.
Ibarrondo ha puesto en cuestión la cadena de custodia del artefacto que, según los peritos del Tedax, estaba compuesto por dos botellas de agua rellenas de gasolina y dos botellitas de gas, unidas entre sí por esparadrapo y a las que se había adherido una bolsa con tornillos en la base y un petardo en el centro. A la vista de los informes periciales, según la defensa, falta mucha información sobre quién recepciona el objeto, quién realiza las modificaciones, dónde ha estado guardado o cómo y quién ha tomado las muestras de los líquidos que contenía.
Se practicaron registros en los domicilios de Alfon y Daira pero los policías, testigos en el juicio, admitieron no encontrar ningún indicio de fabricación de explosivos. También se registró la sede del club Bukaneros, hinchas del Rayo Vallecano, al que Alfon está afiliado, y allí sólo se hallaron botellas de agua de la misma marca que las usadas para la fabricación del artefacto y cajas de cerillas “parecidas” a las usadas en él.
Alfon Fernández estuvo dos meses en prisión. Pasó 56 días en régimen FIES-5, que supone una vigilancia constante, con restricción de movimientos y control de las comunicaciones. La policía necesitó dos meses para emitir un informe que, en cuanto lo recibió la jueza, hizo que pusiera a Alfon en libertad. El juicio fue suspendido para la fecha en la que estaba prevista en un primer momento, el pasado 18 de septiembre. Pero este 25 de noviembre, minutos antes de la entrada para su celebración, el fiscal aportó un informe pericial con el análisis del contenido de las botellas.
La fiscalía había solicitado cinco años y medio de prisión para el acusado incluso antes de saber el contenido del líquido inflamable. El informe que analiza la mezcla de gases butano tiene fecha posterior a la de la vista en la que debería haberse realizado el juicio, si no hubiera sido aplazado en primera instancia por incomparecencia de los policías testigos.
A la salida de la sala, en declaraciones a eldiario.es, Alfon ha comentado que le llama la atención “la cantidad de contenido turbio en todo el proceso, como las cuatro huellas no investigadas, la cadena de custodia, las declaraciones de la policía, los ficheros secretos que ningún juez ha ordenado que se hagan... son ejemplos de lo turbio que ha acontecido en este caso, como tantos otros, siempre que hay un grado de ideología o de política en el proceso”.
Aunque aún le queda esperar la sentencia, admite que la sensación es de “liberación”, al igual que declaró al hacer uso de la palabra final en el juicio: “Yo no portaba material explosivo, soy inocente y en mi familia solo esperamos que se acabe este calvario”.