Es un portal como tantos otros. Amplio, con mármol azulado y dos ascensores al fondo. Afuera, detalles de aluminio y un interfono en el que pueden contarse hasta seis pisos. Nadie sale o entra, es un día tranquilo. El preludio de la tormenta: este lunes y martes la Audiencia Provincial de Navarra celebra las dos últimas vistas del juicio por violación a 'la manada', esta vez abiertas al público y a la prensa aunque, eso sí, bajo estrictas medidas de seguridad que buscan impedir la difusión de cualquier imagen o audio. Lo que sucedió en ese portal como tantos otros hace ahora casi año y medio quedará visto para sentencia.
Todo el mundo comenta el caso en Pamplona. “No hay reunión familiar, de grupo de amigos o viaje en autobús donde no escuches a la gente hablar de este caso”, reconoce Marisol Vicente, secretaria para la Igualdad de UGT Navarra. La gente, dice, está muy sensibilizada: “Si para algo ha servido es para volver a hablar de desigualdad, de abuso, para sacar a la luz otra vez conversaciones que estaban dormidas. La gente está yendo más allá de este caso, se está hablando en general de violencia y de igualdad”.
Aunque el caso de 'la manada' ha hecho de catarsis, la movilización social en Pamplona viene de lejos. Del asesinato en 2008 de Nagore Laffage, también en Sanfermines, después de negarse a tener sexo con el chico con el que se había enrollado. De las imágenes de mujeres a hombros forzadas a enseñar las tetas o que las enseñaban libremente pero eran manoseadas por una nube de hombres. De las campañas que decenas de colectivos de mujeres llevan años impulsando para acabar con todo tipo de agresiones sexistas durante las fiestas, pero también fuera de ellas.
Y, sin embargo, estos colectivos se muestran hoy reticentes a hablar en público. “Decidimos no hacer comentarios porque veíamos que iba a ser un juicio muy mediático y no queremos que se visibilice solo una agresión sexual, sino todo tipo de agresiones, y no solo en este contexto, sino en todos”, señala Teresa Zabalegui, portavoz de la Plataforma de Mujeres Contra la Violencia Sexista. Como ellas, muchas otras organizaciones han decidido adoptar la misma postura: sin comentarios hasta que haya sentencia.
Los vecinos del portal están “horrorizados”, pero nadie habla: es inevitable pensar en lo que sucedió cuando uno entra o sale por la puerta plateada de la calle Paulino Caballero. A pocos metros siguen los bancos donde una pareja encontró a la chica, acurrucada y llorando. “Quizá si no la hubieran encontrado y no hubieran llamado a la policía no estaríamos hablando hoy de esto”, dice Roberto Cámara, director de Navarra Televisión, consciente de que muchas mujeres temen denunciar. “Hoy muchas mujeres se están atreviendo, creo que hay una sensibilidad mayor que antes y que es real, hay más rechazo a las agresiones”, apunta.
Un caso entre muchos otros
Los datos recuerdan que este es un caso entre muchos otros. En los sanfermines de 2016 se denunciaron 16 agresiones sexistas: 5 agresiones sexuales y 11 abusos sexuales. Las fiestas de este año, con 14: 2 agresiones y 12 abusos. Si ampliamos el foco, las cifras son mucho más abultadas. Solo en Navarra, en 2016 se registraron 145 denuncias por violencia sexual, según el Instituto Navarro para la Igualdad. En España, en 2015, se produjeron 9.000 agresiones sexuales, según datos de Eurostat.
Y, sin embargo, la atención está hoy en Pamplona. “Ese día nos enteramos muy pronto de lo que había ocurrido. Acababan de empezar los sanfermines y hubo una explosión de rechazo y de solidaridad, hubo una concentración multitudinaria, fue espectacular, no ocurría desde hacía años”, recuerda el director de Navarra Televisión, que reconoce que con el juicio el caso ha vuelto a tener quizá una “atención desproporcionada”. “Desgraciadamente hay muchas violaciones en muchos sitios, pasa en Bilbao, en Sevilla o en Madrid cada fin de semana”.
Pero varios factores hacen que la atención se haya concentrado en este caso, según Cámara: sanfermines, la fiesta internacional por excelencia, y el hecho de que la agresión fuera perpetrada presuntamente por cinco hombres. “No solo la agresión en sí, sino el abuso de autoridad, el hecho de que la grabaran, que le robaran el móvil...”, añade la responsable de UGT Marisol Vicente. Teresa Zabalegui subraya que muchos medios han derrochado dosis de “amarillismo” y de detalles insustanciales en lugar de ir al fondo del asunto.
Las campañas y los servicios puestos en marcha por el ayuntamiento de Pamplona y por las organizaciones de mujeres han sido pioneros. Puntos de atención, servicio de acompañamiento, concentraciones de rechazo. “Han sido fundamentales. Se ha visibilizado qué es violencia sexista, se ha visibilizado que muchos comportamientos machistas se normalizan y que ni siquiera se consideraban como tales”, recalca Teresa Zabalegui. Muchas ciudades han tomado nota para sus fiestas. Ellas insisten en que, además de generar conciencia, hacen falta políticas, medidas, presupuesto, formación.
El Palacio de la Justicia de Pamplona se prepara para dos jornadas que quedarán grabadas en la memoria de la ciudad. “La noticia del año”, dice Cámara. A la sala podrán acceder 46 periodistas y 24 personas como público. Sin ordenadores, tabletas, relojes, gafas, móviles o bolígrafos digitales. Prohibido intentar grabar. La Policía Foral, advierten, expulsará a cualquiera que no cumpla las normas.
Mientras, el fin de semana transcurre tranquilo en Pamplona, al menos para quien mira desde fuera. Como en otras ciudades, sea domingo, martes o viernes, las agresiones sexistas, más o menos visibles, siguen ahí. Teresa Zabalegui insiste: el énfasis sobre la violencia hacia las mujeres no debe cesar. “Hay que denunciarlo todo el año, que todos los medios tengan puesto el foco ahí”. Al fin y al cabo, el portal de la calle Paulino Caballero es uno más de todos los portales, dormitorios, oficinas, parques o autobuses en los que hombres agreden a mujeres.