Nadie esperaba que hoy hablase pero lo ha hecho, y ha sido más duro que nunca. Durante la reunión del Sínodo que se está celebrando en Roma, el primero en el que laicos y mujeres podrán votar y que esta tarde aprobó la llamada Carta al pueblo de Dios (336 votos a favor y 12 en contra), Francisco pronunció uno de los discursos más duros de los últimos tiempos, en el que arremetió contra las “actitudes machistas y dictatoriales” de la jerarquía eclesiástica, y denunció que “el clericalismo es un látigo, es un azote, es una forma de mundanidad que ensucia y esclaviza al santo pueblo fiel de Dios”.
Improvisando en castellano, Bergoglio elaboró un discurso que dejó boquiabiertos a buena parte de la asamblea, al subrayar que “es doloroso encontrar en algunos despachos parroquiales la 'lista de precios' de los servicios sacramentales al modo de un supermercado”. Y fue rotundo al afirmar que, de seguir así, la Iglesia “termina siendo una empresa de servicios variados” y “se convierte en el supermercado de la salvación, y los sacerdotes, en meros empleados de una multinacional.”
“Es la gran derrota a la que nos lleva el clericalismo. Y esto con mucha pena y escándalo”, sostuvo, poniendo ejemplos del día a día en la Ciudad Eterna: “Basta ir a sastrerías eclesiásticas en Roma para ver el escándalo de sacerdotes jóvenes probándose sotanas y sombreros o albas y roquetes con encajes”.
Frente a ello, el Papa defendió la “infalibilidad” del pueblo de Dios frente a los tics clericalistas, explicándolo con el acento de párroco porteño que no ha dejado de ser. “Cuando quieras saber lo que cree la Santa Madre Iglesia, andá al Magisterio, porque él es encargado de enseñártelo, pero cuando quieras saber cómo cree la Iglesia, andá al pueblo fiel.”
Un pueblo fiel que, además, es mayoritariamente femenino. “La Iglesia es mujer, y son las mujeres quienes saben esperar, saben descubrir los recursos de la Iglesia, del pueblo fiel, se arriesgan más allá del límite, quizá con miedo pero corajudas, y en el claroscuro de un día que comienza se acercan a un sepulcro con la intuición (todavía no esperanza) de que pueda haber algo de vida”, recordó el Papa, añadiendo que “la Iglesia es femenina, es esposa, es madre”, frente a los que “desfiguran el rostro de la Iglesia con actitudes machistas y dictatoriales”.
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