Por sorpresa y dejando claras sus intenciones. El Papa Francisco acaba de anunciar el que será el sexto consistorio de su pontificado y por el que consigue acabar con décadas de legado de Juan Pablo II y Benedicto XVI en la Iglesia romana. Desde el próximo 5 de octubre, la mayoría absoluta de los cardenales que podrían elegir Papa en un futuro cónclave habrán sido designados por Bergoglio, un gesto dirigido expresamente a la corriente rigorista, que impulsa un 'complot' (denunciado por el general de los jesuitas, Arturo Sosa, sj.), para forzar al sucesor de Francisco a revertir las reformas y volver a la Iglesia anterior al Concilio Vaticano II.
Si de Bergoglio depende, eso no va a suceder. Esta es una de las principales razones para el anuncio de este mediodía. Un anuncio que vino, además, con suspense, pues el Papa llegó tarde al Angelus tras haberse quedado encerrado 25 minutos en el ascensor, teniendo que ser rescatado por los bomberos.
Tras el susto, la sorpresa: Francisco nombraba 13 nuevos cardenales (10 de ellos electores), en una clara apuesta por una Iglesia cada vez más descentralizada y con la mirada puesta en las periferias y los descartados. De ellos, dos son españoles: el salesiano Cristóbal López, arzobispo de Rabat; y Miguel Ángel Ayuso, presidente del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso, y el 'hombre' del Papa en el diálogo con el Islam.
¿Qué suponen estos nombramientos? Varias claves. En primer lugar, que Francisco ya se asegura una mayoría de cardenales en un futuro consistorio. A partir del 5 de octubre serán 128 cardenales electores (la cifra máxima en principio es de 120), de los que 67 habrán sido creados por el Papa argentino, por 42 de Benedicto XVI y apenas 19 menores de 80 años creados por Juan Pablo II.
Esto supone, además, que Bergoglio deja claro que no teme los 'complots' de una parte de la Curia y de varios cardenales ultraconservadores (Müller, Sarah o Burke, además de un inexplicable juego por parte de los próximos al Papa emérito Ratzinger). Que no los teme y que, por tanto, seguirá adelante con las reformas emprendidas. El Sínodo de la Amazonía, que arranca el 6 de octubre (un día después de la toma de posesión de los nuevos purpurados) será la auténtica piedra de toque, con la posibilidad de aprobar a los curas casados y un tipo de ministerio para las mujeres. Los rigoristas, por si acaso, ya están temblando y denunciando unos nombramientos 'preocupantes'.
En tercer lugar, una clara apuesta por las periferias (físicas y teológicas) y por los más débiles. De los diez nuevos electores, sólo hay un italiano (el arzobispo de Bolonia, Matteo Zuppi, uno de los prelados más 'francisquistas' de Italia), y tres miembros de la Curia. Curiosamente, los tres, claves en las reformas emprendidas por el Papa: el español Miguel Ángel Ayuso, presidente del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso y artífice de la histórica declaración de Abu Dhabi, que consagra el trabajo en común de musulmanes y católicos por la paz en el mundo; el poeta portugués José Tolentino, actual Bibliotecario y Archivero de la Santa Sede, y uno de los 'negros' de alguno de los más bellos textos sociales de Francisco; y el jesuita norteamericano Michael Czerny subsecretario de la sección de Migrantes del 'Ministerio' vaticano de Exteriores, y uno de los más críticos con la actuación de Mateo Salvini en la crisis de los refugiados en el Mediterráneo.
El resto, salvo el arzobispo de Luxemburgo (Jean ClaudeHollerich), provienen de América, África y Asia. Así, el nombramiento del arzobispo de Kinshasa, Fridolin Ambongo Besungu (que se suma al del español, Cristóbal López, arzobispo de Rabat), son un guiño papal al continente negro, que Francisco visitará a partir del 4 de septiembre. Bergoglio viajará a Mozambique, donde bendecirá los acuerdos de Paz, a Madagascar y a Mauricio.
Especialmente significativa es la designación de Juan de la Caridad García, arzobispo de La Habana, pocos meses después del fallecimiento del cardenal Ortega, clave en el fin del bloqueo a Cuba; o el de Álvaro Ramazzinni, obispo de Huehuetenango (Guatemala) y defensor de la causa de los indígenas en el país centroamericano. La lista concluye con el nombramiento cardenalicio de Ignatius Suharyo, arzobispo de Yakarta (Indonesia), el país con mayor número de musulmanes del mundo y donde los cristianos están llevando a cabo una imprescindible labor de pacificación.
Junto a los diez electores, el Papa también nombró a tres eméritos (mayores de 80 años, sin derecho a voto): Maichel Louis Fitzgerald, arzobispo emérito de Nepte (Túnez) y ex presidente del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso; el jesuita Sigitas TamkeviÄius SJ, arzobispo emérito de Kaunas; y Eugenio Dal Corso, obispo emérito de Benguela, en Angola.
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