Barcelona, 15 abr (EFE).- El activista y miembro fundador de Greenpeace Rémi Parmentier asegura que la economía azul es una “oportunidad económica” y una “apuesta de futuro” para ciudades como Barcelona, a la par que una necesidad para proteger la tierra porque, subraya, “sin un mar vivo no hay planeta vivo”.
En una entrevista concedida a EFE, este estratega ambiental y director del Grupo Varda celebra la apuesta de la capital catalana por la economía azul, es decir, por “aprovechar la energía y los recursos del mar sin poner en riesgo las oportunidades de las generaciones futuras”, en palabras de Parmentier.
“Hasta ahora lo hemos explotado como si tuviera recursos infinitos que no tenemos que cuidar. Pero tenemos que cuidar los recursos del océano, para aprovecharlos a largo plazo, de manera razonada y renovable”, señala.
Explica este activista, que ha participado en las jornadas “Barcelona reAct” para orientar el futuro económico de la capital catalana, que el viento generado por las olas y las mareas puede ayudar a obtener una “energía renovable y limpia”, al tiempo que “es hora de modificar las pautas” del tráfico marítimo y apostar por el hidrógeno y motores eólicos en vez de “seguir gastando petróleo y dañando al medio ambiente y al clima”.
También toca, en su opinión, “reflexionar sobre el futuro del turismo” para hacer que esta sea una actividad menos intensiva y menos dañina para el planeta: “Es importante crear un mecanismo para reglamentar y sentar pautas para un turismo azul sostenible”, apunta.
Parmentier cree que es “muy interesante que la ciudad de Barcelona haya identificado la economía azul sostenible como una apuesta de futuro”, porque “sin el aprovechamiento de la economía azul sostenible perdería una oportunidad económica y de futuro”.
“Sin un mar vivo no hay planeta vivo: lo que distingue nuestro planeta de todos los demás es el océano, que nos da vida. Debemos mantenerla”, enfatiza.
Parmentier pide “sacar lecciones” de la crisis de la covid-19 y aplicarlas para minimizar la crisis ambiental.
Tras décadas de activismo a sus espaldas, dice a los jóvenes que “tienen todas las razones del mundo para luchar por su futuro” y asevera que “hay que crear muros de contención que puedan resistir la presión de este consumo descontrolado”.
Afirma que en las décadas pasadas se han logrado establecer “redes de seguridad” para evitar males mayores, pero ahora se ha hecho evidente que estas “no bastan”.
“Desde luego que hace unos años no éramos conscientes de la rapidez del deterioro ambiental: lo veíamos venir, pero no tan deprisa”, reconoce.
Pese a la dificultad del momento, Parmentier anima a no perder el optimismo, entre otras cosas por el giro de timón de Estados Unidos con relación a la crisis climática.
“Joe Biden está cambiando por completo los planteamientos nefastos de la Administración de Donald Trump”, aplaude, al tiempo que celebra que el nuevo presidente haya nombrado a John Kerry enviado especial de Estados Unidos para el clima.
Y es que, remarca, “sin acción para proteger al clima no podemos proteger al océano, y viceversa”.
Ayer, el Ayuntamiento y el Puerto de Barcelona firmaron un convenio mediante el cual impulsar la economía azul como uno de los motores económicos de la ciudad.
Según los datos del consistorio, la economía azul ya genera en la ciudad un impacto de 3.750 millones de euros y emplea a unas 15.000 personas (un 4,3 % del PIB de la ciudad y un 1,4 % de la ocupación).
Pero ahora Barcelona quiere dar un paso adelante y ser “referente mundial y europeo” en la materia, según explicó el primer teniente de alcalde, Jaume Collboni.