Los parques nacionales protegidos, las nuevas pistas de atletismo
La tentación de sacarle un rédito económico al medio ambiente está convirtiendo los parques nacionales españoles en algo que no son: polideportivos masivos al aire libre.
La ley que regula estos espacios explicita que nacen para “conservar la integridad de sus valores naturales” y que su protección es “de interés general del Estado”. Pero la demanda creciente de pruebas en espacios singulares ha creado un nicho de negocio a base de patrocinios, publicidad, inscripciones y turismo al que nadie parece renunciar: de los 14 parques nacionales declarados en España solo cuatro no lucen algún evento deportivo multitudinario de cientos o miles de participantes concentrados en una única jornada.
El pasado 7 de mayo, cualquier persona que se acercara a la Caldera de Taburiente en La Palma pudo ver una muchedumbre de 3.000 personas discurriendo durante horas por el parque. Se asemejaban a la hilera de la oruga de la procesionaria durante la VII edición del ultra maratón Transvulcania. Se trata de una de las citas más famosas del nutrido calendario español de carreras de montaña.
Porque a día de hoy parece impensable que no haya una de estas pruebas en cada parque nacional. Y eso que el borrador del nuevo Plan Director de Parques Nacionales del Ministerio de Medio Ambiente indica que “con carácter general las pruebas y competiciones deportivas en el interior se consideran incompatibles con sus objetivos”.
Montar un maratón de 100 kilómetros en uno de estos espacios protegidos requiere una autorización extraordinaria. Para concederla la normativa general aun en vigor pide que haya una “asociación significativa entre los objetivos del parque y la actividad”. Y prohíbe explícitamente eventos cuyo fin principal sea “comercial, publicitario o de lucro”.
En contra de esos preceptos, las pruebas de montaña están de moda. Mueven una buena cantidad de dinero y el atractivo de las zonas ambientales más exclusivas es irresistible. Solo en inscripciones una carrera como la Transvulcania de La Palma supera los 250.000 euros. En el parque de Aigüestortes en Lleida se acercan a esa cifra. En Sierra Nevada (Granada) la carrera duplicó sus participantes en 2015 y las inscripciones medias de todas las modalidades suman casi 90.000 euros. La dirección de cada parque establece los límites de participantes y las condiciones para que tenga lugar.
“Los ayuntamientos han visto que una manera de generar dinero es llenar bares y hoteles con una carrera que les desborda el espacio natural. Muchas carreras con muchos participantes”, cuenta un promotor de actividades de montaña que prefiere no dar su nombre. En ese sentido, los organizadores del maratón de la isla de La Gomera han subrayado que su carrera “prevé superar los 100.000 euros de impacto económico. Durante dos días se dinamizará la economía”.
Organizadores públicos y privados
A la cabeza en la lista de pruebas está Canarias que tiene sus cuatro parques con ultramaratón: la Transvulcania, la Bluetrail en Tenerife que pasa por el Teide, la Gomera Paradise con trazado por Garajonay y la Haría Extreme en Timanfaya (Lanzarote).
En la península, Picos de Europa, Sierra Nevada y el reciente parque de Guadarrama también disputan sus maratones. En los Pirineos, Aigüestortes luce la famosa Epictrail. Para esta prueba, la Generalitat catalana ha querido hacer la salvedad de que “es tramo dentro del parque no está cronometrado por lo que no se considera carrera desde el punto de vista deportivo”. Incluso Doñana (que no es montañosa) es la meta de un triatlón extremo que finaliza en la playa del parque nacional.
Las posibilidades económicas que se han ido asociando a las competiciones extremas han seducido a las administraciones. En no pocas ocasiones son los gobiernos autonómicos o locales los promotores del evento.
En Canarias, el Cabildo de la Palma utiliza la Sociedad de Desarrollo de La Palma (Sodepal) para organizar la Transvulcania. En Tenerife, el Gobierno insular encarga a la sociedad pública IDECO su maratón por el volcán. La prueba en Lanzarote la impulsa el Ayuntamiento de Haría.
También aparece entre las organizadoras la Empresa Pública para la Promoción del Turismo y Deporte en Andalucía en caso el triatlón del Parque Nacional de Doñana. A la cabeza de Epictrail de Aigüestortes está el Ayuntamiento de Vall de Boí. Basta con mirar la lista de escudos y logotipos que se adhieren a las promociones de las carreras para constatar el apoyo institucional: gobiernos, ayuntamientos, organismos de turismos, los propios parques nacionales aparecen junto a marcas de material deportivo, tiendas especializadas...
Permisos en Canarias
El interés generalizado por permitir, casi a toda costa, estos actos viene ilustrado en las Islas Canarias. Allí, el Gobierno autonómico publicó en 2013 unas directrices específicas para la autorización de “actividades extraordinarias en los Parques Nacionales de Canarias”.
Entre otras cosas, exige para dar permiso “que se acredite de forma fehaciente que no puede realizarse en otro sitio que no sea el parque nacional” y que solo se autoricen las actividades que “contribuyan a la difusión de los valores del parque de manera explícita y concreta”.
Incluso se especifica que “no se autorizará la actividad publicitaria durante la celebración de esta actividades ni siquiera de carácter institucional pública o privada”. A la vista de cómo se desarrollan estas carreras, no parece que se apliquen muy estrictamente.
Con las administraciones públicas predispuestas, al nicho de mercado abierto se han ido acercando una batería de empresas privadas bien para impulsar una nueva prueba o vender sus servicios a los organizadores públicos.
El ultra de Sierra Nevada (Granada) está promovido por la mercantil Terra Incógnita Sport que también organiza la regata Betis-Sevilla o la Sevilla-Marrakech de bicicleta de montaña. Para la Gomera Paradise, el club Laurisilva se apoya en la empresa Gomesport Eventos. En Lanzarote está presente otra organizadora profesional: Arista. Igual ocurre en el Pirineo leridano con Ocisport.
Los organizadores de las carreras explican que en sus pruebas se busca el respeto al medio ambiente. Incluso ese concepto viene recogido en los reglamentos de las carreras hasta el punto de que se prevé la descalificación de los participantes que tiren, por ejemplo, botellas de líquidos fuera de los contenedores. Si se aplicara esa norma, docenas de corredores serían expulsados en cada prueba. No ocurre así.