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Las peculiaridades del nuevo colegio de la princesa Leonor, desde el proceso de selección hasta el tipo de alumnos

La infanta Leonor no estudiará bachillerato en España. Lo hará en Gales, en uno de los 18 colegios que tiene distribuidos por todo el globo UWC (siglas en inglés de Colegios del Mundo Unido). Esta organización internacional está financiada por importantes empresas, fundaciones y el aporte de particulares. A finales del próximo mes de agosto la princesa pondrá rumbo a su próximo destino, un centro que poco tiene que ver con cualquier colegio al uso. Para empezar, por la matrícula, que cuesta casi 76.500 euros por los dos años de este tramo académico. Pero también resultan una rareza sus características, el proceso de selección, el tipo de alumnos que ingresan en sus centros y hasta el contenido de los programas educativos. ¿Cómo es el colegio de Gales –el llamado UWC Atlantic College– y cómo se ha hecho Leonor con una de las plazas para estudiar allí?

Todos los años, en torno al 15 de septiembre, la fundación abre la convocatoria a los candidatos. Berta Fraguas, directora general de UWC España y coordinadora del proceso de selección, explica a elDiario.es que los meses previos llevan a cabo un trabajo de comunicación para que el llamamiento alcance al mayor número de personas posible. “Lo anunciamos a través de redes sociales y también enviamos información a todos los colegios de España, públicos, privados y concertados”. Puede postular su candidatura cualquier estudiante que cumpla los siguientes requisitos: estudiar 4º de ESO o 1º de Bachiller, tener entre 15 o 16 años, disponer de la nacionalidad española o que se esté tramitando y, si es una persona migrante que no ha podido conseguirla, que lleve toda la vida viviendo en España. “Bajo estas condiciones, quien quiera apuntarse solo tiene que rellenar un cuestionario en el que se hacen algunas preguntas personales”, añade Fraguas. 

La particularidad de este primer cuestionario es que se realiza de forma completamente anónima. La idea es que el equipo de profesionales que evalúa la idoneidad de los candidatos no sepa en esta primera parte del proceso de preselección a quién pertenecen las fichas o si una de las postulantes es, como en este caso, la hija de los monarcas. Para garantizar la transparencia de la evaluación, afirma la directora, los cuestionarios son examinados por distintas personas y en repetidas ocasiones. “Todos los alumnos pasan por los mismos procedimientos”, remarca. ¿En qué consiste ese primer filtro, la primera tanda de pruebas?

“Apenas concedemos importancia al expediente académico, se trata más bien de un cuestionario para medir el equilibrio entre lo social y lo académico, para conocerlos en profundidad, así que se hacen preguntas muy variadas”, explica la directora, “como por ejemplo qué idiomas hablan, qué deportes practican, qué aficiones culturales tienen, si están en alguna asociación juvenil, incluso cómo creen que será el mundo dentro de 20 años”. Estas preguntas no son casuales: otra de las particularidades de estos centros es que los alumnos ingresan como internos para convivir con compañeros y compañeras de más de 80 nacionalidades y de orígenes diversos que pueden no tener nada que ver con la realidad de la que provienen. Un ejemplo es que entre los programas impulsados por UWC figura el de la concesión de 100 becas para refugiados.

“Los alumnos tienen que saber que no vienen solamente a estudiar”. El objetivo de estos colegios es facilitar el intercambio cultural y, a través de un potente programa de becas, dar la oportunidad de recibir una educación de alto nivel a niños y niñas cuyas familias no disponen de los recursos. “A nivel mundial, una media del 75% de los alumnos van becados completamente. Y en España en particular, el 85% de ellos van con una beca total o parcial”, apunta la directora, aunque no es este el caso de la princesa.

¿Y cómo se distribuyen las becas? “Cuando rellenan el impreso de solicitud anónimo marcan si van a necesitar beca o no, y cuando el proceso de selección ha finalizado se ve quién necesita ese dinero y quién no, y es entonces cuando se reparte”, cuenta Fraguas. Después del primer cuestionario, el proceso de selección avanza con otras pequeñas actividades valorativas, hasta que finalmente se elige a los candidatos que van a pasar a la siguiente fase, que ya no es anónima: las entrevistas personales, que suelen ser presenciales, pero este año con la pandemia han sido online por motivos de seguridad.

¿En qué se fijan estos colegios para seleccionar a sus alumnos? Fraguas enumera los cinco criterios por los que se rigen a nivel mundial. “Que sean personas curiosas y con una motivación intelectual, que tengan un compromiso activo con el mundo que les rodea, una competencia social para trabajar en equipo, una gran responsabilidad e integridad (ya que se les exige prácticamente que sean autónomos a una edad muy temprana como es la adolescencia) y, por último, que quieran venir a un Colegio del Mundo Unido”. Esta última cuestión, dice, es muy importante porque todos los Colegios del Mundo Unido no exigen solo estudiar, también hacer tareas de servicios sociales, actividades extraescolares multiculturales... “y puede que te toque en una habitación con seis personas muy distintas a ti”.

La infanta Leonor, asegura, igual que el resto de sus compañeros “irá a la habitación que se le asigne y no a la que elija”. En zonas más desfavorecidas o de conflictos armados, las actividades de servicios sociales van más destinadas a trabajar con los refugiados, alfabetización de niños de la guerra, etc. Pero en la prosperidad de Gales es probable que Leonor tenga que trabajar más cerca de la naturaleza que de otras personas. “Hacen actividades con residencias de ancianos, pero con la COVID se ha complicado. Allí hay mucha naturaleza y se requieren de los estudiantes servicios más bien relacionados con el medioambiente”.

El curso empezará a finales de agosto y dura hasta mayo. Serán dos años los que la infanta Leonor vivirá en Gales hasta completar su formación en el UWC Atlantic College. Para este curso, 500 candidatos enviaron sus solicitudes desde nuestro país.

El 'gesto político' de los reyes

La noticia del nuevo rumbo académico de Leonor ha saltado a los medios durante una rueda de prensa de la ministra de Educación, Isabel Celaá, que lo ha calificado como “una decisión privada que respetamos”. Por el contrario, hay quien cree que es un “gesto político” de desdén hacia la educación pública española y la realidad social del país, entre los que se encuentran algunos sindicatos y formaciones políticas. “Parece razonable que la futura jefa del Estado curse su formación en el sistema educativo español”, piensa Maribel Loranca, responsable del sector de la enseñanza de UGT.

Aunque sea una cuestión de índole personal y en la que los padres deben tener libertad de elección, reconoce que este caso es distinto porque “ni ella es una alumna normal ni es una decisión al alcance de todos”. “A veces hay gestos que valen más que mil palabras”, reitera la portavoz sindical haciendo alusión a la “ejemplaridad” que se le presupone a la Casa Real. “La escuela pública en España es muy valiosa, de las mejores que hay, y reúne todos los requisitos para una formación de primer nivel”, declara Leticia Cardenal, de CEAPA, la confederación de asociaciones de padres, pero prefiere no posicionarse “sobre lo que hace o deja de hacer la monarquía”.

Desde CCOO tampoco emiten juicios de valor a nivel sindical, pero su secretario general, Francisco García, no se muestra sorprendido. “No estaba acudiendo actualmente a la enseñanza pública”, precisa, y afirma que vería más razonable que eligiera la educación universitaria pública en España, como hizo su padre. Si bien Felipe VI cursó COU en Ontario, Canadá, más tarde se matriculó en Derecho por la Universidad Autónoma de Madrid tras finalizar su formación militar. Luego, estudió un Máster en la Universidad de Georgetown, en Washington D.C.

“Pero en la formación elemental no optaron por la educación pública, ni Leonor ni su padre”, recalca Loranca. Los dos ─y también la infanta Sofía─ estudiaron en el colegio católico y privado Santa María de los Rosales, en Madrid, cuya matrícula cuesta actualmente unos 7.000 euros al año. En el aspecto religioso sí hay diferencias con el próximo centro educativo al que acudirá Leonor, que es de carácter laico.