Pedro Salinas, investigador: “El Sodalicio utiliza una fachada católica para perpetrar todo tipo de abusos”
“Voy a seguir, aunque estamos extenuados”. Paola Ugz y Pedro Salinas son los dos periodistas que, gracias a sus averiguaciones, lograron que el papa Francisco ordenara una investigación contra el Sodalicio de la Vida Cristiana, una de las instituciones ultracatólicas más importantes de Latinoamérica y cuyo fundador, Luis Figari (exiliado en Roma), y algunos de los primeros responsables, han sido acusados de abusos sexuales y de poder, así como de una trama económica supuestamente corrupta. En las pasadas semanas, Bergoglio envió a Perú a Charles J. Scicluna y Jordi Bertomeu, que se han entrevistado con víctimas, responsables de la congregación y obispos peruanos.
El primero en hablar fue Salinas que, desde el país latinoamericano, comparte con elDiario.es sus impresiones y perspectivas de futuro con una idea clara: “El Sodalicio es una organización sectaria que utiliza una fachada católica para perpetrar todo tipo de abusos y eso, en el mundo real, no se borra de un plumazo, únicamente cambiando sus constituciones y estatutos, porque estamos hablando de una institución católica espuria y con vicios de origen”. Y remata: “Debe ser disuelto”.
¿Qué valoración hace de la visita de Bertomeu y Scicluna?
La agenda de reuniones comenzó conmigo el martes 25 de julio a las nueve de la mañana, y duró cerca de dos horas y media. Luego fue citada Paola Ugaz. Los temas, en mi caso, fueron variados, aunque muy específicos. El carisma. La estructura sectaria. El rol que jugaron determinados prelados, ya sea por indolencia u omisión después de las denuncias periodísticas. La verdad es que me sentí escuchado por primera vez en estos larguísimos 13 años desde que iniciamos las pesquisas y fuimos denunciando a esta organización católica. Pero lo que más me llamó la atención fue el nivel de información que manejaban ambos. Scicluna, quien llevó la voz cantante, me pedía precisiones sobre páginas y capítulos puntuales de mi último libro Sin noticias de dios. Sodalicio: crónica de una impunidad (Autopublicación, 2022). Estamos hablando de un libro de casi mil páginas.
Incluso estaban al tanto del allanamiento a mi casa en enero de 2022. Entonces, robaron mi móvil y se descargaron todos mis audios, chats y contactos con víctimas y autoridades eclesiásticas y entraron en el ordenador donde estaba escribiendo Sin noticias de dios. El ordenador no pudieron llevárselo porque, pensando que eso podía ocurrir, lo empotré a una pared de mi habitación. Pero sí. Me impresionaron positivamente los inquisidores del papa. Tanto, que hasta me dejó la sensación de que algo podía pasar.
¿Qué pidió a los investigadores vaticanos?
Esa fue la pregunta final que me hizo Scicluna. Pedí la disolución del Sodalicio. Por él me enteré de que el término canónico correcto era “supresión”. O sea, no se descarta ese escenario. El Sodalicio carece de carisma, y está documentado que Figari, antes de crear el Sodalicio, hacia fines de los años sesenta, ya tenía comportamientos de depredador sexual. Los primeros abusos del fundador se producen apenas fue creada esta institución, a inicios de los setenta.
Más aún. La aprobación pontificia se obtuvo ocultando deliberadamente y echando un capote sobre los casos de abusos sexuales perpetrados por sus principales líderes. Estamos hablando de una “sociedad de vida apostólica” que se convirtió en lo que es de manera fraudulenta y con mentiras y trampas y lobbies. El Sodalicio es una organización sectaria que utiliza una fachada católica para perpetrar todo tipo de abusos. Por lo menos, así ha funcionado por más de cuatro décadas. Y eso no se borra de un plumazo sino cambiando sus constituciones y estatutos porque estamos hablando de una institución católica espuria y con vicios de origen.
¿Qué debería ocurrir con el Sodalicio?
Debería ser suprimido. Y sus bienes deberían ser incautados y vendidos para reparar a las víctimas, quienes han sido revictimizadas de manera cruel e inclemente durante todos estos años. Incluso no pocas víctimas fueron excluidas del proceso mezquino por el que las hicieron transitar. Y algo no menos importante: si algo así ocurriese, movimientos de similares características como Pro Ecclesia Sancta (o Avanzada Católica, en el Perú), Los Heraldos del Evangelio (de Brasil), o Lazos de Amor Mariano (de Colombia), entre otros, podrían seguir en la lista. El precedente de la hipotética supresión del Sodalicio podría ser histórico y ejemplarizador.
¿Qué ocurre con Figari?
Figari ya fue “sancionado” en 2017 en un proceso farsesco. La “sanción” consistió en otorgarle una jubilación dorada en plan jeque árabe. Y no exagero. Nunca lo expulsaron de la institución. Trataron a sus víctimas sexuales como “cómplices”, sin contrastar con ellas. E incluso “se perdió” en el dicasterio una de las denuncias más graves contra Figari, que fue presentado como un “lobo solitario” que actuó sin cómplices reales ni encubridores efectivos, en plan Maciel y Karadima, algo que no solo es imposible de creer, sino que está acreditado y corroborado que no fue así.
¿Cuál ha sido la respuesta del episcopado peruano?
Formalmente, han saludado públicamente la misión de Scicluna y Bertomeu. Pero de puertas hacia dentro, adivino que algunos obispos deben estar un pelín nerviosos. Con pocas excepciones, como el arzobispo de Lima, Carlos Castillo, el prelado de Caravelí, Reynaldo Nann, y el cardenal Pedro Barreto, el resto de pastores peruanos brilló por su ausencia e indiferencia en esta historia. Algunos se defienden esgrimiendo que publicaron notas de prensa, como si un comunicado de papel denotara una suerte de acción contundente. Lo cierto es que la indolencia de las autoridades eclesiásticas fue lo que prevaleció en el Caso Sodalicio. Esa es la verdad.
¿Merecen la pena tantos años de lucha?
Es una pregunta que me viene rondando desde hace un buen tiempo, y no tengo una respuesta categórica ni feliz. El impacto que ha tenido esta guerra desigual, que jamás busqué, sino que se nos apareció a Paola y a mí, ha tenido un impacto tremendo en todos los ámbitos de mi vida personal. Honestamente, espero que esta historia se acabe, y pronto. Ha tenido demasiados daños colaterales con gente de mi entorno más cercano y me cambió la vida por completo, con consecuencias que son irreversibles e irreparables. Voy a seguir porque es lo que me toca, pero Paola y yo estamos como los hobbits Frodo y Sam cuando llegan al Monte del Destino para tirar el anillo a la lava: despellejados y extenuados.
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