Desde hace unos pocos meses, algunas farmacias (online y físicas) en España han empezado a vender un producto atípico para estos establecimientos: cigarrillos electrónicos desechables que se promocionan como “un producto innovador y de alta calidad para evitar los efectos negativos de la nicotina”. En la página web del producto declaran estar “especializados en farmacias” y se muestran vapeadores con diferentes sabores, entre los que se incluyen sandía, frutas del bosque o menta.
“Si estabas pensando en dejar de fumar, esta puede ser la ayuda que estabas esperando”, se promociona una de estas marcas. Guillermo Bagaria, representante del Colegio de Farmacéuticos de Barcelona cree que “esta alusión a pretendidos efectos terapéuticos puede incumplir la Ley de garantías y uso racional de medicamentos y productos sanitarios (RD 1/2015), que establece que solo a los medicamentos con evidencia científica y registro como tal se le pueden atribuir propiedades o indicaciones terapéuticas”.
Sin embargo, la venta de este tipo de productos en establecimientos como las farmacias no está prohibido en nuestro país. La actual regulación ha permitido una mayor presencia de cigarrillos electrónicos y vapeadores en cada vez más espacios dirigidos al consumidor a lo largo de los años. Aunque el Ministerio de Sanidad desarrolló un borrador –el Plan Integral de Prevención y Control del Tabaquismo 2021-2025– que pretende equiparar los cigarrillos electrónicos a los tradicionales, con sus correspondientes restricciones al comercio y la publicidad, este documento lleva guardado más de un año en el cajón.
Noa Rey, farmacéutica y secretaria de la Sociedad Española de Especialistas en Tabaquismo (SEDET), explica a elDiario.es que la presencia de vapeadores en farmacias le parece “terrible”. “Sabemos que vapeadores, cigarrillos electrónicos y dispositivos de tabaco caliente no sirven para dejar de fumar. La evidencia científica nos dice que no son una herramienta para ello. Quiero pensar que las farmacias que tienen estos productos lo hacen desde el desconocimiento absoluto. Es decir, que no se imaginan que esto es totalmente perjudicial para el paciente”.
“Este tipo de dispositivos son una puerta de entrada a otras drogas. Es más probable que la gente que empieza con vapeadores o con cigarrillos electrónicos termine consumiendo cigarrillos convencionales u otro tipo de drogas”, sostiene Rey. Así lo constata un informe de la Organización Mundial de la Salud que muestra que los niños que usan dichos dispositivos tienen hasta el triple de probabilidades de consumir productos de tabaco en el futuro que aquellos que no los utilizan.
Cristina Martínez, investigadora y adjunta de la Unidad de Control del Tabaco del Instituto Catalán de Oncología (ICO), respalda la opinión de Rey: “Desde la comunidad científica, tanto del control del tabaco como sanitaria, no damos apoyo a ningún tipo de producto que sea de vapeo o con aerosol que se utilice para dejar de fumar, porque no hay evidencia científica que avale que los productos con aerosoles, con o sin nicotina, ayuden a dejar de fumar”. Y añade: “Es una publicidad engañosa dirigida quienes quieren dejar de fumar, y a la vez atrae a los jóvenes por sus sabores atractivos, iniciándoles en la adicción a la nicotina”.
El paraíso de las redes sociales
Las redes sociales se han convertido en el espacio ideal para la publicidad de los cigarrillos electrónicos por múltiples razones. En primer lugar, los fabricantes de estos productos se dirigen principalmente a los jóvenes, en torno a la adolescencia. Este colectivo usa con mucha frecuencia redes como Instagram o TikTok, en comparación con los medios de comunicación convencionales (TV, radio, prensa...).
Por otro lado, no existe en la actualidad una regulación específica sobre la publicidad de los cigarrillos electrónicos en redes sociales. Estas circunstancias han llevado a iniciativas publicitarias de productos de vapeo que serían totalmente ilegales para los cigarrillos y otros productos con tabaco, en las que se asocia a estos cigarrillos con gominolas o piruletas para dirigirse a un público muy joven. Diversas marcas también promocionan productos con sabores que podrían captar el interés de los niños como sabor a palomitas, Fanta, donuts o tarta de queso.
La publicidad a través de influencers o mediante sorteos de consolas, videojuegos y experiencias son otras estrategias para expandir la presencia de cigarrillos electrónicos por Internet. “Hacen una publicidad muy agresiva en redes, con una jerga totalmente dirigida a los más jóvenes”, explica Rey. “La ciencia nos dice que si nunca has fumado antes de los 18 años es muy difícil que te conviertas en un fumador habitual y esto la industria del tabaco lo sabe. Entonces quieren que tú empieces a consumir, les da igual el qué, les da igual cómo, pero que consumas, ya sea un cigarrillo convencional o uno electrónico. Cuanto antes consumas, más probable es que consumas todos los días. Por eso las empresas del tabaco están invirtiendo cada vez más en cigarrillos electrónicos y vapeadores”. La industria parece que lo está consiguiendo, según la última Encuesta sobre uso de drogas en enseñanzas secundarias en España (1994-2021), más del 44% de los estudiantes ha consumido alguna vez en la vida cigarrillos electrónicos. En 2014-2015 solo el 17% de ellos lo había probado alguna vez.
Los riesgos de los cigarrillos electrónicos y vapeadores
Algunas personas que consumen habitualmente estos productos pueden tener la sensación de que, por su apariencia, aroma y sabor, son inocuos. Sin embargo, los estudios que están surgiendo en los últimos años dejan cada vez más claro que poseen efectos negativos para la salud.
“Estos productos no son inocuos y liberan aerosoles, con sustancias tóxicas como el propilenglicol o la glicerina vegetal, aclara Martínez. ”Se trata de sustancias utilizadas para producir niebla, la cual se ha descubierto que aumenta la irritación pulmonar. Además, dichos productos pueden contener productos químicos como compuestos orgánicos volátiles y formaldehído, que afectan a las vías respiratorias“.
Entre otras consecuencias, estos productos incrementan el riesgo de sufrir lesiones e inflamación de los tejidos de la cavidad oral. Además, el vapor o el humo de segunda mano de estos productos son perjudiciales para los pulmones en crecimiento y aquellos dispositivos que poseen nicotina tienen también la capacidad de provocar adicción.
Por otro lado, los cigarrillos electrónicos contienen diversas sustancias que son carcinógenas, como las nitrosaminas, y moléculas tóxicas como el propilenglicol, que pueden irritar las vías respiratorias y los pulmones. Sin embargo, los daños a largo plazo se desconocen, pues aún no ha pasado suficiente tiempo como para saber las consecuencias que tendrán el consumo crónico de cigarrillos electrónicos sobre la salud de sus usuarios. Pasarán décadas, probablemente, hasta conocer la verdadera magnitud del daño que provocan estos dispositivos.