Como hizo con la marihuana, el presidente Enrique Peña Nieto se ha subido a la “ola mundial” pro matrimonio homosexual, más pendiente de reforzar su imagen internacional que la interna, pues las medidas no mejorarán su popularidad en México, coincidieron hoy varios analistas consultados por Efe.
Licenciado en derecho por la Universidad Panamericana, vinculada al Opus Dei, Peña Nieto sorprendió esta martes al lanzar una reforma constitucional para reconocer el matrimonio entre personas del mismo sexo, en coincidencia con el Día Internacional contra la Homofobia.
La medida, impopular en algunas zonas del país, se topa con los intereses de la poderosa Iglesia mexicana, que levantó el grito en el cielo al día siguiente de propugnarla el mandatario, aclarando que las uniones homosexuales no equivalen al matrimonio.
“Me sorprendí gratamente por ser un cambio en el sentido correcto desde el punto de vista social y de la modernidad” de México, pero además la medida contrasta con “el estilo conservador y la agenda social del Gobierno” de Peña Nieto (2012-2018), afirmó a Efe el analista político Federico Berrueto.
En su opinión, se trata de “una iniciativa polémica, que divide”, pero “todos los países van a tener que transitar hacia ella”.
Berrueto, director general de Gabinete de Comunicación Estratégica, la justificó porque “México fue uno de los primeros países católicos en aprobar el divorcio” y tiene una “tradición liberal”, marcada por su carácter de Estado laico desde el siglo XIX.
Al experto Roy Campos, director de Consulta Mitofsky, firma especializada en encuestas, no le extrañó tanto el anuncio gubernamental.
Explica que como miembro del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación había visto avances en esa dirección desde la época de Felipe Calderón (2006-2012) que se profundizaron con Peña Nieto.
Sin embargo, “no esperábamos que saliera la iniciativa, que la hiciera y la firmara”, matizó Campos.
El experto no ve detrás de estas medidas rédito alguno en materia de popularidad para Peña Nieto, quien tiene la desaprobación más alta de un mandatario desde 1995, del 66 %, y afronta una grave crisis de derechos humanos en su país, cuyo principal exponente es la desaparición de 43 estudiantes en 2014.
“La gente dice que no quiere despenalizar la marihuana, la mayoría no acepta el matrimonio igualitario y, sin embargo, el presidente apoya ambas iniciativas”, advierte.
Campos asegura que el gesto “no tiene costo en popularidad” y cree que la reforma responde a “un cálculo de alguien que hizo ver al presidente que tiene que ver más allá de su sexenio”.
“Son unas reformas de fondo, que cambian la sociedad, y tarde temprano algún presidente lo tenía que hacer porque es una ola mundial; o se montaba en la ola o la dejaba pasar”, argumenta.
El experto vincula la reforma, que enseguida despertó elogios de la Oficina en México del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, con “un cambio en la forma” de gobernar de Peña Nieto en las últimas semanas.
“El primer signo fue cuando salió el Ejército a pedir disculpas” por varios casos de torturas, algo que “jamás había pasado”.
El segundo es cuando el presidente decide ir a la ONU, a la reunión sobre las drogas“ en Nueva York, y al regresar manda una iniciativa al Senado para despenalizar la marihuana.
Y el tercero es la postura sobre el matrimonio homosexual, detalla Berrueto, que también rechaza atribuir este último punto “a una estrategia mediática o a un intento de recuperar imagen” presidencial, sino más bien al “producto mismo de la deliberación que está ocurriendo en la sociedad”.
“No creo que esto afecte a la visión sobre otros temas, como la seguridad, la corrupción, porque estos últimos son temas de tal magnitud que nada puede compensarlos”, agrega.
Campos concuerda en que “el Gobierno está pensando que las reformas no son para dar resultado en el corto plazo, sino que los aplausos puedan venir en el mediano y largo plazo”, algo que ya pasó con Carlos Salinas de Gortari (1988-1994), cuestionado al principio pero del que “hoy muchos empiezan a reconocer algunas medidas”.
En cualquier caso, vaticina que Peña Nieto “está destinado a terminar con niveles bajos de popularidad” y ni la marihuana ni el matrimonio homosexual parecen poder cambiar ese destino.