Esta es una historia de esclavitud, de autoflagelación, de tortura psicológica, de lucha por la libertad. O, al menos, así lo plantea la periodista Paula Bistagnino, cuyas investigaciones sobre la existencia de 'mucamas' en el Opus Dei ha provocado la apertura de una indagatoria por parte de la Fiscalía argentina que afecta, al menos, a cuatro exdirigentes de la Obra en ese país. Se les acusa de trata de personas y explotación laboral –algo que el Opus Dei niega– por haber utilizado a mujeres de extracción humilde a las que reclutaban con promesas educativas y acababan siendo durante años mano de obra doméstica sin apenas salario y sin derechos.
Bistagnino es autora de Te serviré, el libro en el que recoge toda su investigación (editado en Argentina, en España puede adquirirse solo en formato digital) y que el Opus Dei ha intentado incluso secuestrar para sacarlo de circulación. La periodista, que ha tenido que declarar en la causa abierta en ese país, explica que el libro cuenta la historia “de una familia de las más ricas del Opus Dei en Sudamérica y la vida de una numeraria de esa familia, y de cómo miembros e instituciones de la Obra se beneficiaron de la fortuna familiar y terminaron dirigiendo algunas empresas”. Y otra historia, la de “las 43”, un grupo de numerarias auxiliares que denunciaron a la Obra ante la Justicia por explotación. ¿Sólo en Argentina? Bistagnino lo duda: “El Opus Dei funciona en 68 países, según ellos mismos declaran, y en todos ha tenido numerarias auxiliares. Si consideramos que la institución funciona como una matriz que repite metodologías en todos los países, esto tiene que haber pasado en todos los países. Al menos en América latina y Europa pasó sin dudas, porque ya recogí varios testimonios de ex auxiliares de distintos países”.
La justicia argentina ha acusado al Opus Dei de trata de mujeres y explotación laboral, gracias a una investigación que ha llevado adelante durante años. ¿Qué supone para usted esta noticia?
El día en el que escribía la noticia sobre la acusación pensaba en que realmente no había imaginado que llegaría este momento. En primer lugar porque no fue algo que me propusiera. Como periodista, mi trabajo es investigar para contar, registrar lo que ocurre. Así que me impactó ver la fuerza que puede tener nuestro trabajo. Por fuera de lo personal, la posibilidad de que haya justicia me genera una gran expectativa, porque estas mujeres lo merecen. Merecen que se las escuche y merecen una reparación. Pero eso no está en nuestra manos.
Espero es que si tal como lo relatan cientos de personas y tal como ahora lo respalda la justicia argentina, el Opus Dei ha cometido delitos sobre las personas y también delitos económicos, como lo señalan otras denuncias, eso no debe quedar impune
¿Cómo llega a esta esta historia? ¿Qué supuso encontrar los casos de estas 43 mujeres?
Supe de la existencia de la 'escuela de mucamas' del Opus Dei cuando era una niña, a finales de la década del 80 por una tía que trabajaba allí. Entonces solo supe la mitad de la historia, porque yo creía que luego iban a ir a trabajar a casas de otras personas. Pero eso ya me había impactado. Lo que no sabía es lo que descubrí 30 años después con la investigación que comenzó cuando estas mujeres vinieron a buscarme, en 2020, para contarme sus historias dispuestas a sacarlas a la luz. Yo ya había publicado dos artículos grandes sobre el Opus Dei. Así me habían encontrado. Eran más de 40 mujeres que se habían reunido a partir de compartir sus historias de abuso y explotación en la Obra. Empecé a escucharlas y quedé impactada por lo que me contaban.
¿En qué consistían estos abusos? ¿Cómo era el proceso de atracción por parte de la Obra? ¿Era posible salir de ahí?
Detrás de la 'escuela para mucamas', que ya me resultaba clasista, los testimonios contaban que la institución era apenas la fachada para reclutar niñas católicas pobres con el fin de ingresarlas como sirvientas. La primera clave era que las iban a buscar a lugares alejados y rurales. A sus familias les decían que iban con una beca a una escuela católica donde aprenderían hotelería y conseguirían mejores trabajos. Una vez que estaban allí, además de estudiar tenían que trabajar y se les imponía una rutina religiosa estricta con dirección espiritual de una numeraria que, junto al sacerdote, empezaban a hablarles de su vocación de numerarias auxiliares.
Ellas estaban muy lejos de sus casas, a más de mil o dos mil kilómetros en muchos casos, sin contacto con sus familias, que ni siquiera tenían una línea telefónica, y les decían que tenían que obedecer la voluntad de Dios, que las quería para sus servicio en la Obra. Que si no, luego su familia y ellas podrían ir al infierno, enfermarse, ser infelices. Así hasta que “pitaban”. Ahí empezaba la vida de explotación como numerarias auxiliares.
Una vez que escribían la carta de admisión, primer paso de ingreso al Opus Dei, las separaban del resto de las estudiantes en las habitaciones compartidas y les daban una rutina diferente. Ahí les decían también que se olvidaran de la “familia de sangre” y si había contacto con ella, lo cortaban. Al asumir sus compromisos de castidad, pobreza y obediencia como numerarias auxiliares debían incorporar las normas del Plan De Vida, que implicaba una férrea disciplina y toda una serie de prácticas religiosas diarias, incluidas el usos de elementos de autoflagelación como el cilicio. Y empezaban a trabajar sin descanso. En muchos casos ni siquiera seguían en la escuela y las mandaban a hacer lo que llaman “centro de estudios”, dos años de formación doctrinaria. Todo siempre trabajando sin descanso ni horarios ni paga. Tampoco tenían seguro de salud ni podían salir solas de las casas en las que estaban.
Todo esto, y más cosas, las has plasmado en un libro, Te serviré. Un ejemplar que, por cierto, el Opus Dei ha criticado, e incluso ha intentado paralizar su distribución.
Imaginaba que el Opus Dei sacaría un comunicado luego de la publicación del libro, porque es lo que habitualmente hacen. Incluso con los libros para los que sí dan entrevistas. Te serviré habla de las 43 mujeres denunciantes y también cuenta la historia de una familia, una de las más ricas del Opus Dei en Sudamérica, a través de la vida de una numeraria de esa familia. Y explica cómo miembros e instituciones de la Obra se beneficiaron de la fortuna familiar y terminaron dirigiendo algunas de sus empresas.
Esta historia tiene un capítulo judicial que es la disputa por una herencia. Lo que pasó en este caso, y es lo que destaca el comunicado para afirmar que lo que el libro dice es falso, es que tras el cierre de mi libro apareció una novedad judicial sobre esa herencia que nadie conocía y que modifica el destino de un testamento. Es decir, toma esa novedad para hablar de información falsa, sin decir que todo lo que está en el libro es exactamente lo que está documentado en la causa judicial y lo que sabían todos los protagonistas, también el Opus Dei y sus abogados, hasta entonces.
¿Se siente perseguida por la Obra?
Creo que los comunicados son parte de la manera en la que el Opus Dei se defiende de las acusaciones frente a sus miembros y en ese sentido no le doy mayor importancia. Sí he recibido ataques públicos de parte de autoridades del Opus Dei en la Argentina con el intento de desprestigiar mi trabajo con calificaciones personales para intentar minimizar lo que dicen mis artículos. También he recibido llamadas y mensajes en redes sociales de personas de la Obra que quieren “convencerme” de que estoy siendo utilizada por personas resentidas que odian a la Iglesia Católica. De todas maneras, no lo siento como una persecución personal sino que creo que son estrategias de defensa.
Es importante que el vaticano las conozca y que las autoridades de cada país las conozcan, por las mujeres que lo sufrieron y porque todavía quedan muchas mujeres dentro de la institución en esta categoría y con estas condiciones de vida
¿Estamos hablando de un escándalo que se circunscribe a Argentina o podemos encontrarnos con casos de mujeres esclavizadas en centros del Opus Dei en todo el mundo?
Es a la vez destacable y raro que esto solo haya aparecido en Argentina. Por ahora. El Opus Dei funciona en 68 países, según ellos mismos declaran, y en todos los países ha tenido numerarias auxiliares. Si consideramos que la institución funciona como una matriz que repite metodologías en todos los países, por lógica esto tiene que haber pasado en todos los países. Al menos en América latina y Europa pasó sin dudas, porque ya recogí varios testimonios de ex auxiliares de distintos países.
¿Por qué es importante que aparezcan otros testimonios?
Es importante que estas historias puedan salir a la luz pronto porque, si bien con que sólo haya una historia alcanza para pedir justicia, el número es importantísimo porque da cuenta de que hubo una práctica sistemática. Es importante que el Vaticano las conozca y que las autoridades de cada país las conozcan, por las mujeres que lo sufrieron y porque todavía quedan muchas dentro de la institución en esta categoría y con estas condiciones de vida, aún cuando dicen que en los últimos años han cambiado algunas cosas.
Todo esto ocurre en mitad del proceso de transformación de la Obra, con sus estatutos parados y con problemas de credibilidad en distintos campos. ¿Hay una persecución contra el Opus?
Yo no consideraría persecución a la exigencia del Vaticano de modificar los estatutos, sobre todo después de décadas de testimonios de exmiembros contra el funcionamiento de la organización, que incluso dicen que con esos estatutos se ha cometido fraude normativo e ideológico. En cuanto a lo que yo investigo, creo que nadie se puede considerar perseguido cuando cientos de personas, o a esta altura ya miles, les están diciendo que lo que hicieron les provocó un daño enorme, que en muchos casos arruinó su vida, y que necesitan verdad y justicia.
¿Qué futuro espera al Opus Dei?
No lo sé y no quiero especular. Personalmente no tengo ninguna intención sobre eso. Lo único que espero es que si tal como lo relatan cientos de personas y tal como ahora lo respalda la justicia argentina, el Opus Dei ha cometido delitos sobre las personas y también delitos económicos, como lo señalan otras denuncias, eso no debe quedar impune. Y que ese proceso tiene que ocurrir ahora, porque si el tiempo pasa la justicia llega tarde. La mejor manera de protegerse y sobrevivir para la Obra es asumir su responsabilidad, pedir perdón y reparar a las víctimas. Solo así creo que podrá conservar su credibilidad y el respeto de sus fieles y de la Iglesia católica.
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