José Luis tiene 14 años y el médico le ha diagnosticado una patología en la mandíbula que le impide morder correctamente. La única solución es acudir al dentista para que le ponga una ortodoncia que impida que el problema se agrave. Se lo cuenta a eldiario.es su madre, Nelly, que no deja de pensar en qué hacer para afrontar el gasto de un aparato dental. “Según el médico, debemos hacerlo de forma urgente porque, si no, tendrá problemas más adelante”, comenta preocupada. “Me han dicho que es un desembolso total de entre 3.000 y 4.000 euros, pero eso nosotros no podemos pagarlo”.
La pobreza infantil y el deterioro de la salud tienen, a largo plazo, un vínculo que ha documentado la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (SESPAS). Ildefonso Hernández, presidente de la asociación y catedrático de Salud Pública de la Universidad Miguel Hernández de Alicante, señala que “la pobreza infantil no solo aumenta el riesgo de mala salud durante esta etapa, sino que ya hay pruebas suficientes para afirmar que dejará efectos indelebles a largo plazo en la salud de los que la sufren”.
La de Nelly es una de las familias a las que la crisis ha golpeado intensamente. Entre ella y su marido no ganan más de 490 euros mensuales, que es el único dinero que entra en casa para mantenerse los tres. Nelly tiene miedo de que su hijo desarrolle dolencias futuras por no poder solucionar su problema actual ante la falta de recursos.
Uno de cada tres niños en España vive bajo el umbral de la pobreza, un 29,9% de la población infantil. Una cifra que trepa hasta el 33,8% en el caso de menores que están en riesgo de pobreza o exclusión social. Es una realidad que los efectos en la salud derivados de esta situación ya se están notando, según Jesús García Pérez, presidente de la Sociedad Española de Pediatría Social: “En las consultas nos estamos encontrando ya las consecuencias de esta pobreza: niños que no siguen una dieta equilibrada y presentan síntomas de malnutrición”.
La precariedad condiciona la salud
Los niños sometidos en la actualidad a estas situaciones tienen muchas más posibilidades de desarrollar enfermedades en el futuro como problemas inflamatorios, diabetes, afecciones pulmonares, cardiovasculares y coronarias o hipertensiones, según los médicos consultados. Además, es probable que experimenten limitaciones funcionales, fragilidad o bajo desempeño físico. “La malnutrición retrasa su crecimiento y desarrollo posterior, incluso el cognitivo, lo que tiene consecuencias muy graves”, sostiene el doctor García Pérez.
Nelly y su familia dependen de la ayuda de organizaciones sociales como Save the Children o el Banco de Alimentos. Su hijo José Luis come en el colegio gracias a la beca de comedor que le ha concedido la Generalitat Valenciana. Ella es empleada doméstica y cobra 290 euros cuidando de una mujer en situación de dependencia. Su marido ha encontrado trabajo hace un mes en una empresa de taxis, después de llevar cuatro años en paro. Cobra 200 euros.
Las situaciones que observan en Save the Children, testimonia Rodrigo Hernández, responsable de la ONG en la Comunidad Valenciana, pasan por familias con miembros en paro que no cobran ninguna ayuda pública o que desempeñan trabajos muy precarios, que no cuentan con los recursos suficientes para llevar una dieta equilibrada o que han sido o van a ser desahuciados porque no pueden hacerle frente al pago de la hipoteca o el alquiler. Muchos, además, sufren pobreza energética ante la incapacidad de costear la luz, el agua o la calefacción. Es el caso de Nelly y su familia, que acumula varias facturas y debe seis meses de alquiler.
A Hernández le llegan decenas de casos de niños con problemas de salud detectados por el profesorado en los colegios. En otras ocasiones, es la propia ONG la que los identifica gracias al contacto directo con las familias y los menores. “Los niños que no se alimentan lo suficiente o incorrectamente presentan problemas de cansancio, bajo rendimiento escolar y a veces anemia y bajada de plaquetas”, explica. Además, la incapacidad de las familias para afrontar el coste de unas gafas, por ejemplo, les provoca dolores de cabeza y dificultades de lectura y concentración, precisa Hernández.
La infancia, base del desarrollo
La infancia es uno de los periodos más críticos del desarrollo vital. De hecho, “determinadas capacidades físicas, cognitivas o socioemocionales se adquieren en el momento de la niñez y adolescencia y condicionan la vida adulta”, detalla Ildefonso Hernández. Además de problemas físicos futuros, los niños y niñas que sufren el impacto de la pobreza también presentan un peor estado de salud psicológico. En su opinión, “aumenta el riesgo de enfermedades mentales y se alteran las conductas de los niños que están sometidos a situaciones estresantes”.
En la misma línea se expresa Jesús García, que hace hincapié en que los menores que sufren pobreza en sus hogares y ven cómo sus padres experimentan dificultades constantes “a veces se sienten mal y generan un estado de inseguridad y culpabilidad”. La ira, la tristeza o el miedo, prosigue García, “son sentimientos que perciben en muchas ocasiones”.
Las oportunidades sociales y laborales futuras también se ven condicionadas, pues es bastante frecuente que disminuya el rendimiento académico actual, sostiene Ildefonso Hernández. Es el caso de José Luis: “Él es un niño alegre que siempre está contento, pero yo sé que los problemas los lleva por dentro, incluso ha bajado un poco en los estudios”, dice su madre.
Las organizaciones médicas y sociales coinciden en que, cuanto más precoz es la exposición a esta situación de pobreza y más años dura, “más irreversibles y definitivos son los efectos negativos a largo plazo”. Por ello reivindican que el problema se coloque en el centro de la agenda y se lleven a cabo políticas públicas efectivas para paliar la desigualdad social. Entre las medidas urgentes y a corto plazo que propone SESPAS se encuentra la de mantener los comedores abiertos de los colegios durante todo el año, algo que no ha llevado a cabo ninguna comunidad autónoma durante las pasadas vacaciones de Semana Santa.
También plantea promover la creación de plazas de Educación Infantil pública para todos los menores, evitar los desahucios de familias con menores vulnerables a su cargo y garantizar el acceso a los suministros básicos de todos los hogares para combatir la pobreza energética. “Las administraciones deben cumplir la Ley General de Salud Pública, que les obliga no solo a vigilar la salud en términos de enfermedades, sino también a analizar los determinantes sociales de la salud”, confirma el presidente de SESPAS. Y concluye: “Con las políticas actuales se está hipotecando la salud y la vida en general de la futura sociedad española”.