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Encierro de estudiantes en la URJC: “Nos preocupa que todo decaiga después de la dimisión de Cifuentes”

Estudiantes de la URJC realizan una asamblea durante el encierro nocturno de anoche en el campus de Vicálvaro. / RES PUBLICA

Daniel Sánchez Caballero

Las caras de Roberto, Natalia o Pablo se ven cansadas. No han dormido y se nota. Estos tres estudiantes se han pasado la noche encerrados en el edificio de gestión del campus de Vicálvaro de la Universidad Rey Juan Carlos junto a otro medio centenar más de compañeros de diferentes campus y titulaciones. El objetivo: mantener viva la protesta por la corrupción en la universidad y seguir pidiendo cuentas al rector, Javier Ramos.

Con la dimisión de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, no se acaba el problema que asola a la URJC, según advierten las asociaciones de estudiantes que convocaron el encierro. “Poner los focos sobre ella no es el quid de la cuestión. Creemos que la expresidenta no es más que un eslabón del sistema corrupto que está aquí y en el resto de universidades”, explicaron tras acordar un manifiesto en una asamblea de tres horas la pasada noche.

“A mí como estudiante de la URJC lo de Cifuentes me parece casi anecdótico, aunque como madrileño me preocupe”, argumenta Pablo Palomares, uno de los portavoces de la asamblea. “Lo que me preocupa de verdad es la Universidad”, añade.

Por eso mantienen viva la protesta. Por eso quieren implicar a más gente. “Es necesario denunciar esta situación que, desde hace muchos años, se ha vivido en la universidad, pero que hasta ahora no ha tenido difusión por culpa del mismo sistema”, señalan los estudiantes, que hablan de “corrupción sistemática”.

Y recuerdan algunas de las prácticas que se llevan a cabo en la URJC y que les llevan a protestar, más allá del caso Cifuentes: la adquisición irregular de infraestructuras con dinero público, como un palacete por el que la universidad ha pagado siete millones de euros “al que no se da uso” o la construcción de un hangar en Fuenlabrada “que se alquilaba a empresas privadas sin mediar concurso público”.

Elecciones sin votantes

También denuncian los estudiantes la “precarización laboral del PAS” (Personal de Administración y Servicios) o las contrataciones “irregulares” de profesores visitantes, como Margarita Cifuentes, la hermana de la expresidenta. Además, lamentan la “pasividad e incluso apoyo” del rectorado a las versiones contradictorias sobre el caso del máster de Cifuentes y, con carácter general, la “existencia de redes clientelares dentro de la universidad que se perpetúan en el poder mediante amenazas o acuerdos de intereses”.

Una de las últimas “cacicadas”, a decir de los estudiantes, es que el rectorado ha fijado las elecciones al claustro de la Universidad (el máximo órgano de representación de la comunidad universitaria y encargado, entre otras cosas, de “la supervisión y control de la gestión de la universidad”, según el reglamento de la URJC) el 31 de mayo.

“Es una vergüenza y poco ético. Tenemos exámenes antes, exámenes después, pero justo esa semana no hay nada. No va a haber nadie en la Universidad, no hay posibilidad de hacer campaña, de movilizar a la gente”, explica Roberto Ugena, estudiante en Fuenlabrada. “Una serie de personas que se organicen bien podrían acapararlo todo”, añade a su lado Millán Fernández.

A los estudiantes críticos les preocupa ahora que, tras la dimisión de Cifuentes, el caso caiga en el olvido. “Tenemos miedo de que todo decaiga ahora”, admiten. “Nuestra idea principal es que los alumnos tomen conciencia y participen, el medio centenar largo que nos hemos encerrado esta noche no podemos ser los adalides de todo”, opina Ugena.

Palomares coincide: “El éxito o fracaso de todo esto se va a basar en la movilización de alumnos, profesores y PAS, nosotros solos no vamos a poder”. Y recuerda que, al menos en teoría, todos tienen el mismo objetivo: “Tenemos un interés común, que es la URJC y sus estudiantes”.

Son las 9.55 y, tras atender a una televisión, el grupo se separa y cada uno se va por su camino. Algunos llevan 27 horas despiertos, cuentan.

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