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La Iglesia española desbanca como número dos al hombre del Papa y pone al ultraconservador Cañizares

Doce años después, la Conferencia Episcopal ha elegido al mismo tándem para dirigir la Casa de la Iglesia. Un moderado, Ricardo Blázquez, repite como presidente por mayoría aplastante (más de dos tercios), mientras que el conservador Antonio Cañizares arrebata a Carlos Osoro la vicepresidencia y se convierte en el número dos de la Iglesia española. Blázquez y Cañizares ya habían ejercido estos puestos juntos como tándem entre 2005 y 2008.

Cuando Blázquez y Cañizares fueron elegidos por primera vez, faltaba un mes para la muerte de Juan Pablo II, gobernaba Zapatero y el asociacionismo católico campaba a sus anchas –con el aval del Episcopado– contra el matrimonio gay o Educación para la Ciudadanía. Doce años después, ya con Francisco en Roma y el PP en Moncloa, con las asociaciones ultracatólicas cada vez más alejadas de la jerarquía episcopal, se produce un resultado similar. ¿Qué ha pasado en la sede de la CEE?

En primer lugar, la evidencia de que los obispos españoles siguen siendo mayoritariamente timoratos, y no terminan de apostar decididamente por las reformas que auspicia, desde Roma, el Papa Francisco. Solo así puede entenderse el equilibrio de poder entre un moderado (Blázquez), elegido cardenal por Francisco, y un conservador (Cañizares), a quien el Papa sacó de Roma para enviarlo a Valencia.

Es el mismo cardenal que declaró que hay un “imperio gay” y contra el que la Fiscalía abrió diligencias tras una denuncia. También se ha manifestado en numerosas ocasiones contra la “ideología de género”, que según él “matan al hombre”. El propio Papa lo llamó a capítulo a Roma por estos episodios.

Los resultados electorales, además, muestran cómo existe alrededor de una veintena de prelados, muy cercanos a los sectores ultraconservadores, que vota en bloque, y que ha logrado incluir en el Comité Ejecutivo (el máximo órgano de decisión de la Iglesia entre asambleas plenarias) a uno de sus máximos representantes, Jesús Sanz. El arzobispo de Oviedo es uno de los prelados más conservadores, amén de tener que responder próximamente ante la Justicia por una supuesta venta irregular de los bienes de la Asociación Lumen Dei, por valor de unos 12,7 millones de euros, y que ha desahuciado a unas monjas.

En el sector mayoritario en el Ejecutivo se encuentran cuatro obispos señalados directamente por Francisco como hombres de su entera confianza: Blázquez (nombrado cardenal por Francisco), Osoro (también erigido purpurado por Bergoglio, y secretario general del Sínodo de Obispos), Omella (el arzobispo de Barcelona es, desde la Congregación de Obispos, su voz en España, además de ejercer como mediador en los casos de abusos que llegan desde nuestro país) y Jiménez Zamora (el arzobispo de Zaragoza, hombre de la total confianza de Osoro, y nombrado por Francisco para frenar varios escándalos en la diócesis del Pilar).

En el segundo, Cañizares (quien regresó de Roma tras la llegada de Francisco, sustituyendo a Osoro en Valencia) y Jesús Sanz, la gran sorpresa del Ejecutivo. El arzobispo de Oviedo es uno de los prelados más conservadores, y el único de todos los miembros del Comité en necesitar una segunda vuelta para ser elegido.

Preguntado por el hecho de que se repita el tándem de 2005-2008 (Blázquez-Cañizares), Blázquez dijo esperar que sea “una convivencia muy normal y grata para todos”, y quiso desmentir que la doble designación suponga una vuelta atrás de los obispos españoles. “Ninguno de nosotros tenemos el reloj parado. Estoy seguro que vuestros relojes, el de Cañizares y el mío, marcan la misma hora. El que los obispos hayan de nuevo confiado la responsabilidad a los que ya lo hicimos hace unos años, no significa vuelta atrás, sino una segunda vez”, indicó.