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La presión política y las denuncias acorralan a Luis Rubiales

Luis Rubiales rodeado de su equipo técnico durante la recepción con el presidente Pedro Sánchez en La Moncloa

Daniel Sánchez Caballero

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Crece la presión sobre el presidente de la Federación Española de Fútbol (RFEF), Luis Rubiales. Lejos de escampar, la tormenta por el beso que dio a Jenni Hermoso tras ganar la selección femenina el mundial –agarrando la cabeza de la jugadora con las dos manos sin dejarle escapatoria– arrecia con el paso de los días.

Al reproche de buena parte del país, al convencimiento de muchos juristas de que lo que hizo constituye un delito de agresión sexual y al bochorno internacional se unieron este martes una batería de denuncias (una de Sumar ante el Consejo Superior de Deportes, otra de un afiliado de la federación y una de un exárbitro de Primera División ante la federación), la desaprobación de la mayoría de la clase política, con el presidente del Gobierno a la cabeza, la petición de dimisión de la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE) y una información periodística en Relevo que asegura que la RFEF se inventó las declaraciones por las que Hermoso exculpaba a Rubiales.

“Yo creo que lo que vimos fue un gesto inaceptable. Creo también que las disculpas que ha dado el señor Rubiales no son suficientes, hasta incluso creo que no son adecuadas y que por tanto tiene que continuar dando pasos”, afirmó Pedro Sánchez, sin llegar a concretar esos pasos. Pero, dicho o no, el Gobierno tiene herramientas para presionar al presidente de la federación a irse motu proprio antes de que le echen: puede instar al CSD a tramitar las denuncias recibidas, un proceso en el que el Rubiales correría el riesgo de ser inhabilitado hasta dos años.

Este miércoles era el principal partido de la oposición, el PP, el que se sumaba a las peticiones de dimisión. La vicesecretaria de Política Social y Reto Demográfico de los populares, Carmen Fúnez, ha pedido en una entrevista en La Sexta que la salida del presidente de la RFEF sea “ya”. “Lo lógico, lo aceptable, sería que dimitiese él, pero viendo que no es así, espero que las federaciones de las comunidades autónomas le obliguen a dimitir”, ha apuntado.

El máximo responsable del fútbol español se aferra al cargo de momento. Antes de disculparse a su manera había expresado su opinión sobre la situación en la Cadena Cope: llamó “tontos del culo” y “gilipollas” a quienes le criticaron. La polémica postpartido no pareció afectar a su manera de actuar: cuando el avión que traía a la selección desde Australia aterrizó en Madrid el presidente de la federación se puso el primero para la foto con la copa. Su actitud de estos días, junto al hecho de que navegó otras polémicas –investigaciones judiciales incluidas– sin atisbo de dejar el cargo hacen pensar que una dimisión no está, al menos en este momento, sobre la mesa.

Con este escenario, muchas voces piden que ya que él no se va motu proprio, que lo quiten. Para ello hay dos opciones: que lo haga la propia RFEF que preside o que se haga desde fuera. La primera parece complicada, la segunda tiene más opciones. Y un precedente.

Quitarse o ser quitado

Internamente, el único organismo con capacidad de echar al presidente de la RFEF es la Asamblea de la Federación mediante una moción de censura. La Asamblea está compuesta por 140 miembros de dos categorías diferentes: hay 20 miembros natos y 120 electos. Para que la moción salga adelante es necesario que la presenten al menos un tercio de los miembros (47 personas) y que luego voten a favor dos tercios (94), según los estatutos de la RFEF.

El primer grupo de miembros lo componen el presidente y los representantes de las federaciones territoriales (17 comunidades y dos ciudades autónomas). Este es el grupo cercano al líder, según explica una fuente en la Federación: “Son todos de Rubiales porque les puso un sueldo nada más llegar”. De hasta 150.000 euros, según El Confidencial. Efectivamente, las federaciones territoriales se reunieron en la tarde del martes de manera telemática y, aunque no lograron el consenso para emitir un comunicado conjunto por falta de quórum, según informó la Cadena Ser, sí estaban de acuerdo en que Rubiales no debería dimitir, aunque admiten su preocupación por el tema.

El segundo grupo de la Asamblea, los electos, lo componen 11 representantes de clubes de Primera División, 9 de Segunda, 29 no profesionales, 13 representantes de futbolistas profesionales y 18 de no profesionales, 11 de árbitros, 16 de entrenadores y 13 del fútbol sala. Si se descartan los 20 miembros de las territoriales por ser “de Rubiales”, 94 de los 120 asamblearios restantes tendrían que respaldar la moción para que saliera adelante.

Otra opción interna es ser paciente: el mandato de Rubiales vence a finales de 2024, momento que la asamblea puede aprovechar para no renovarlo, suponiendo que se presentase a las elecciones.

Desde fuera, el Gobierno no tiene la potestad de cesar a Rubiales de manera discrecional. La RFEF renunció a la subvención pública que le correspondería como federación deportiva y es un organismo privado, aunque sea de interés público. Este apellido solo implica que tiene una cierta rendición de cuentas que hacer en términos de transparencia, explican expertos en derecho administrativo. Pero el Ejecutivo tiene una manera indirecta de hacerlo, presionando a través del Tribunal de Arbitraje del Deporte (TAD).

Y las denuncias se le acumulan a Rubiales. Horas después de la petición de dimisión que había realizado Yolanda Díaz, Sumar registró una denuncia por infracción grave contra Luis Rubiales ante el CSD, informa Ana Requena. En el documento, al que ha accedido elDiario.es, el partido de Yolanda Díaz subraya que la RFEF tiene aprobado un protocolo de actuación contra la violencia sexual que incluye “besar a la fuerza” y el “inadecuado contacto corporal, abrazos, apretones etc”. También apuntan que Rubiales está sometido a la ley del deporte y que no solo ejerce un rol privado, sino que es “el responsable de desarrollar funciones públicas por delegación ante el gobierno de España”. Sumar denuncia a Rubiales por una infracción grave incluida en la norma por la que se le podría sancionar con la inhabilitación para ocupar cargos en la entidad entre un mes y dos años.

Quien había abierto la veda fue el presidente del Centro Nacional de Formación de Entrenadores de Fútbol (Cenafe) y afiliado a la RFEF, Miguel Ángel Galán, que denunció a Rubiales también ante el CSD por “incumplimiento de la Ley 39/2022 del Deporte por el acto sexista del beso en la boca de Rubiales hacia la jugadora de fútbol de la Selección Femenina Jennifer Hermoso(...). Según la Disp[osición]. Final 1ª de dicha ley, 'se trata de un acto sexista intolerable en el deporte'”, según se lee en la denuncia.

Ahora está en manos del CSD elevar esa denuncia al TAD, que tendría que incoar expediente, escuchar a las partes y dictar una resolución, que podría inhabilitar a Rubiales. ¿Cómo puede maniobrar aquí el Gobierno? El presidente del CSD, Víctor Francos, quien debe tomar la decisión sobre si pasar la denuncia al TAD, es un puesto designado por el ministro de Cultura y Deporte, Miquel Iceta. Si el CSD pone en marcha el proceso administrativo, Rubiales podría coger la salida menos deshonrosa: dimitir antes de una posible inhabilitación.

Existe un precedente. Ángel María Villar, presidente de la Real Federación Española de Fútbol entre 1988 y 2017, fue destituido por el Tribunal de Arbitraje del Deporte tras una denuncia, también, de Miguel Ángel Galán. Concretamente, el cese vino por la falta de neutralidad de Villar en un proceso electoral, pero fue la culminación de unos años tumultuosos en la RFEF en los que el dirigente llegó incluso a ingresar en la prisión de Soto del Real.

Más presión

A la denuncia de Galán y a las insinuaciones sin concretar del presidente Sánchez y otros dirigentes –la vicepresidenta Yolanda Díaz ha pedido su dimisión y Cuca Gamarra, secretaria general del PP, afirmó este martes que Rubiales ha tenido una “conducta bochornosa” que debe tener “consecuencias” porque ha “indignado” al país– se han unido más voces este martes.

Por un lado, la asociación de futbolistas AFE (que Rubiales dirigió antes de llegar a la federación) publicó un comunicado exigiendo la dimisión del presidente y, si no lo hace, la aplicación de la ley del deporte o el protocolo del CSD (o de la RFEF) contra la violencia sexual. Estos textos tipifican como delito o “conducta relacionada con la violencia sexual” dar un beso a la fuerza.

Además, el excolegiado de Primera División Xavier Estrada Fernández también ha denunciado a Rubiales ante la federación. El árbitro retirado pide que se inicie el protocolo de actuación sobre violencia sexual contra el presidente de la RFEF por su “inadmisible y bochornoso beso forzado”, según informaron varios medios.

También la jugadora del combinado nacional y campeona del mundo Irene Paredes ha calificado en una entrevista en ABC de “gesto desafortunado” el beso de Rubiales.

Por otro, el medio Relevo publicó una información según la cual unas supuestas declaraciones de Jenni Hermoso que difundió la federación tras el incidente del beso y por las que la jugadora exculpaba a Rubiales habrían sido inventadas (la jugadora realizó unas declaraciones después en la misma línea en la Cadena Cope). La RFEF ha desmentido esta información. La información también señala que la número 10 de la selección se negó a aparecer junto a Rubiales en el vídeo que difundió la federación con las excusas de su presidente.

Un mandato convulso

El mandato de Rubiales al frente de la RFEF está siendo convulso. El presidente de la Federación tiene una causa abierta en un juzgado por una supuesta trama de corrupción en torno a la venta de la Supercopa de Europa a Arabia Saudí, donde se disputa desde hace unas temporadas esta competición nacional. Según desveló El Confidencial, Rubiales pactó con el exfutbolista Gerard Piqué el pago de 24 millones de euros por llevar la Supercopa al país asiático, hecho que investiga hace más de un año el juzgado de Instrucción número 4 de Majadahonda por los supuestos delitos de corrupción entre particulares, corrupción en los negocios, administración desleal, prevaricación administrativa y cohecho.

Rubiales también ha sido portada en los medios por el supuesto pago por parte de la federación del alquiler de un chalé, dos pisos y un dúplex para el presidente de la RFEF, el supuesto pago de viajes de placer con fondos de la entidad o haber grabado a altos cargos del Gobierno, como el entonces ministro de Cultura y Deporte, José Guirao.

Deportivamente, antes de la consecución del mundial Rubiales era conocido principalmente por sus peleas con Javier Tebas, el presidente de la Liga masculina, y por el plante de 15 jugadoras de la selección femenina, que pedían mejores condiciones. Entre sus últimas ocurrencias está la construcción de algo parecido a un “estadio nacional” de 30.000 o 40.000 localidades que albergue a la selección –como tienen Inglaterra o Francia–, obviando la costumbre española de que los combinados nacionales roten por el país.

Sus encontronazos con el fútbol femenino venían de atrás. En 2021 fue denunciado por la entonces Liga Iberdrola (hoy liga F) por coacciones, amenazas y prevaricación a los clubes, que le acusaron de acosarles por los derechos audiovisuales.

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