Tras cinco años de trabajo y con la aportación de 20.000 euros del Gobierno de Canadá, nace este jueves el Museo Virtual de la Guerra Civil Española, el primero dedicado a este “evento crucial del siglo XX”, como reza en la portada de la web. El proyecto ha sido creado por los académicos Antonio Cazorla y Adrian Shubert, junto con otros investigadores como Alison Rivero de Meneses, Sofía Rodríguez, Jesús Espinosa o Alfredo González-Ruibal.
Además de la aportación de Canadá, que proviene de sus presupuestos para el área de investigación, han logrado reunir otros 20.000 euros de varias instituciones, como la York University (Toronto, Canadá) y la Trent University, que mantendrán durante los próximos diez años el alojamiento y actualización de la web del museo.
La embajada de España en Canadá contribuye con 2.000 euros que servirán para sufragar el diseño gráfico del museo. Cuentan los creadores del museo que lo más difícil ha sido conseguir los derechos de las imágenes para publicarlas y aquí han ayudado tanto el Archivo General de la Administración (AGA) como el Centro Documental de la Memoria Histórica, en Salamanca. ¿Ha colaborado la Secretaría de Estado de Memoria Democrática en el proyecto? “Existe la promesa de apoyarlo con la traducción a otras lenguas del Estado”, responde el historiador Antonio Cazorla. El museo es accesible en inglés y español, de momento.
La imagen con la que recibe al visitante es la desgarradora fotografía de la mujer llorando a los pies del cadáver de su marido, asesinado por el bombardeo franquista sobre la ciudad de Lleida. A Cazorla le parece oportuna para señalar las contradicciones de esta guerra civil, porque el hombre fallecido era favorable al golpe de Estado. “No queremos glorificar la guerra, sino contar la miseria”, dice por teléfono desde su despacho en la Universidad de Trent.
La foto es un icono revelador sobre el punto de vista del museo, que podría tener un reflejo en el Museu Memorial de l'Exili, en La Jonquera, cuyo objetivo es difundir la memoria y el legado de las personas que tuvieron que huir del franquismo y de “la diáspora catalana contemporánea”. Sin embargo, no hay institución dedicada al repaso pormenorizado de aquellos acontecimientos que avanzaron el desastre del siglo XX. Reconoce que han puesto en marcha el museo virtual porque no existe en España un museo “de ladrillo” dedicado a contar la Guerra Civil. “En el Estado español no ha existido ningún interés por contarla”, dice. Lamenta esta situación y la compara con Francia, donde Cazorla ha contado hasta un centenar de museos dedicados a reconstruir el relato de la II Guerra Mundial.
Lenguaje directo
De momento, podrán consultarse 130 entradas sobre el comienzo de la Guerra Civil y desarrollo del conflicto, las retaguardias, la vida cotidiana en el frente, el contexto internacional y la memoria histórica. Cada una de ellas incluye fichas en las que se explica, por ejemplo, el avión Dragon Rapide, el avión alquilado por el banquero Juan March para transportar a Franco hasta Tetuán y poner en marcha los planes que desencadenarían el golpe de Estado y levantamiento militar contra la República. También hay imágenes sobre la represión, objetos, la vida en las trincheras, las tropas rebeldes y un largo etcétera. Para la segunda fase de crecimiento del museo se incluirá un capítulo dedicado a las causas de la Guerra Civil, el papel desempeñado por la mujer o los paisajes de la guerra.
La intención es profundizar en el conocimiento y divulgación de los estudios secundarios sobre la guerra, apoyándose para contextualizarlos en documentos y artefactos, conservados en el depósito español más grande, el AGA. “La Guerra Civil española (1936-1939) fue un acontecimiento definitorio de la historia de España y uno de los eventos seminales del siglo XX. A pesar de su importancia y de la inmensa literatura académica dedicada a su conocimiento, tanto en España como a nivel mundial, las formas en que se ha comunicado la guerra civil al público español e internacional han sido, en general, muy polémicas”, explican los organizadores del museo compuesto por un equipo internacional, multilingüe y multidisciplinario de historiadores, arqueólogos, académicos de estudios culturales y especialistas en humanidades digitales.
“Es un proyecto al margen del relato oficial. Parte de la sociedad civil, en colaboración puntual con instituciones, que aportan dinero o derechos de imágenes. El enfoque del museo es desde la historia social y cultural”, indica Cazorla, aunque también se cuentan algunas de las batallas más importantes de la contienda.
Déficit de historia pública
Cazorla cree que en España “hay un déficit de historia pública”, que es la historia dedicada a formar al público. “El problema es que nuestra historia pública carece de un relato para el público. Eso es lo que quiere cubrir este museo”, dice. “Lo habitual es que se cuente la nación como víctima y heroína, pero no como nación bellaca. Por eso, los museos sobre guerras civiles son tan escasos. Por eso, hemos tratado de construir un espacio que el Estado español se ha negado a construir. Ni la izquierda ni la derecha se han atrevido a hacer la propuesta. Una prefiere refugiarse en la memoria y la otra, en que se reabren las heridas”, añade Antonio Cazorla desde Ontario (Canadá), donde desde hace más de una década ejerce como catedrático de Historia Contemporánea de Europa.
La misión declarada del Museo virtual de la Guerra Civil española es sintetizar la erudición más actualizada sobre la contienda y sus secuelas a largo plazo. También pretende evaluar los documentos en poder de las instituciones asociadas para su análisis y exhibición. Y montar una exhibición que combine síntesis académica y fuentes primarias de una manera que atraiga a un amplio público internacional. Son objetivos que insisten en reforzar la idea de “historia pública” que, sin renunciar a la calidad del contenido se esfuerza por comunicar. Porque, como dice Cazorla, “en España hay muchos lugares sin memoria y muchas memorias sin lugar”.
Un museo para leer
Entre los objetos que han rescatado de momento, y que irán creciendo, llama la atención un pañuelo bordado con los colores de la bandera de la Segunda República. Los investigadores que han escrito las fichas explican a partir de este caso el legado de los símbolos de represores y víctimas. Apuntan que la memoria de la Segunda República se ha desvanecido ante la de la guerra civil y la dictadura. “El cine y la literatura españoles, que se han centrado poderosamente en recuperar a las víctimas olvidadas de la Guerra Civil y la dictadura, han tendido a presentar a la Segunda República como un simple preámbulo para la acción, por ejemplo, en La lengua de las mariposas, de José Luis Cuerda, o en Belle Époque, de Fernando Trueba”, puede leerse en el museo.
Este museo virtual también es un ejercicio de contrapropaganda, en el que se aclara que, desde la más inmediata posguerra, las iniciativas de memoria de la dictadura reforzaron la victoria de Franco y descalificaron a los vencidos de cualquier presencia en el horizonte de la memoria nacional. De ahí se ha llegado al estado actual del Valle de los Caídos, en origen planeado para glorificar a los muertos de los rebeldes y transformado para contener los caídos de los dos ejércitos. “Es un monumento que nunca ha sido neutral y sigue siendo foco de una muy justificada polémica”, puede leerse en el museo. Tampoco elude la situación de la recuperación y dignificación de algunas víctimas de la represión franquista, “enterrados en fosas comunes o agujeros junto a las carreteras desde los años del conflicto, aunque muchos lugares están aún por excavar”.