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¿Cuál es el pronóstico de la sanitaria infectada de ébola?

Lo anunciaba esta mañana el hermano de Teresa Romero, la auxiliar de enfermería infectada por ébola, y lo confirmaba unas horas después una de las médicos que la atienden en el hospital La Paz-Carlos III: su “situación clínica ha empeorado”. Nada más que añadir. Órdenes de las autoridades sanitarias y respeto a la voluntad de la enferma, que ha pedido no dar más detalles.

¿Qué significa que su estado de salud ha empeorado? ¿Sufre vómitos? ¿Tiene diarreas? ¿Ha perdido la conciencia? ¿Ha empezado a tener hemorragias? De momento, a falta de información oficial concreta sobre el estado de salud de la enferma, todo son hipótesis. Reconstruimos cómo evoluciona el ébola.

El periodo de incubación del virus abarca los primeros 21 días desde el momento del contagio. Durante este tiempo, la persona no transmite la enfermedad. Los síntomas son variados y se pueden confundir con los que presentan otras patologías. Así, la persona puede tener fiebre, malestar general, dolores musculares, dolor de cabeza –con o sin náuseas– y vómitos y/o diarrea.

La atención médica en los primeros momentos, cuando se producen vómitos y diarreas, similares a los de una gastroenteritis, se centra en paliar la deshidratación que sufre el paciente.

El suero administrado a Teresa Romero ha conseguido bajar la carga viral en su sangre, según han explicado esta mañana fuentes de la Consejería de Sanidad madrileña. Sin embargo, no han especificado las consecuencias físicas que la enfermedad ya ha ocasionado en el organismo de la sanitaria.

“¿Esperanzas? Es posible, pero me dice (la doctora) que no hay grandes... Que está complicada la cosa”, afirmó el hermano de Romero en declaraciones a 'V Televisión' (La Voz de Galicia).

Una segunda etapa

Pasado el periodo de incubación, aparecen los síntomas específicos de la enfermedad. En el peor de los casos, si la enfermedad avanza, los síntomas no se alargan más allá de los 10 días, según explica la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC).

En esta fase, más virulenta, el paciente sufre hemorragias, como sangrado de nariz, vómitos con sangre, diarrea sanguinolenta, y sangrado en los sitios de inyección. Además, se presenta una erupción cutánea. La atención médica se centra en intentar parar esa hemorragia.

Llegados a este punto, lo habitual es que la persona presente un determinado grado de desorientación. Por ello, la atención que requiera no sólo será médica, sino que necesitará asistencia para realizar todas sus necesidades básicas. Esa ayuda para comer, orinar, defecar y de aseo diario, entre otras, la prestan las auxiliares de enfermería como Teresa Romero.

La enfermedad –y las posibilidades de contagio– avanza a medida que va aumentando la cantidad de virus en los diferentes fluidos. Así, en una última fase, si el sistema inmune del paciente no es capaz de eliminar la infección, se produce el fallo de diferentes órganos. La persona sufre insuficiencia hepática, insuficiencia renal, inflamación de los vasos sanguíneos y alteraciones graves de la coagulación que le causan la muerte.