En las últimas elecciones generales, la participación de los españoles en el extranjero fue del 6,3%. De 1.924.021 inscritos en el Censo de Residentes Ausentes (CERA), tan solo votaron 121.232. Desde que en 2011 se puso en marcha el sistema de voto rogado, el número de españoles en otro país que ha votado en los comicios celebrados desde entonces se ha reducido considerablemente.
Si en las generales de 2008 votó el 30%, en 2011 lo hizo tan solo el 5%. Siete años después de la entrada en vigor del ruego del voto, el Gobierno se plantea eliminar este requisito que en la práctica limita a muchos ciudadanos ejercer sus derechos fundamentales.
Según la propuesta elaborada por el Gobierno tras más de un año y medio de trabajo de la subcomisión para la reforma de la LOREG, los inscritos en el extranjero recibirán directamente la documentación en sus hogares y podrán votar en los consulados o por correo ordinario.
Para Marea Granate, la asociación que agrupa a españoles residentes fuera del país, la propuesta se queda corta. “Acabar con el voto rogado es un avance, pero seguirá habiendo problemas para miles de emigrantes”, explica Berta Burguete, una de las portavoces del colectivo.
Una carrera de obstáculos
Para muchos residentes en el extranjero, hasta ahora votar ha sido una carrera de obstáculos donde el principal escollo era el ruego del voto. La mayoría de los consulados solo permiten hacerlo forma presencial lo que complica el proceso a muchos emigrantes que no residen en la capital o que viven en una ciudad sin oficina consular.
“Mi pareja y yo vivíamos en Canterbury (Reino Unido) y tuvimos que pedir un día libre para ir a Londres a solicitar el voto”, explica Miguel Juliá, investigador de 26 años, que ha tenido problemas para votar desde las elecciones europeas de 2014, primero en Suiza y luego en Inglaterra.
Aunque se acabe con el voto rogado el problema del desplazamiento sigue presente para muchos ciudadanos, sobre todos para aquellos que acaban de emigrar, porque seguirán teniendo que desplazarse físicamente a inscribirse al consulado como paso previo a poder votar.
Por esto, Marea Granate pide que la propia inscripción consular pueda hacerse mediante carta, como ya sucede en algunos lugares. “Hay españoles que residen a miles de kilómetros de las oficinas. Por ejemplo, los que viven en Alaska o Hawai lo tienen muy complicado”, explica Burguete. En este caso, tendrían que desplazarse hasta San Francisco, a más de 4.000 kilómetros de distancia.
Uno de los cambios que plantea la reforma socialista es que se haga llegar a cada elector una papeleta en blanco donde escriba de su puño y letra la formación a la que desea votar. Con ello se mejoraría otro de los problemas que denuncian los españoles que se quedaron sin votar en anteriores comicios: la falta de papeletas de partidos o el de las impresiones defectuosas. A Miguel y a su pareja les llegaron mal impresas las de las elecciones de diciembre de 2016, con lo que su voto podía haber llegado a ser considerado nulo.
Que llegue la documentación a tiempo
Ellos proponen imprimir las papeletas desde la web, lo que también ayudaría a eliminar otro de los impedimentos que denuncian los electores: que la documentación llegue correctamente y a tiempo a sus domicilios. “Yo no tuve problema para rogar el voto porque vivía al lado del consulado en Santiago de Chile. Mi problema fue que nunca llegaron las papeletas”, explica Carmen Aguilar, periodista andaluza de 32 años, residente ahora en Reino Unido. “El Estado no puede confiar algo tan fundamental como el derecho al voto, a un servicio de correos de otro país”, asegura Aguilar.
De acuerdo con Marea Granate se podrían llevar a cabo alternativas como la delegación de poder o la descarga telemática de papeletas. El voto electrónico, que no está planteado en la propuesta, tampoco les parece na buena opción por la inseguridad que supone ante ataques informáticos.
En 2015, Jara Aracena, investigadora social, vivía en República Dominicana. En su caso fue la falta de información lo que hizo que se quedase sin votar. El día 16 de noviembre, solicitó el voto para las elecciones generales, pero por un error en su solicitud, al día siguiente le fue denegada la petición. Nadie le informó de que había habido un problema y estuvo esperando las papeletas durante un mes. “Me decían que esperara, que mis papeletas terminarían llegando a tiempo. Pero lo que pasaba era que mi solicitud no se había tramitado y nadie me lo dijo hasta la semana anterior a las elecciones”, explica. “Votar es un derecho fundamental. Es injusto que por este tipo de trámites te quedes sin poder hacerlo”, dice Aracena.