Como en cada reunión de la ONU, mucho de lo que ocurre en las COP en realidad pasa fuera del recinto en el que se celebra. En las últimas horas de la que ha albergado Madrid desde el 2 de diciembre, un par de centenares de activistas se han reunido a las puertas de Ifema para protestar por unas negociaciones que, consideran, “nos conducen a un calentamiento global de consecuencias catastróficas”. Se refieren a los acuerdos que apuntalan el Acuerdo de París a los que llegarán los países en las últimas horas, aún no finiquitados. Estaba previsto que se hicieran públicos este viernes, día de clausura, aunque ya se ha hecho oficial el primer retraso de 3 horas.
Las personas que se han manifestado a las puertas de los pabellones procedían de varias organizaciones y varias partes del mundo. Han leído comunicados representantes de Ucrania a Brasil e Islas Caimán. Se ha escuchado un internacional “we the people” pero también “Madrid Central, Almeida criminal” y “en Chile se mata”, en referencia a la represión en el país latinoamericano que debía alojar esta COP. Ha habido un minuto de silencio “por los indígenas asesinados” y también performances: unos chicos y chicas han roto con palos unos planetas Tierra de cartón de los que salían billetes, otros de Extinction Rebellion estaban encadenados a un barco abandonado en la rotonda que da acceso al Metro Feria de Madrid.
La tarde de protestas ha comenzado a las 15:30 dentro de Ifema, en el hall de la zona azul –zona política, la parte donde se producen las negociaciones–. A esa hora ha comenzado una sentada impulsada por Fridays For Future, la organización juvenil que se concentra los viernes en muchas ciudades del mundo. Ahí los gritos han ido de los “queremos Justicia climática, ya” a “el pueblo unido jamás será vencido” y también “Piñera [Sebastian, presidente de Chile], asesino”.
Las conclusiones de la Cumbre
Tras las protestas en las puertas de Ifema, a las 18:00, los organizadores y participantes iban a continuar en la sede de UGT de Hortaleza con un acto de cierre de la Cumbre Social. Ese, junto a la Universidad Complutense, han sido las dos ubicaciones clave de esa contracumbre, una serie de eventos paralelos de más de 300 organizaciones, críticos con el oficialismo de la ONU, que vienen realizándose desde el día 6, cuando se produjo la Marcha por el Clima. Representantes de la Cumbre Social han leído sus conclusiones en Ifema, que también presentan en un comunicado. Consideran que este espacio “ha constituido un espacio fundamental de contestación social a la COP25”.
La Cumbre Social ha intentado en todo momento que Chile siguiera ocupando un lugar central, algo que destacan en su nota a pesar de los “plazos tan apretados” –fue a principios de noviembre cuando se supo que finalmente la COP25 se localizaría en Madrid–. Aunque también hacen piden disculpas porque “si algo hemos aprendido de los pueblos indígenas es que el colonialismo continúa, no solo en las grandes empresas, sino también en nuestras maneras de pensar y actuar. Durante estas dos semanas hemos cometido errores fruto de un pensamiento que, pese a la buena voluntad, no cuestiona suficientemente el poder de las personas blancas.
Calculan que por las dos sedes han pasado 15.000 visitantes. “Tal y como la comunidad científica está poniendo en evidencia, este pacto global [al que se llegó con el Acuerdo de París] parece incapaz de mantener el incremento de la temperatura global muy por debajo de los 2ºC y a ser posible en 1,5ºC. Esta COP25 podría reducir aún más esa ambición. Dilatando los tiempos de presentación de nuevos compromisos, podemos retrasar durante años afrontar la emergencia climática, lo que tendrá catastróficas consecuencias”, dicen sobre el acuerdo que deberá salir en las próximas horas de Ifema y que apuntala al que se llegó en la capital francesa en 2015, en otra cumbre de la ONU.
Las protestas de la Cumbre Social y los activistas han quedado marcadas por los incidentes que sucedieron el pasado miércoles, cuando una acción que no tenía autorización de la ONU terminó con la retirada de varias acreditaciones de “observadores” que no pudieron volver a entrar durante la jornada. Naciones Unidas alegó “motivos de seguridad”.
Las sentadas de hoy sí tenían autorización pero igualmente lo han recordado: “Se ignoran las demandas de medidas reales, echando a más de 300 personas de la cumbre oficial –defensores de la justicia climática, personas científicas, jóvenes, mujeres, líderes indígenas, representantes de organizaciones de todo el mundo–, que se habían unido en una protesta pacífica para hacer sonar la alarma con una sola voz: las negociaciones de la COP25 están peligrosamente desviadas”. En todo caso, las organizaciones dicen que acaban la Cumbre Social y la COP “mucho más fuertes de lo que llegamos”: “Seguiremos en las calles para frenar la emergencia climática, de Santiago a Madrid articularemos redes de solidaridad con las poblaciones que luchan por la justicia en todas partes del mundo”.