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La marea verde en la 'era LOMCE': ¿menos huelgas y más resistencia?

La "Marea verde" pide la retirada de la Lomce a las puertas de la Convención del PP el pasado febrero.

Daniel Sánchez Caballero

Dos años de lucha, huelgas generales y parciales, asambleas, protestas, manifestaciones y rechazo después, la marea verde no ha podido con la LOMCE. Con el menor apoyo a nivel de partidos que nunca ha tenido una ley educativa (y ha habido unas cuantas), la primera norma con la que el PP traslada su modelo de enseñanza a las aulas se estrena en poco más de un mes, aunque de forma parcial.

Con la norma ya aprobada y vigente, hay quien se plantea si no ha llegado el momento de cambiar la estrategia de lucha. Aunque ha habido muchos tipos de protestas, las huelgas han sido la punta de lanza de la resistencia a la ley mientras se tramitaba. En los últimos dos cursos se han convocado dos paros generales, en 2012 y 2013. La de 2012 –no estrictamente contra la LOMCE sino contra los recortes, aunque forma parte de un todo– fue la primera en la historia de España a la que estaban llamados todos los niveles educativos y centros docentes del país. Sus convocantes consideran ambas un éxito de seguimiento.

Pese a que la ley ha sido aprobada finalmente y los recortes siguen vigentes, los integrantes de la Marea Verde creen que las protestas de estos dos últimos años –aunque los recortes realmente empezaron con el decreto de 2010 por el que el Gobierno socialista recortaba el salario de los funcionarios– han conseguido algo.

Algunos éxitos

“Han servido para concienciar a la comunidad educativa y al a ciudadanía en general de la que se viene encima con la ley. La gente es consciente de que se han sucedido muchas leyes educativas, pero casi nunca sabían lo que suponía una ley nueva tanto antes de que llegara”, opina Guadalupe Jover, profesora de Secundaria y miembro de la plataforma Yo Estudié en la Pública.

“Si hubiéramos estado callados los recortes habrían sido mayores”, afirma Nicolás Fernández, presidente del sindicato de profesores ANPE. Francisco García, secretario general de la federación de Enseñanza de CCOO, también destaca el valor informativo de las protestas: “Las movilizaciones han llevado al ánimo de la comunidad educativa que la educación debe ser política de Estado, y a que la sociedad rechace la LOMCE”. Jesús Salido, presidente de la confederación de asociaciones de padres y madres de alumnos CEAPA, resalta también el papel relevante que han adquirido las asociaciones “civiles y no políticas” como un éxito de las protestas.

Pero el caso es que el Gobierno ha pasado el rubicón en absoluta soledad y la ley es una realidad. Con este debate de fondo llega el nuevo curso escolar, su bajada al aula, y se abre un nuevo escenario para la comunidad educativa que se opone a la norma.

Algunos se preguntan si las viejas recetas sirven para los nuevos escenarios. Carlos López, secretario general de FETE-UGT, afirma en su blog que en su sindicato “genera muchas dudas convocar una huelga por los mismos motivos” por los que ya se han convocado otras. Su homólogo de CCOO, Francisco García, se muestra más tajante y afirma que “la huelga es un instrumento muy importante”, y destaca que tienen un “seguimiento, repercusión pública y recorrido mediático” que otras formas de protesta realizadas no alcanzan. Ambos sí coinciden sin ambages en algo: habrá movilizaciones.

En una posición más expectante se encuentra Nicolás Fernández, presidente del sindicato de profesores ANPE. “Vamos a ver qué pasa”, responde preguntado por la huelga como estrategia para el curso que viene. “No nos gustan las huelgas preventivas, nadie sabe qué va a pasar el próximo curso”.

Los focos del conflicto

Los sindicatos mayoritarios anuncian batalla. “Motivos parece que existen”, relata López, de UGT. El Gobierno ha anunciado su objetivo de llegar a un 3,9% de PIB para educación en 2015. Partimos del 4,1%, por lo que sólo hay dos vías para bajar dos décimas. O se recorta (unos 2.000 millones de euros) o se mantiene la inversión pero el PIB sube –más de lo previsto– de modo que la misma cantidad suponga un porcentaje inferior. “No sólo son nuevos recortes, porque ya se rasca en hueso. Significa copago educativo –ya están hablando de ello–”, concluye García citando unas declaraciones en las que el ministro de Educación, José Ignacio Wert, afirmaba que habría que plantearse la gratuidad de educación no obligatoria (infantil, bachillerato...).

UGT añade otros motivos que impulsarán las protestas. Con este curso ya se han perdido 90.000 plazas en el sector de la enseñanza, los centros pelean con “horarios imposibles” por falta de profesores y las modificaciones que demanda la LOMCE, empeoramiento de las condiciones de los maestros, etcétera.

García añade la universidad como próximo foco de conflictos por la subida de las tasas, el cambio en el sistema de becas y los recortes que están sufriendo. “Vamos a proponer retomar las movilizaciones desde principio de curso. Como decía Marcelino Camacho, la única lucha que se pierde es la que no se da”, advierte.

Fernández, de ANPE, presenta su propio caballo de batalla: el prometido estatuto de los profesores que regule su carrera profesional.

A los padres les preocupa la malnutrición infantil. “UNICEF dice que hay 2,3 millones de niños en la pobreza. Todos los que tengan más de tres años están escolarizados. Esto significa que hay un porcentaje de menores que van a los centros mientras los gobernantes endurencen los requisitos para acceder a las becas de comedor. Vamos a trabajar y luchar por esto”, asegura.

“Un curso movido”

Queda definir la estrategia. López, indeciso respecto a la huelga, lanza al aire otras formas de protesta (paros parciales pero sostenidos, por ejemplo) o recabar opiniones entre padres y otros miembros del colectivo anti LOMCE. Salido, de CEAPA, recoge el guante y opina que las huelgas tuvieron su momento y significado y que, si bien no renuncian a ellas, “la línea va más porque la implantación de la LOMCE tenga las mínimas consecuencias”.

Esto es, la desobediencia o insumisión. Sin trasgredir la ley, advierten. Muchos colectivos se plantean torpedear la norma desde dentro mediante acciones diversas. Jover, de Yo Estudié en la Pública, prefiere hablar de “resistencia”. Y pone ejemplos. “Objetar a la FP Básica (la decisión final es de las familias), pedir a los centros que sigan contando con la voz y el voto del Consejo Escolar (que con la nueva ley pasa a ser sólo consultivo)”. Medidas que apoyan sindicatos como CCOO o UGT.

Pero no ANPE. Fernández se muestra reacio a la resistencia a la ley. “A mí no me gusta la LOMCE. Lo he dicho y trabajo para cambiarla, pero es la ley y hay que respetarla”, afirma tajante. Su postura de cara al próximo curso es esperar acontecimientos. “Pueden pasar muchas cosas en verano. Se puede derogar el decreto de los recortes. La situación no invita al optimismo, pero vamos a ver la primera experiencia con los cursos, si se implantan o no”, argumenta.

Finalmente, otra línea de acción que propone Jover es “combinar la trinchera con el trabajo cotidiano de sensibilización y construcción de alternativas”. Muchos de los colectivos integrantes de la Marea Verde –no sólo educativos, también otros como Ecologistas en Acción o Attac– se han agrupado en el proyecto La escuela que nos une, mediante el que recaban ideas y propuestas para “definir el modelo de sociedad y a partir de ahí el educativo”. Su última batalla: contra la educación financiera (que no económica) en las escuelas.

Septiembre ya casi está aquí y con él la LOMCE, la ley educativa con más rechazo (al menos en la calle) en 40 años de democracia. “Se presenta un curso movido”, vaticina Salido, de CEAPA.

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