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“Lo que da lustre al glamour es la existencia de la pobreza”

Patricia Soley-Beltran abandonó las pasarelas hace 20 años y desde entonces está enfrascada en el mundo de la Sociología. Ahora, Licenciada en Historia y doctora en Sociología del Género por la Universidad de Edimburgo acaba de conseguir el premio Anagrama de Ensayo por su libro '¡Divinas! Modelos, poder y mentiras'. Una crítica demoledora contra el mundo de la moda, en el que también reflexiona sobre la necesidad de cambiar el modelo económico en el que se basa nuestra sociedad y el poder los jóvenes para transformar el concepto de identidad que también ha transmitido a la sociedad en su reciente intervención en el último TEDX Women Barcelona donde habló con eldiario.es

En su último libro lanza una demoledora crítica contra el mundo de la moda. ¿Está mucho peor que cuando usted lo dejó?

Sí, sin duda, mucho peor. Se ha incrementado en exceso el prestigio de las modelos en la sociedad como ideal a seguir. Hemos pasado de cultivar el cuerpo, hacer deporte, comer bien porque es sano a la existencia de un culto al cuerpo sobredimensionado. Lo que es peor, el mundo de la moda responde a una concepción económica que se ha rendido a un consumismo exacerbado y ha desvalorizado todo. La sociedad en general, con la moda a la cabeza, está anclada en un marketing de producto ligado a una concepción corporal. La modelo es la imagen prominente pero lo abarca todo.

Aún así, identifica a las modelos con trabajadoras precarias. Esa afirmación está muy lejos de concepto social generalizado que tenemos de ellas.

Hay que separar la imagen de lo que la modelo significa y lo que es la profesional que encarna ese trabajo. En las bambalinas la cosa es distinta. Hay unos grandes abusos, que se desconocen. Cuando vemos una película sabemos que una cosa es el personaje y otra los actores. Con las modelos el truco de la magia de la moda, es hacernos creer que ellas son así, que no están actuando. Que lo que vemos es lo que hay, pero no es verdad. Las modelos siempre han sido seres silenciosos. Yo les he dado el altavoz para que denuncien.

Su libro está teniendo un enorme éxito. ¿Se puede deducir de él que la sociedad y la industria de la moda están preparadas para el cambio que propone?

La exposición en los medios es el resultado del prestigio que otorga el premio Anagrama. La voluntad con la que está escrito es que esa concienciación social cale, y también supongo que es la intención del jurado que concedió el premio.

Y cree que eso va a cambiar algo.

Ya está cambiando. Mi libro denuncia prácticas que en otros países ya están siendo denunciadas. Algunas grandes modelos como Cindy Crawford levantan la voz. En EEUU se están organizando en torno a los primeros sindicatos, para regular el negocio. Porque hay muchas que ni siquiera son mayores de edad. En Nueva York está siendo muy fuerte la Model Alliance. Una organización que se ha copiado en Gran Bretaña y Francia. Por primera vez en la historia, son la propias modelos las que se organizan para empezar a estructurar su actividad como lo que es un trabajo en el que no se pueden consentir los abusos. Tienen un web genial en la que, por ejemplo, se ha podido escuchar a Katte Moss confesando lo incómoda y presionada que se sintió el día en que, con apenas 14 años, su novio David Ross le hizo aquella famosa sesión de fotos que la lanzó al estrellato. Esto ayuda a las nuevas que quieren acceder al sector a ver que no todo es tan bonito.

De su libro y sus estudios se deduce que el lenguaje es el culpable de estas concepciones vitales.

El lenguaje es el último eslabón de la culpabilidad. Los valores femeninos y masculinos que se representan tanto verbal como visualmente perpetúan la imagen que las marcas quieren dar. La mujer es sentimiento, el hombre fuerza... etc. Son mecanismos que abarcan todo. Nuestra creencias, la manera que dotamos de sentido al mundo... Hay que equilibrar la balanza en todos los sentidos. En el mundo de la moda se debe apostar por la inclusión y la diversidad. Son necesarios modelos de todos los sexos, edades, colores, razas. El hombre gana protagonismo en la moda, pero se siguen sin representar hombres emocionales, ni mujeres poderosas. Hay un miedo feroz a representar mujeres poderosas.

¿Qué responsabilidad tienen los medios de comunicación en esta situación?

Algunos, mucha. Hay medios que solo son soportes publicitarios. Las páginas de redacción están supeditadas a las exigencias de quienes pagan sus anuncios porque eso es lo que les permite sobrevivir. Perpetúan conceptos.

¿Es de las que enarbola la bandera de “Muerte al Photoshop”?

El Photoshop es un eslabón más, tal vez el más visible actualmente, del gran engranaje de engaño que tiene este mundo. Una foto de estudio lleva un proceso de luces, maquillaje, producción, etc que ya cambia por completo a la modelo. Añadir un mal uso de Photoshop ha llevado a forzar tanto el proceso que los del otro lado han dicho: ¡Basta! No queremos más engaños. Eso está produciendo en más de una marca una desafección con sus clientas. Porque alejan tanto las modelos del perfil de quien debe comprarlo que empieza a tener consecuencias. Yo conozco un marca catalana, no voy a decir el nombre, que ya está notando una caída en sus ventas y este es el principal motivo. Es un detalle más del engranaje. Pero con él la gente reacciona ante el engaño.

¿Cómo calificaría los nuevos modelos narrativos en relación con la moda? Por ejemplo, el boom de las blogueras de moda...

No sigo mucho a las blogueras de moda. Lo que hacen es perpetuar la ligazón con las marcas y el consumismo que tienen las grandes cabeceras del papel couché. Donde sí veo un cambio importante es en los medios nativos online, que estáis ayudando a cambiar el discurso dando voz a otras concepciones de la vida. También, por supuesto, en las redes sociales. Gracias a Facebook, Twitter etc se están viralizando y dando a conocer situaciones y reflexiones en torno a este mundo que pueden ayudar a cambiar conciencias. Vídeos como el de la mujer que desmaquilla a una modelos hasta que se convierte en una niña. Esta sociedad es suficientemente lista como para saber identificar esas nuevas narrativas, aunque sean más difíciles de distribuir que si se hicieran a través de un anuncio de televisión.

La sociología proporciona algún herramienta para cambiar estas prácticas.

La sociología lo que demuestra es que algo está cambiando. Tal vez como consecuencia de la crisis, o tal vez porque estamos ante la sociedad más formada de la historia. Lo cierto es que se está empezando a atisbar una distancia entre las marcas y sus potenciales consumidores.

¿Por ejemplo?

El ejemplo más actual es lo que ha ocurrido con la campaña de Multiópticas utilizando modelos con un perfil que no ha gustado nada a sus potenciales clientes. Éstas se han rebelado en las redes sociales con una campaña tan potente que ha obligado a la marca a cambiar su estrategia. No es el único caso, y habrá más. Sin ser tan llamativo también hay muchos diseñadores de moda que están perdiendo cuota de negocio por apostar por modelos con las que no se identifica mucha de la gente que podría comprar sus diseños.

En cualquier caso, es utópico pensar en un mundo sin pasarelas. ¿Hay un balance ideal?

A mí me gustan las utopías. Son las que marcan el objetivo. En este caso, lo que hay que poner en duda es lo que representa el mundo de la moda. Por qué la economía en la que vivimos debe estar enfocada a este consumismo desaforado. Un consumo relacionado con la explotación de cuerpos, con una concepción que denigra a las mujeres, con la explotación laboral de personas en la otra parte de mundo. En mis estudios he detectado que uno de los factores que concede el lustre al glamour es la existencia de la pobreza. Si nuestra vida material, la de todos los seres humanos del mundo, estuviera garantizada no nos parecería tan atractivo el lujo, nos los que siempre están jóvenes y deseados. Es el contraste lo que le da fuerza a este mundo ideal.

¿Cómo llegar, entonces, a ese mundo en el que todos tengan unos mínimos cubiertos?

La gente es quien tiene la obligación y el poder de cambiar el modelo de sociedad que queremos. Lo bueno es que lo que va a ocurrir está en manos de todos. La reflexión que se necesita es: ¿Vas a seguir comprando en esa tienda, más o menos barata, pero que sabes que su ropa la confecciona gente explotada y que tiene un dueño multimillonario que apenas da una migajas de su riqueza a fundaciones? La respuesta sensata debe ser, no. Tenemos que tomar conciencia del poder que tenemos como consumidores y como personas y empezar a actuar para cambiar el modelo económico que quieren imponernos. Está claro que a una familia con tres hijos y un sueldo bajo no le podemos exigir que no compre en tiendas baratas, pero si te lo puedes permitir es un deber consumir con conciencia ética.

Volviendo al mundo de la moda y los referentes, ¿La irrupción en la escena mediática, en este caso política, de mujeres referentes como Ada Colau o Manuela Carmena puede influir en el cambio de modelo que propone?

Está claro que sí. Estas semanas atrás cuando bajaba por las Ramblas y veía el cartel de Ada Colau en las calles sentía algo especial. Están cambiando las formas de pensar de los jóvenes. Ellas son mujeres que venden otros valores. Hay que tener cuidado con no confundir esto con determinadas campañas de las marcas destinadas a mujeres senior. Porque en ese caso lo que valoran no es la experiencia. Te dicen lo mismo, que a pesar de ser senior puedes ser tan estupenda como las jóvenes. Estas mujeres a las que usted ha hecho referencia sí venden otros valores.

¿Eso significa que el “eres lo que vistes” que usted critica está flaqueando?

La crisis se está encargando de cambiar eso. Colau no dedica sus esfuerzos a acicalarse sino a otros objetivos. Con la crisis se han removido las conciencias. Nos hemos dado cuenta de que hay que volver a unos valores que se habían perdido por completo.

A lo largo del siglo XX, la industria de la moda ha aprovechado las crisis siempre para relanzarse. En los años 30 las calles se llenaron de peluquerías, donde ir a ponerse guapas y olvidarse de los problemas. Tras la crisis del petróleo en los años sesenta se introdujo el concepto de 'caché' asociado a las modelos para fascinar. Fíjate, si eres guapa y estás estupenda ganarás un pastón. Luego se pasó a un desaforado marketing de consumo. Un hiperconsumismo que asocia comprar con estar bien. Si estás depre, vete de compras, te decían.

¿Y ahora qué va a pasar?

No tengo un bola de cristal para ver el futuro. Pero lo que sí es seguro es que la situación actual es distinta. La gente está mucho más formada que nunca. Y creo que han tensado demasiado la cuerda. Hay más jóvenes formados y universitarios que nunca en la historia de este país, son menos manipulables. No se trata de romper con todo. Pero sí se busca encontrar un camino medio. Se puede disfrutar de nuestro cuerpo y nuestra indumentaria, pero sin que eso implique alimentar una industria que explota trabajadores, impone sueldos precarios y alimentar un sistema económico tan perverso que acaba volviendo a nosotros en forma de desahucios, etc.

¿Hay un modelo de consumo ideal o está por inventar ?

A mí me gusta mucho el modelo del los años 60 del siglo XX. Una sociedad concienciada que luchaba contra guerras estúpidas y un modelo de industria con propuestas pero sin imposiciones. Se podía elegir. Ese sería un buen idea a seguir.