¿Cuánto radón hay en los puestos de trabajo españoles?

Alberto Ruano Raviña / Lucía Martín de Bernardo Gisbert

Universidade de Santiago de Compostela —
14 de noviembre de 2024 16:20 h

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El radón emite radiación ionizante como resultado de la descomposición natural del uranio-238 que forma parte de las rocas de la corteza terrestre. Desde el subsuelo asciende y puede filtrarse al interior de viviendas y lugares de trabajo a través de grietas, fisuras y juntas mal selladas. En ocasiones alcanza concentraciones peligrosas para la salud, por lo que cabe preguntarse cuánto radón hay en nuestros hogares y puestos de trabajo.

El radón es un agente carcinógeno humano tipo I (asociación demostrada) vinculado causalmente con el cáncer de pulmón. La relación entre la exposición a radón y el riesgo de este tipo de cáncer es de tipo dosis-respuesta: a más exposición, mayor riesgo. Los primeros estudios se realizaron en mineros durante el siglo pasado y posteriormente se llevaron a cabo en la población general hasta confirmar que las personas expuestas a concentraciones elevadas de radón en sus viviendas tenían un mayor riesgo de cáncer de pulmón.

Hay múltiples factores que influyen en la concentración de radón en espacios interiores, pero el más importante es el contenido de uranio en las rocas de la corteza terrestre sobre las que se asientan las edificaciones y el grado de aislamiento del edificio con el suelo.

España tarda en aplicar las directivas europeas

En 2013 la Unión Europea publicó la Directiva para la Protección frente a las Radiaciones Ionizantes, que establecía un plazo de aplicación de hasta febrero de 2018. Además, ponía un nivel de referencia máximo de 300 bequerelios por metros cúbicos (Bq/m³) para viviendas y lugares de trabajo, entre otros aspectos.

España ha implementado esta directiva con mucho retraso, en diciembre de 2022, con un Real Decreto que obliga a los empleadores a proteger a los trabajadores frente a la exposición a radón. En concreto, obliga a que se mida en todos los lugares de trabajo subterráneos, mediante laboratorios acreditados por la Entidad Nacional de Acreditación (ENAC).

Además, en los municipios de zonas prioritarias es necesario realizar mediciones en plantas bajas. Las zonas prioritarias deben ser indicadas por el Consejo de Seguridad Nuclear. En la actualidad, estamos a la espera de la designación de estos lugares. Todo parece indicar que serán aquellos indicados como de tipo II por el Código Técnico de Edificación, localizados sobre todo en Galicia, Madrid, Extremadura, Castilla y León y Cataluña.

En caso de que los niveles de radón superen los 300 Bq/m³, el Real Decreto requiere que se implementen acciones de mitigación para proteger y reducir la exposición de los trabajadores.

¿Es elevada la exposición a radón en el trabajo?

El estudio más amplio realizado en España sobre este tema fue publicado en 2023. Incluye datos de 3 140 puestos de trabajo en 14 provincias españolas, aunque la mayoría localizados en Galicia.

En nuestro trabajo, uno de cada cinco puestos de trabajo superaron los 300 Bq/m3. Se observaron diferencias entre sectores: los más expuestos al radón fueron el cultural y el educativo; los menos, el financiero y textil. Como era esperado, la concentración del gas disminuía a medida que el puesto se alejaba del subsuelo: un 30 % de los trabajadores bajo rasante tendrían exposiciones por encima de los 300 Bq/m³, frente a un 17 % en primeras plantas.

La localización geográfica del espacio laboral según la clasificación del municipio es también fundamental. Mientras un 21 % de los puestos en municipios con alto potencial de radón superaban los 300 Bq/m³, este porcentaje era sólo de un 1 % cuando se localizaban en otras zonas.

Cabe destacar que en un 4 % de todos los puestos de trabajo incluidos en este estudio se encontraron concentraciones extremas de radón, por encima de los 1000 Bq/m³.

¿Hasta qué punto supone un riesgo para la salud?

La evidencia disponible indica que la relación entre radón y cáncer de pulmón es lineal. El periodo de latencia entre la exposición al gas y la aparición de síntomas puede extenderse décadas (al menos 20 años de exposición elevada) para que el riesgo de cáncer de pulmón pueda incrementarse de forma significativa.

También sabemos que existe una importante interacción entre la exposición a radón y el consumo de tabaco. De hecho, la mayor parte de los casos de cáncer de pulmón atribuidos al radón ocurren en fumadores y exfumadores. Por tanto, si la persona expuesta no ha fumado nunca, su riesgo, aunque existe, es más bajo que el de una persona fumadora.

Finalmente, también debe considerarse el hecho de que esa persona expuesta en el trabajo puede tener una concentración de radón elevada en su vivienda. Sobre todo si reside en una zona de alto potencial de radón y en una planta baja.

Esto no elimina la obligación que tiene en la actualidad el empleador de evaluar y reducir la concentración de ese gas de la forma más eficiente y rápida posible. Esto se puede lograr, en la gran mayoría de situaciones, de forma sencilla.

En definitiva, la medición de gas radón y su mitigación (cuando aplique) es una obligación por parte de los empleadores como parte de la protección de la salud de los trabajadores. Afortunadamente sabemos cómo se mide, cómo se reduce y cómo afecta a la salud. Ya no hay excusa para aplicar la normativa y conseguir un ambiente laboral más saludable ante un carcinógeno que siempre ha estado ahí, pero al que no se le ha prestado la suficiente atención.

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Puedes leerlo aquí.