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La realidad de la brecha salarial en el tenis tras las declaraciones de Rafa Nadal: peores condiciones y menos visibilidad

Rafa Nadal, en una imagen de archivo.

Mamen Hidalgo

La igualdad en el deporte de élite está lejos de ser una realidad, y aunque el tenis es reconocido por sus esfuerzos para reducir las brechas entre hombres y mujeres, no escapa a estas diferencias. En los últimos tres años se ha intensificado la lucha de las tenistas por lograr el mismo trato que sus compañeros al tiempo que ha crecido la tensión pública entre ellos. Así se ha vuelto a demostrar en el Madrid Open que se celebra esta semana en la capital, donde Rafa Nadal, actual número 2 del ranking ATP, ha seguido fiel a su línea cuestionando la “hipocresía” del debate sobre si sus compañeras deberían ganar más dinero.

“¿Por qué las mujeres ganan más que los hombres en la moda? Pues no lo sé, pero ahí sí que tampoco hablamos todo el día de diferencia salarial”, aseguró en una rueda de prensa este pasado martes a la pregunta de una periodista sobre en qué cree él que se basa la desigualdad salarial entre hombres y mujeres en el tenis. En su intervención, también señaló que quería los mismos derechos para ellas: “Tengo madre, tengo hermana, y son de las personas que más quiero en este mundo. ¿Qué más quiero yo que seamos exactamente iguales? Lo que hay que conseguir es que no por ser hombre o por ser mujer se gane más o menos, sino que sea por la calidad del trabajo o por lo que puedas generar”.

Sin embargo, la realidad que se esconde tras sus declaraciones revela un escenario en el que ellas cuentan con peores condiciones de partida y menos visibilidad, lo que tiene influencia a la hora de que su actividad genere más o menos retribuciones. La brecha es un hecho, y se da incluso entre tenistas de renombre como Serena Williams, que en 2016, por ejemplo, defendió el título de Ohio a cambio de 495.000 dólares. Roger Federer hizo lo mismo por 731.000.

No es la primera vez que el tenista español se refiere en estos términos a la desigualdad de género en el tenis. En este sentido, fue sonado el cuestionamiento que desplegó contra el nombramiento de Gala León como capitana del equipo español de Copa Davis, por el que fue acusado reiteradamente de machismo. Algunos años después, utilizó el mismo argumento que ha usado esta semana, cuando justificó que ellas cobren menos porque “movilizan más público”.

Clara Sainz de Baranda, especialista en género en la Universidad Carlos III de Madrid y autora de la tesis doctoral Mujeres y deporte en los medios de comunicación: estudio de la prensa deportiva española (1979-2010), defiende que si realmente se cumpliese lo que dice Nadal, en el momento en el que un deporte generase dinero, las mujeres lo verían recompensado. “Pero no es así”, explica a eldiario.es. “El fútbol femenino, por ejemplo, ha empezado a sumar ingresos, pero ni siquiera tiene convenio colectivo. Es un sistema patriarcal que no te deja avanzar. Esa idea de que las mujeres no generan espectáculo es un recurso que han tenido la prensa deportiva y los patrocinadores para no ceder espacio y destinar su dinero exclusivamente a los hombres”.

“Ellas han tenido que ganar más medallas y demostrar que deportivamente están al mismo nivel para que sea otra historia, para que se invierta más y entonces hablemos de rentabilidad. El problema es que la repercusión no está acorde a lo que merecen, y si no reciben el mismo dinero no es por el espectáculo que dan, sino porque no tienen los mismos recursos”, refiriéndose así a visibilidad en prensa deportiva, patrocinios o presencia en horarios de mayor audiencia en televisión.

Por cada dólar de ellos, 80 céntimos de ellas

Ya en 2016, la estadounidense Serena Williams alertaba de esta división entre sus compañeras y activos del tenis tan importantes como el propio Nadal o Novak Djokovic. “Si queremos un verdadero cambio, hombres y mujeres debemos trabajar juntos”, decía. Williams, una de las deportistas más laureadas de todos los tiempos, respondía así a la propuesta del serbio de cobrar según las entradas vendidas. “Nosotros deberíamos presionar más porque las estadísticas muestran que tenemos muchos más espectadores. Deberíamos obtener más premios, aunque las mujeres deben luchar por lo que creen que merecen”, aseguró Djokovic recordando que ellas debían “lidiar con cuestiones hormonales y decisiones familiares”.

2007 fue una fecha clave para este debate en el tenis. Wimbledon igualaba los premios logrando que los cuatro Grand Slams equipararan estos ingresos. Australia (2001), Roland Garros (2006) y Estados Unidos (1973) ya lo habían hecho previamente. Sin embargo, lejos de los principales torneos hay diferencias considerables. En un estudio publicado en 2014 por la Federación Internacional de Tenis se calculó que 336 hombres ganaban suficiente para cubrir sus costes mientras que solo era así en el caso de 253 mujeres. En años posteriores la situación no es mucho mejor, y por cada dólar que ganan ellos, ellas reciben ochenta céntimos.

Según un estudio elaborado por el periódico The Guardian en 2018, más del 70% de los hombres del top 200 habían ganado más que ellas en premios. Pilar Calvo, Secretaria General de la Asociación para Mujeres Profesionales en el Deporte (AMDP), lamenta que el foco esté en un solo factor. “La teoría es correcta, debe ganar quien más genera, pero está comparando sandías con uvas. Si para excavar un metro cuadrado a él le ponen una excavadora y a mí me dan una pala, evidentemente va a generar más él, va a ser más productivo”, comenta.

“La teoría está bien, pero en las mismas condiciones, con los mismos derechos y las mismas oportunidades. Y ahí está el problema. ¿Se trata igual mediáticamente a Muguruza que a Nadal? ¿Emiten sus partidos y en los mismos horarios? ¿Juegan en las mismas pistas? Normalmente en horario de máxima audiencia juegan ellos, y ellas casi siempre quedan relegadas a las cuatro de la tarde, cuando la gente está trabajando. No estamos hablando de lo mismo. Hay que ponernos a todos en el mismo plano y entonces ya hacemos las comparaciones”, señala.

No solo es cuestión de dinero

Las cifras siguen mostrando la brecha, aunque tenistas y expertas inciden en que no es solo cuestión de dinero. Billie Jean King, creadora de la WTA y gran artífice de la igualdad en el Open de Estados Unidos en 1973, ha recalcado en los últimos años que que no es un asunto puramente económico: “Se trata del mensaje que se envía”. Hacía así referencia a las declaraciones del director ejecutivo de Indian Wells, Raymond Moore, quien dijo que si fuera jugadora se arrodillaría todas las noches a agradecer el nacimiento de Roger Federer y Rafa Nadal.

La realidad es que la independencia de los circuitos masculino (ATP) y femenino (WTA) de las Federaciones provocó una evidente mejora en las condiciones de las mujeres, pero las especialistas alertan de que hay cuestiones importantes que no se están teniendo en cuenta en ese desarrollo. “Siguen teniendo los peores horarios, las peores pistas, y siendo relegadas a las peores cadenas de televisión. Por tanto, siguen en desigualdad de condiciones y no pueden generar el mismo dinero”, añade Sainz de Baranda.

María José López, abogada especialista y autora de Mujer, Discriminación y Deporte, recalca esas diferencias independientemente de las desigualdades salariales. “El mundo del deporte es uno de los ámbitos donde más desigualdad existe. Puede chocar porque es muy mediático, pero parte de un concepto de segregación que ha posicionado a hombres y mujeres en situaciones muy diferentes. Es fácil encontrar personas que desde la misma actividad cobren de forma diferente no solo en cuestiones salariales sino también en relaciones laborales, contratos, etc. ¿Resultaría chocante que una alta directiva de una multinacional cobrase menos por ser mujer en el mismo ranking de otro alto directivo de la misma empresa? No solo chocaría, sino que sería ilegal. Pero en el deporte, por ese concepto de segregación, se ha normalizado”.

“No dudo que Nadal quiera la igualdad, pero está claro que no sabe lo que es. No queremos más, queremos lo mismo. No somos iguales, pero debemos tener las mismas oportunidades”, concluye Pilar Calvo, quien opina igual que Sainz de Baranda. “No me digas que crees en la igualdad cuando fomentas lo contrario desde pequeñito, desde que te dan los mejores horarios mientras las niñas tienen que esperar a que tú termines”, dice la periodista. “Es mucho mejor reconocer que te gusta el sistema y punto, pero no hablar de nuestras madres. Todo hombre ha nacido de una madre, incluso los que matan a las mujeres”, concluye.

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