La reapertura de fronteras queda en manos de Sanidad Exterior, un cuerpo con menos de 150 sanitarios y “olvidado”
El 21 de junio las fronteras españolas del espacio Schengen se reabren después de más de 3 meses cerradas, y el 1 de julio lo harán las de “terceros países” que la Comisión Europea considere “seguros”. En la práctica, eso significará una entrada a través de aeropuertos de cientos de miles de personas –la cifra exacta para un verano tan peculiar como el de 2020 aún es impredecible–, y con ellas un riesgo cierto de que se importen casos de COVID-19 desde el extranjero ahora que en España la transmisión está mucho más controlada. El presidente Pedro Sánchez admitió el domingo que la llegada de turistas iba a ser un momento “crítico”, pero que lo confiaba a “reforzar” la Sanidad Exterior.
Sanidad Exterior es una institución cuyas competencias son del Gobierno y que se encarga entre otras cosas del control higiénico-sanitario de aviones y barcos, de que no entren en nuestro país enfermedades infecciosas emergentes. Han actuado con la gripe A, con el ébola, y con muchos otros virus a lo largo de más de un siglo. Pero según algunos de sus trabajadores lleva ya años “olvidada”. Desde la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública e Higiene (SEMPSH) definen su estado como “paupérrimo”. Y en CCOO son igualmente directos: “Su situación es penosa”.
El Ministerio de Sanidad informa de que hay unos 600 trabajadores de Sanidad Exterior en todo el país, pero no todos son personal sanitario. La presidenta de la organización más grande que los reúne, la Asociación de Médicos de Sanidad Exterior (AMSE), Mar Faraco, explica que en esos 600 también se incluye a veterinarios –“el colectivo más potente del cuerpo” y quienes se encargan del análisis de mercancías animales– y a farmacéuticos –para la inspección de drogas–. No hay una relación directa sobre cuántos de los 600 son personal médico y de enfermería, pero AMSE calcula al alza alrededor de 150. En CCOO estiman no mucho más de un centenar. Y varias fuentes coinciden en que en muchas provincias, también en algunas con puertos y aeropuertos, hay entre 1 y 2. Situados en Barajas, por donde van a entrar la mayoría de viajeros, en AMSE les constan entre 5 y 9 sanitarios.
Se dio la casualidad de que uno de los primeros actos como ministro de Sanidad de Salvador Illa fue el 120 aniversario de Sanidad Exterior, el 22 de enero de 2020. Fue apenas unos días después cuando estos empleados públicos comenzaron a tener un papel relevante, antes incluso de que estallara del todo la crisis: fueron ellos quienes detectaron los primeros sospechosos provenientes de China y quienes tuvieron que supervisar la repatriación de los 20 españoles que vivían en Wuhan. Son funcionarios del Estado con doble dependencia: por un lado orgánica, es decir, “quien nos da los medios y los sueldos es el Ministerio de Política Territorial y Administración Pública”; y por otro funcional, “quien nos dan las directrices técnicas es el Ministerio de Sanidad”.
Refuerzos desde AENA
Sanidad Exterior ya lleva meses en los aeropuertos controlando a los viajeros, ahora a los que pueden pisar España con permisos especiales. Más o menos desde esa primera operación de repatriación. Les registran, recogen los cuestionarios con su información, y les toman la temperatura –una medida que no todos en Salud Pública comparten–. Luego les monitorizan las cuarentenas obligatorias, aunque “no dan abasto para todo el mundo”. Porque ahora tienen muchísimo trabajo, cuenta Faraco: “En Barajas están haciendo un esfuerzo brutal”.
Pero con la circulación libre del 21 de junio, y luego del 1 de julio, todo se multiplicará, como lo hará volumen de pasajeros, aunque al menos se les acaben las cuarentenas obligatorias. La intención es automatizar todo: tomar la temperatura más ágilmente con cámaras termográficas y “digitalizar el registro de datos de localización” por si fuera necesario un rastreo posterior, especifican desde AENA, la gestora de 46 aeropuertos españoles. Sanidad Exterior también aísla en la misma terminal a quien presente síntomas, aunque su labor es intermediaria y si hay un positivo es responsabilidad de las comunidades.
Fuentes del Ministerio de Política Territorial señalan que “es necesario un refuerzo, lo llevamos planteando desde el comienzo de esta crisis”. Lo van a tener, como declaraba Sánchez y como también confirma Sanidad. Vendrá por parte de AENA, y de Puertos del Estado, del Ministerio de Transportes. Aunque nadie sabe especificar exactamente cómo ni en qué cantidad. Sí está claro que Sanidad Exterior coordinará todo el proceso. En AENA cuentan a eldiario.es que ya colaboran con ellos en “labores de vigilancia y control sanitario”, y desde el 1 de julio aportarán “medios humanos y tecnológicos necesarios”, así como el uso de tecnología para las aplicaciones móviles –aún por desarrollar– y los termómetros.
Desde la Sociedad Española de Salud Pública e Higiene (SEMPSH) tienen muchas dudas sobre cómo se va a hacer esto: “En AENA la gente no está formada en Medicina. Se hace así porque no hay capacidad de conseguir interinos a través del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias”, comenta un portavoz.
Sueldos un 20% más bajos
Algunos de esos 120 años de historia los lleva Sanidad Exterior reivindicando. “Los sueldos son significativamente más bajos que los de otras administraciones. El salario de personal médico y de enfermería de Sanidad Exterior puede rondar un 20% menos que el de un sanitario de su categoría”, explica Faraco. “Además, tenemos un sistema de pago extra por localización 24 horas 7 días a la semana realmente indigno. Desde 2016, ronda los 15 euros al día para médicos y 12 para enfermería”. Desde CCOO denuncian lo mismo. Pusieron hace 3 años una demanda a Política Territorial por las condiciones laborales, que perdieron. Lo recuerda José Luis Hernández Rivases, secretario de la delegación sindical para Presidencia y Administración Pública: “No puede ser que estén de guardia 24 horas sin complemento específico, que no les pongan medios y tengan que ir con su coche al aeropuerto, que su conciliación laboral y familiar sea mínima, que no puedan cogerse vacaciones de mayo a septiembre…”.
El personal sanitario del Estado es funcionariado de nivel 24 y pasa una oposición que es “de las más duras del Estado”, describen desde la SEMPSH. Y, cuentan desde todas las organizaciones, hay gente que abandona cuando ve las condiciones y compara sueldos. “¿Quién va a querer trabajar tanto por 1.700 euros si en servicios autonómicos puedes cobrar 2.400? O se equiparan salarialmente y se pagan las guardias, o no hay nada que hacer. Estamos hablando de gente muy formada, especialistas en Emergencias Sanitarias y Medicina Preventiva, gestionando un flujo de cientos de miles de personas”, protestan desde SEMPSH. También todos rememoran que tras los recortes y la reposición 0 de la Sanidad, de 2012 a 2018 se vieron muy mermados de efectivos, en parte porque la plantilla ya era de edad avanzada y al jubilarse no fue renovada. Durante mucho tiempo no se convocaron plazas.
“Si la gente viajase con normalidad, no podríamos”
Además del control de pasajeros y mercancías de barcos y aviones, Sanidad Exterior tiene otra labor principal: la vacunación internacional de viajeros en la red de centros que tiene el Ministerio, algunos delegados a las Comunidades Autónomas. “Un verano normal, sin epidemias ni pandemias, normalmente ya no damos abasto. Por suerte este año no coincide, es lo único bueno: esta pandemia ha hecho que la gente no viaje y así no se vaya a vacunar tanto. Con una pandemia un poco menos fuerte que esta, que permitiese que la gente viajase con normalidad, apaga y vámonos. No podríamos”, sigue Faraco.
“Esto es especialmente extraordinario, ninguno hemos vivido nada tan gordo sanitariamente, lo más parecido la pandemia de gripe de 2009 y ni de lejos estuvo a este nivel. Tampoco queremos quejarnos: hemos hecho mucho esfuerzo pero como todo el mundo, también de otros sectores. Lo que sí queremos es que cuando pase, se reflexione sobre si en España tenemos un buen cuerpo de Sanidad Exterior o esto debería ser de otra manera”, subraya esta médica.
En AMSE se organizaron en 2007, y desde entonces llevan “muchas reuniones y muchos disgustos. No es que queramos reivindicarnos ahora en tiempos de coronavirus, hemos estado callados porque somos conscientes de que esta circunstancia es complejísima en todos los aspectos”.
Una organización con “doble cabeza”
Que tengan 'doble cabeza', Sanidad y Política Territorial, no ayuda: “Nosotros nos creamos precisamente para poder ser un grupo de comunicación entre los dos. Con ese funcionamiento es muy complejo cambiar las cosas, ni siquiera sabes a quién tienes que pedírselas. Uno te dice que tomes la temperatura, pero si el otro no te da termómetros, ¿quién te lo compra?”. Un antiguo Director General de Salud Pública (2009-2011), Ildefonso Hernández, lo cerciora desde el otro lado: “Gestionarlo es muy difícil”.
Faraco tampoco critica directamente al ministro Salvador Illa. Este mayo le enviaron a él y a los demás responsables una carta quejándose, entre otras cosas, de otro asunto importante: en España hay nombrados desde 2014 varios aeropuertos como Puntos de Entrada Designados dentro del Reglamento Sanitario Internacional 2005, una orden internacional que especifica ciertas normas para el control de emergencias, y que ninguno cumple. El 11 de junio “nos contestó muy amable y educado, comprometiéndose a una mejora. Fue el único. Y estamos muy acostumbrados a que nadie nos conteste”.
El problema de Sanidad Exterior no viene por la COVID-19, es “crónico, estructural. Yo no sé cuál es la mejor solución, no soy ministro. Pero sé que cada año, los normales, los controles en las fronteras se saturan, y que los aeropuertos no están preparados para lo que ha pasado”. ¿Tienen miedo a que esta reapertura de fronteras salga mal? “No es que nos dé miedo. Somos conscientes de que hay que ir abriéndolas, y la decisión de cuándo no es nuestra. Pero tienen que dotar mejor al cuerpo. Esperamos que sea una oportunidad para que se replantee este servicio”.
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