Reino Unido se ha convertido en el primer país occidental en vacunar contra la COVID-19. Fue este martes, a poco más de tres semanas de que se consuma el Brexit, y con dosis del suero de Pfizer/BioNTech. La estrategia es similar a la española: primero sanitarios y usuarios y trabajadores de residencias, aunque allí también personas mayores de 80 años. Se ha comenzado a administrar en hospitales. La vacuna de Pfizer tiene que ser conservada a -70 grados y solo aguanta 5 días a temperaturas más fáciles de gestionar, de unos 8 grados. Las autoridades británicas ya han explicado que los congeladores especiales en los que caben 975 dosis no se pueden abrir si no se van a usar todas en las siguientes horas para no romper la cadena de frío. Así que tardarán unos días en llegar a las residencias. Esa ha sido la primera aclaración que han dado las administraciones una vez ya las dosis han llegado al terreno británico. La segunda ha sido este miércoles, cuando han tenido que pedir a las personas con alergias “significativas” que no se vacunen, después de detectar reacciones en dos sanitarios –ambos ya recuperados–.
Reino Unido comienza con su vacunación antes que España y otros países de la Unión Europea. Nos sacarán un mes de ventaja, según lo previsto, pero de la puesta en marcha de su programa podremos extraer unas cuantas lecciones que nos convendrán para enero, cuando según esas previsiones comience a aplicarse el plan de vacunación del Ministerio de Sanidad.
Sabremos algo nuevo sobre la seguridad...
Lo que comienza ahora en el Reino Unido es una “fase 4” de los ensayos, la posterior a la fase 3 previa a la autorización de las agencias. La llaman así los expertos, entre ellos Isabel Sola, que dirige uno de los laboratorios españoles que buscan su propia vacuna: “Es cuando se empieza a administrar a un número muy grande de población heterogénea. Pueden ir apareciendo determinadas reacciones adversas poco frecuentes, que no se han podido ver en fases previas; en este caso, una frecuencia de menos de 1 por cada 50.000, que es el número de personas que han participado en ensayos aproximadamente. Son números grandes que te aseguran que la vacuna es segura y eficaz para la mayoría, si no fuera así, no se autoriza, pero no al nivel de todas las circunstancias que puede haber en un país. Lo que ha pasado con las reacciones alérgicas nos permite confirmar que se va a estar alerta ante cualquier circunstancia. Es un proceso de farmacovigilancia riguroso y previsto para cualquier medicamento”.
Lo que ha pasado con las reacciones alérgicas es, en todo caso, algo perfectamente esperable. “Las vacunas de tecnología ARN mensajero como la de Pfizer son reactogénicas”; explica Juan Ayllon, virólogo y director de Salud Pública de la Universidad de Burgos. “Es un terreno inexplorado. Funcionan muy bien, y seguramente tenga que ver con eso: si tienes sensación de malestar un día después de ponértela, quiere decir que tu cuerpo está reaccionando al mensaje que le manda la vacuna. Pero todo esto hay que comunicarlo bien”. En este sentido, Miriam Alía, experta en vacunas de Médicos Sin Fronteras (MSF), indica que es diferente “una reacción alérgica, que es algo personal porque cada uno podemos ser alérgicos a algo; y reacciones secundarias, que es a cuántas personas les duele la cabeza, o tienen dolor donde el pinchazo”. Las reacciones secundarias “son comunes, y cuanto mejor estén descritas, mejor se puede informar al paciente de cómo pueden aparecer. También para saber que si lo que te pasa es otra cosa, vayas al médico, porque igual no es por la vacuna. Por todo eso, esta fase 4 que comienza es importante”.
… pero no sobre la eficacia
Pero un mes no será suficiente para tener más datos acerca de la eficacia, sobre su alcance, o sobre cuánto dura la inmunidad que aporta la vacuna. Los ensayos clínicos de Pfizer han reportado alrededor de un 95% de eficacia, y “un mes es poco tiempo para ver si se cumple. Para eso, lo que se necesita es precisamente tiempo”, señala Isabel Sola. Y prosigue: “Es la razón por la que los ensayos clínicos continúan durante 2 años. Y se siguen tomando muestras para determinar la duración de la inmunidad: 1 año, 18 meses, 2 años… La respuesta inmune tarda un mínimo de tres semanas en aparecer. Pero luego analizarla depende de factores como que la gente se exponga al virus”.
¿Se podría hacer un estudio de seroprevalencia para detectar anticuerpos en la población y ver su efecto? “Eso se tiene que plantear a nivel país. En España, que lo tenemos de la primera ola y ahora vamos a tener una nueva oleada, será muy interesante ver los datos cuando comiencen las vacunaciones, ver cómo evoluciona la inmunidad colectiva. Pero son estudios de salud pública que, de nuevo, necesitan tiempo”, contesta Sola. Ayllón también es tajante con esto: “No se va a vacunar a tanta gente de aquí a un mes como para tener resultados sobre esto. Y tampoco se va a tener capacidad para analizarlos”.
La logística, mejor sobre el terreno
Durante este mes también se va a comprobar la logística. La que impone el suero de Pfizer es especialmente complicada por la necesidad de esos contenedores a -70 grados. “La logística es, junto a la seguridad, lo más relevante que vamos a poder ver de Reino Unido”, sintetiza Sola. “Ahí han tenido que reorganizar la vacunación en residencias y decir que primero en hospitales, donde disponen de sistemas de frío. Siempre se aprende de la experiencia: por mucho que conozcas las características, cuando empiezas a vacunar es cuando encuentras los problemas reales”, continúa la investigadora. “Como toda operación logística complicada, hay un montón de imprevistos que por mucho que hayas pensado, no se te han ocurrido hasta que hay contacto con el enemigo. En Reino Unido van a solucionar la pandemia quizá los primeros, o al menos empiezan un mes antes; pero también van a tener que lidiar con los problemas los primeros”, matiza Juan Ayllón.
Miriam Alía, que como parte de MSF ha participado en la vacunación contra el ébola (dosis que requieren una conservación muy similar en ultracongeladores), abunda en que esas dificultades se verán sobre la marcha, porque el problema no es tanto la conservación sino la descongelación: “Hacen falta neveras intermedias, no se puede pasar de golpe de -70 a neveras normales en las que las dosis aguantan 5 días. Los viales estallarían. Y es complejo”. Por eso, más allá de que Pfizer se encargue de la distribución, hacen falta protocolos que detallen a los sanitarios encargados de ponerlas cómo hacerlo, con qué materiales, con qué tiempos… y de nuevo, se verá mejor sobre el terreno.
La logística posible en España y el resto de países de la UE tiene otra parte buena: quizá en enero lleguen varias vacunas a la vez –Moderna y AstraZeneca, esta última con una conservación normal, no en ultrafrío– y se pueda destinar cada una a un uso. Es decir, las que sean más fáciles de transportar, a residencias; las que necesiten frío, a centros de salud preparados. Desde la Asociación Española de Vacunología llamaban a preparar planes en ese sentido, y a aprovechar la ventana de oportunidad de los 5 días que la de Pfizer aguanta a temperatura normal. “Idealmente, quizá lo mejor es ir primero a residencias. Pero antes hay que revisar de forma realista los medios. Y entonces, buscar alternativas ingeniosas, creativas”, resume Alía. Ella y Ayllón destacan, eso sí, que estas vacunas tan complejas darán una primera solución a los países desarrollados, pero no podrán alcanzar a los países pobres que no cuentan con las estructuras necesarias para subsanar todos estos hándicaps –Pfizer por ahora no está incluida en COVAX, la plataforma de la ONU que repartirá dosis entre países con menos recursos, por este motivo–.
Sí será algo bueno para la opinión pública
Juan Ayllón ve algo muy positivo en el hecho de que Reino Unido haya empezado antes: “Que la gente, cuando vea que muchos ingleses se la han puesto, y están vivos y bien, pierda aprensión a ponérsela. No creo que vayamos a tener tantas novedades sobre la seguridad a nivel de relevancia científica, pero en una crisis de salud pública como esta, la opinión de la gente no es nada menor”. Recientemente el CIS revelaba que más de la mitad de los españoles tiene dudas acerca de ponerse la vacuna “inmediatamente”. El Gobierno espera que las tendencias cambien una vez se vean los efectos y que no pasa nada.
Alía matiza sobre esto que “en un mundo globalizado, todo lo que pasa nos afecta. Si Reino Unido es un ejemplo de éxito adelantado, nos ayudará, tiene un perfil muy parecido al nuestro, como las residencias afectadas. Pero se está fallando en educación para la salud, y tenemos que empezar ya. Que funcione en Reino Unido no exime de que haya que seguir trabajando de forma transparente transmitiendo la información”. Y termina: “No tengo claro si la gente prefiere ser la primera en vacunarse por salir ya de este agujero, o prefiere ser segunda para tener así menos miedo”.