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La beatificación de 522 religiosos en Tarragona se consuma sin mención a las víctimas republicanas

Agencias

El prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos, el cardenal Angelo Amato, ha destacado este domingo que la Iglesia “no busca culpables” con la beatificación de 522 mártires del siglo XX que murieron en España en los años 30 y sin mención alguna a las víctimas del bando republicano durante la guerra civil.

En su homilía en la celebración solemne en el Complejo Educativo de Tarragona, a la que han asistido diversas autoridades, como los ministros de Justicia e Interior, Alberto Ruiz Gallardón y Jorge Fernández Díaz, ha defendido que la Iglesia es “casa del perdón” y que, con este gesto, quiere glorificar a estos testigos heroicos del Evangelio.

“En el periodo oscuro de la hostilidad anticatólica de los años 30, vuestra noble nación fue envuelta en la niebla diabólica de una ideología” que anuló a millares de ciudadanos pacíficos, incendiando iglesias y símbolos religiosos, cerrando conventos, escuelas católicas y destruyendo parte del patrimonio, ha añadido.

El cardenal ha subrayado que los mártires no fueron caídos de la Guerra Civil, sino “víctimas de una radical persecución religiosa, que se proponía el exterminio programado de la Iglesia”, y estos mártires no eran provocadores sino personas pacíficas.

Para Amato, el acto, al que han acudido más de 25.000 peregrinos, es una “fiesta de la celebración, del perdón dado y recibido”, y ha remarcado que esta celebración quiere gritar fuertemente al mundo que la Humanidad necesita paz, y nada puede justificar la guerra, el odio fratricida y la muerte del prójimo.

Amato ha indicado que los mártires se opusieron al furor del mal, como un muro se opone a “la violencia monstruosa de un tsunami”, y que la Iglesia invita también a los perseguidores a no temer la conversión, a no tener miedo del bien y a rechazar el mal.

Además, ha dicho “España es una tierra bendecida por la sangre de los mártires”, y ha recordado que la Iglesia ha beatificado en 14 ceremonias a más de 1.000 católicos víctimas de la persecución religiosa de los años 30.

Críticas a la celebración

La beatificación, la más grande de la historia de la Iglesia en España, ha indignado a muchos vecinos, a colectivos y entidades, a algunos partidos políticos y hasta a católicos de base, no porque estén en contra de que se rinda homenaje a figuras eclesiásticas que fueron asesinadas durante la Guerra Civil, sino porque lo consideran un agravio respecto a las víctimas republicanas, muchas de ellas todavía en paradero desconocido.

Pero no solo eso. Quienes se oponen al acto coinciden al esgrimir dos quejas más que apuntan directamente a la jerarquía eclesiástica. Por un lado, “la Iglesia, y en concreto el episcopado español, no estarán legitimados moralmente para llevar a cabo actos como este hasta que no pidan perdón a la sociedad por haber colaborado con un régimen dictatorial y por los años de represión”, expresa Josep Termes, portavoz de Església Plural, colectivo católico crítico con la institución y con las beatificaciones.

Por otro lado, también indigna que “la Conferencia Episcopal -organizadora del acto- ha sido principalmente uno de los actores del bloqueo de la recuperación de la memoria histórica”, indica Teresa Fortuny, representante de la Coordinadora por la Laicidad y la Dignidad de Tarragona, plataforma creada con el objetivo concreto de tratar de evitar la celebración de las beatificaciones en la ciudad. Ante el papel de la Iglesia, Fortuny añade: “Deberían aprovechar y pedir ellos perdón a las víctimas que ahora están beatificando, porque murieron por su culpa”.

Mensaje de papa

El papa Francisco ha exhortado este domingo a los peregrinos que han acudido a la ceremonia de beatificación de 522 mártires del siglo XX a ser “cristianos con obras y no de palabras” para no ser cristianos mediocres.

En una conexión grabada desde el Vaticano y proyectada en el inicio de la celebración, el Papa ha retado a los presentes a tomar el ejemplo de los mártires y no ser “cristianos mediocres, cristianos barnizados de Cristianismo pero sin sustancia”.

“Siempre hay que morir un poco para salir de nosotros mismos, de nuestro egoísmo”, bienestar, pereza, y tristeza, ha dicho, y ha añadido la necesidad de abrirse a Dios y, especialmente, a los que más lo necesitan.