Un gigante portugués del papel se aprovecha de que España blinde los eucaliptos a pesar del daño ecológico
Invasión biológica versus economía. La resistencia prolongada de las administraciones a considerar oficialmente a los eucaliptos como una especie invasora ha convertido a España en la tierra prometida para los que cultivan este árbol de altos réditos económicos. La papelera portuguesa Navigator acaba de anunciar que está a la búsqueda de más suelo español donde crezcan eucaliptos que alimenten su producción ante las dificultades con las que topa en su país de origen.
La empresa lusa dijo en febrero de 2018 que descartaba expandirse y solo pretendía mantener su dimensión en España. Sin embargo, este mes de abril el presidente del grupo luso, Joao Castello Branco, ha explicado en ExpressoExpresso que rastrean unas 1.000 hectáreas extras en Galicia. Navigator es un gigante de la celulosa: facturó 1.600 millones de euros en 2018 con unos beneficios netos de 225 millones.
Tras acumular cientos de miles de hectáreas de plantaciones durante años (en Galicia la superficie se dobló entre 1998 y 2009, pero las hectáreas de monocultivo se multiplicaron por ocho, según los datos del Inventario Forestal), España y Portugal tienen hoy en día dos formas diferentes de aproximarse al eucalipto. En la península ibérica hay más de un millón de hectáreas de esta familia. La Estrategia Nacional Forestal lusa marca que no haya nuevas explotaciones dedicadas al cultivo de este árbol, al menos, hasta 2030. Es decir, 0% de crecimiento sobre las 810.000 hectáreas de eucaliptales admitidas. El Gobierno portugués puso el foco en las masas de eucaliptos tras la ola de incendios forestales que asoló el país en 2017 ante las críticas por la escasez de medios y falta de coordinación contra los fuegos.
En España, a pesar de que diferentes dictámenes científicos han señalado el carácter invasor y dañino de esta especie, los distintos gobiernos centrales y autonómicos han protegido más que contenido al eucalipto ante su extendido aprovechamiento económico. En 2004, el Atlas de Plantas Alóctonas Invasoras editado por el Ministerio de Medio Ambiente decía del eucalipto blanco: “Produce efectos muy negativos sobre el paisaje, desfigurándolo por completo al invadir bosques y matorrales y sustituir sus plantaciones a la vegetación”. Pero, al no catalogarse finalmente como invasor, puede gestionarse como materia prima forestal.
La situación ha llegado a un punto en el que los jueces del Tribunal Superior de Justicia de Madrid están dirimiendo actualmente si este árbol puede incorporarse al listado de flora invasora (lo que haría casi imposible su aprovechamiento económico). Resuelven el recurso presentado por el Concello gallego de Teo contra la resolución del Gobierno de Mariano Rajoy que rechazó en 2018 considerar al eucalipto invasor.
Entonces, el Ejecutivo popular ponderó los criterios económicos para desestimar la petición. Obligado a solicitar un informe al Comité Científico del Ministerio de Medio Ambiente por la petición formal del municipio gallego, ese dictamen calificó al árbol como invasor. Medio Ambiente echó mano de otro informe ministerial para vaciar de contenido el del comité: “El eucalipto representa el 18% de la superficie forestal de Galicia, pero aporta el 60% de los ingresos a más de 80.000 propietarios forestales y a miles de trabajadores rurales y a cientos de empresas”. Y añadió un contra informe firmado por el ingeniero de montes Luis Alfonso Gil que decía cosas como que “considerar [los eucaliptos] como una especie invasora” era “una prueba más de la inmadurez y desinformación de la sociedad actual”.
El Concello de Teo llevó esta resolución a los tribunales. En el proceso se han ido personando como codemandadas, además del Estado, la Xunta de Galicia, la Junta de Andalucía, el Gobierno de Asturias y el de Cantabria. El eucalipto no es un asunto solo gallego.
Los eucaliptales son la principal formación arbolada de Cantabria. Ocupan un quinto de toda la superficie forestal con unas 42.000 hectáreas. El Ejecutivo regional calcula que “el valor de la madera en pie de eucalipto aprovechada anualmente en la región se puede estimar por un volumen medio de 357.209 m a 29,8 euros/m”. Un total de 10.662.399 euros. Cantidad que se duplica al salir la madera de las factorías. En Asturias, estas plantaciones rondan las 60.000 hectáreas, un 20% del arbolado asturiano.
En Andalucía, la provincia de Huelva acapara la mayoría de las masas de eucalipto de la comunidad que superan las 150.000 hectáreas. La empresa española ENCE tiene en la provincia una planta de generación eléctrica de biomasa en la que la madera de eucalipto juega un papel crucial. Un estudio de 2017 de la Universidad de Huelva aseguraba que “su poder calorífico no difiere mucho de la encina o del pino, mientras que su producción es sostenible y más rentable”. En la investigación, eso sí, participaba la propia ENCE.
Según el análisis del medio natural andaluz recogido en su Plan de Incendios Forestales, “en Huelva, estas plantaciones, que suponen el 87% del total de los eucaliptos de Andalucía, llegan a constituir la casi totalidad del arbolado de frondosas, a excepción de los territorios cubiertos por castaños y Quercus [encinas, alcornoques] en la Sierra de Aracena y sectores del Andévalo”. 32.665 hectáreas de eucalipto crecen en espacios naturales protegidos de esta provincia, entre ellos el entorno de Doñana, según un recuento del CSIC. Al fin y al cabo, “la acción antrópica [humana] ha creado bosques procedentes de repoblaciones artificiales, donde predominan especies de pinos y eucaliptos”, remata el análisis contra incendios.
El Ejecutivo se defiende
La Abogacía del Estado defendió el 18 de diciembre pasado las resoluciones que negaban que el eucalipto suponga una invasión biológica. Y especificó que el Ministerio había contradicho “justificada y motivadamente” el dictamen científico: “Las plantaciones de eucalipto están sometidas a una estricta regulación. No existen evidencias en España de masas que no hayan sido plantadas previamente. No existe base ni consenso científico para su declaración”, adujo.
La Xunta de Galicia ha incorporado en el proceso un escrito en el que asegura que “La naturalidad o seminaturalidad de los hábitats objeto de plantaciones de eucaliptos en Galicia es escaso o nulo”. Es decir, que los árboles se han plantado en áreas ya desnaturalizadas. “Vienen a decir que no hay mucho que hacer porque ya están muy asentados. Es casi obsceno”, dice Conchi García, concejal de Teo. “La dispersión no es por un carácter invasor. Radica en su alta rentabilidad económica a través de plantaciones buscando en la explotación forestal una rentabilidad complementaria a la economía familiar”, remata el escrito de la Xunta.
El recientemente renovado Plan Forestal gallego (de julio de 2018) admite que se ha superado la superficie que se había proyectado en 1992 para las plantaciones eucaliptales: de 245.000 a 307.000 hectáreas. Y que se añadirán entre 25.000 y 30.000 más. El consejero de Medio Rural, José González, repitió el 10 de abril que esa superficie es “prácticamente la misma que en 2008”. Omitió, eso sí, las masas de árboles de especies mezcladas en las que eucalipto+pino o eucalipto+roble ocupan 125.000 hectáreas de monte gallego.