Las pruebas de la responsabilidad franquista en la deportación de españoles a campos nazis, a 75 años de su liberación

El 5 de mayo de 1945 una unidad del Ejército estadounidense liberó el campo de concentración nazi de Mauthausen, llamado “el campo de los españoles” debido al gran número de compatriotas que sufrieron y/o perecieron tras sus alambradas. La liberación no fue un acto premeditado y tuvo poco de épico. Un pelotón de 23 hombres, liderado por el sargento Kosiek, se topó por casualidad con el recinto mientras realizaba una misión rutinaria de reconocimiento. Los SS habían huido y dejado la custodia de decenas de miles de famélicos prisioneros a un asustado grupo de policías de Viena que no tardaron ni un segundo en rendirse.

Los libertadores apenas estuvieron cuatro horas en el recinto porque recibieron la orden de regresar a su base con los cuatro únicos prisioneros estadounidenses y británicos que había en el campo. El resto de los “liberados”, un ejército de hombres y mujeres enfermos, desesperados y hambrientos, quedaron abandonados entre un océano de cadáveres. Afortunadamente, la organización clandestina internacional, creada por los propios prisioneros españoles durante su cautiverio, se hizo con un arsenal de armas y mantuvo un cierto orden hasta que, casi 24 horas después, llegó el grueso de las tropas estadounidenses. La pesadilla había terminado.

Mauthausen fue el último campo de concentración nazi en ser liberado. Su importancia histórica para nuestro país no fue reconocida hasta el pasado año. Desde 2019, el 5 de mayo es considerado oficialmente el Día de Homenaje a los españoles deportados y fallecidos en campos de concentración y a todas las víctimas españolas del nazismo. Más de 9.300 de nuestros compatriotas, de los cuales al menos 300 eran mujeres, sufrieron años de cautiverio en los campos de la muerte de Hitler.

5.500 de ellos perecieron en ellos de la misma forma que los judíos, los gitanos, los soviéticos, los testigos de Jehová o los homosexuales: en la cámara de gas, ahorcados, apaleados, en macabros experimentos médicos, devorados por los perros, de hambre, de todo tipo de enfermedades… Mauthausen y su letal subcampo de Gusen son el símbolo de la deportación española porque por ellos pasó el 80% del total: más de 7.500 hombres y mujeres. El resto se repartió por Dachau (756), Buchenwald (636), Ravensbrück, Bergen Belsen, Auschwitz, Flossenbürg, Natzweiler, Neuengamme, Sttuthof, Sachsenhausen…

Deportados por Franco, Hitler y Pètain

Investigadores y asociaciones de Memoria Histórica coinciden en denunciar que el olvido que han sufrido estas víctimas españolas del nazismo por parte de nuestra democracia obedece a una única razón: también son víctimas del franquismo. La documentación que se conserva en los archivos demuestra que estos hombres y mujeres acabaron en los campos nazis por obra y gracia de un triángulo político formado por Francisco Franco, Adolf Hitler y Philippe Pétain, el líder de la Francia colaboracionista. Sin embargo, en la graduación de responsabilidades el dictador español aparece destacado en primer lugar. Estas son algunas de las pruebas.

1. El contexto. El régimen franquista nació de la mano de Hitler. Agentes del partido nazi alemán participaron, aunque no de forma decisiva, en la preparación del golpe de Estado del 18 de julio. El Ejército alemán sí fue decisivo en el triunfo de Franco en la posterior guerra que acabó con la democracia republicana. Berlín y Madrid mantuvieron una estrechísima relación y una colaboración permanente en la represión de los disidentes políticos.

2. El 31 de julio de 1938 la Gestapo y la policía franquista firmaron un acuerdo de colaboración que incluía el intercambio de información y la entrega mutua de detenidos.

3. En 1939, Paul Winzer, comandante de las SS, dirigió cursos de adiestramiento de la policía política española.

4. En el mismo momento en el que Alemania completó la invasión de Francia, en junio de 1940, el entonces ministro de la Gobernación franquista, Ramón Serrano Suñer, envió a Berlín listados de dirigentes republicanos refugiados en ese país. Agentes de la policía española cruzaron la frontera para colaborar con la Gestapo y los colaboracionistas franceses en la persecución de estos opositores. Varios de ellos, como el presidente de la Generalitat Lluís Companys o los exministros Joan Peiró y Julián Zugazagoitia, fueron llevados a España, encarcelados, torturados, juzgados y fusilados.

5. En esos momentos había cerca de 250.000 refugiados españoles en Francia. Según consta en los telegramas enviados a Serrano Suñer por los diplomáticos españoles, las autoridades alemanas preguntaron a los embajadores y cónsules franquistas qué debían hacer con esos hombres, mujeres y niños. La respuesta de Madrid fue siempre la misma y se resume en el telegrama que Serrano Suñer envió el 9 de julio de 1940 a su cónsul en Hendaya: “Cabría designar nominativamente las personas que ese Ministerio desee sean traídas a España de entre la masa de refugiados, desinteresándonos totalmente del resto”. El régimen franquista, por tanto, daba un cheque en blanco a Hitler para hacer lo que quisiera con ellos. Menos de un mes después, el 6 de agosto, llegaban a Mauthausen los primeros españoles.

6. Aunque las deportaciones ya habían comenzado, la Embajada de Alemania en Madrid dirigió varias cartas al Ministerio de Asuntos Exteriores preguntando expresamente por un grupo de civiles españoles que se encontraban en un campo de refugiados de la localidad francesa de Angulema: “Rogarle que comunique si el Gobierno español está dispuesto a hacerse cargo de 2000 (dos mil) españoles rojos que actualmente se hallan internados en AngouleÌ‚me (Francia)”, decía la misiva. La Embajada mandó tres cartas más en la misma línea. No consta cuál fue la respuesta. O fue verbal o, si fue por escrito, debió ser posteriormente destruida. Aún así, sabemos cuál fue el sentido de la misma porque el Ejército nazi subió a los españoles de Angulema a un tren de ganado y los envió al campo de concentración de Mauthausen.

7. El grueso de los españoles que acabaron deportados a los campos de concentración nazis se habían alistado en unidades del Ejército francés y fueron capturados por las tropas alemanas junto a cientos de miles de soldados galos, holandeses o británicos. Todos ellos, tal y como marcaban las leyes internacionales, fueron considerados prisioneros de guerra y encerrados en campos en los que se respetaban, más o menos, los derechos humanos.

Aunque, tal y como se ha dicho, las primeras deportaciones empezaron en agosto de 1940, el proceso se oficializó en el mes de septiembre. Serrano Suñer visitó Berlín, donde se reunió con Hitler, con Himmler y con el jefe del Departamento Central de Seguridad del Reich (RSHA), Reinhard Heydrich. El 25 de septiembre, el día que el cuñado de Franco y hombre fuerte del régimen finalizó su visita, la RSHA cursó una orden a todas las oficinas de la Gestapo en la Europa ocupada. En ella se ordenaba a sus agentes que acudieran a los campos de prisioneros de guerra para sacar de allí a los españoles, y solo a los españoles, y los enviaran a campos de concentración. La orden se ejecutó inmediatamente.

8. El régimen franquista estuvo informado sobre lo que ocurría en Mauthausen. El cónsul español en Viena, Guillermo Pecker y Cardona, mantuvo una fluida comunicación con los oficiales de las SS que dirigían el campo de concentración. En los archivos alemanes se conservan los mensajes que intercambió con ellos para pedir datos sobre los prisioneros e incluso recibió los objetos personales de algunos de los asesinados.

9. Franco podía decidir sobre la suerte de los prisioneros. En el verano de 1941 el dictador atendió la petición de dos familias de deportados que tenían contactos en la cúpula del régimen. Joan Bautista Nos Fibla y Fernando Pindado fueron liberados de Mauthausen en el mes de agosto y enviados a España, donde se les prohibió hablar de lo que habían visto en el campo de concentración. Hubo, al menos, otras tres peticiones de liberación cursadas desde Madrid, pero llegaron demasiado tarde. La respuesta de Berlín fue la siguiente: “El mencionado prisionero ha fallecido en Mauthausen”.

10. Contexto final. Hitler no actuó nunca, de forma colectiva, contra ciudadanos de naciones aliadas sin el permiso de sus líderes. No lo hizo ni siquiera en su obsesiva persecución de la comunidad judía. En enero de 1943 Berlín dio un plazo de tres meses a Italia, Portugal, España y otras naciones amigas para repatriar, si querían, a “sus judíos” y así evitar que acabaran en las cámaras de gas de los campos de exterminio. La falta de interés de las autoridades españolas ante esta oportunidad de salvar vidas fue solo una de las numerosas acciones de la complicidad franquista con el Holocausto que ya detalló eldiario.es en una amplia información.

Estas víctimas, estos olvidados de nuestra Historia, no podrán recibir este año un homenaje presencial. La pandemia ha provocado que se suspendan los actos previstos en España y en Mauthausen para conmemorar este 75º aniversario de la liberación. Aún así, la recientemente creada sección Triángulo Azul de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica ha organizado un homenaje-coloquio virtual, este martes a las 20.15 horas, en el que participarán familiares de los deportados e investigadores como Benito Bermejo, que se podrá seguir en el canal de Youtube de la ARMH.

El domingo, día 10 a las 11 horas, se celebrará una ceremonia virtual internacional organizada por el Comité Austriaco de Mauthausen en el que participarán supervivientes y asociaciones de todo el planeta, que se podrá seguir desde la web de los organizadores.

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