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La minoría rohingya pide la intervención de las fuerzas de la ONU en Birmania

EFE

Bangkok —

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La Asociación de Birmanos de la Etnia Rohingya con sede en Tailandia ha pedido la intervención de las fuerzas de paz de la ONU en Birmania, para garantizar la seguridad de esta minoría musulmana que denuncia su persecución.

“Lo que ha hecho el Gobierno birmano contra los rohingya es un genocidio, intentan eliminarnos del país. Por eso pido una reunión urgente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para desplegar a las fuerzas de paz de la ONU”, dijo a Efe el presidente de la organización, Maung Kyaw Nu.

El año pasado, entre al menos 200 personas murieron y decenas de miles fueron desplazadas a raíz de la violencia sectaria que se desató entre los pobladores de la tribu rohingya y de la comunidad budista que habita el estado Rakhine, en el oeste de Birmania (Myanmar).

Aunque no facilitó un número concreto de muertos, Maung aseguró que este, sobre todo del lado rohingya, es mucho mayor al que se maneja e insistió en que las fuerzas de seguridad birmanas actuaron en medio de ola de violencia contra los miembros de la minoría.

“El Gobierno birmano no nos protegió cuando sus soldados y policías apoyados por elementos racistas quemaban nuestras casas y violaban a nuestras mujeres”, denunció el líder rohingya, huido de su país desde que en 2004 fue acusado de activismo político.

El detonante de los disturbios, durante los que fueron destruidas más de 2.000 hogares y edificios religiosos y públicos, fue el hallazgo del cadáver de una mujer budista violada y asesinada por, supuestamente, tres musulmanes de la tribu rohingya, el 28 de mayo de 2011.

Tras la muerte de la mujer y antes de la detención de los tres presuntos responsables, el 3 de junio de ese año una muchedumbre integrada por birmanos de credo budista asaltó un autobús y asesinó a diez musulmanes que relacionó con los culpables del asesinato.

El Gobierno puso fin a la violencia con la declaración del estado de excepción siete días más tarde, pero en octubre un nuevo brote de violencia causó al menos 80 muertos, varios miles de desplazados y barrios enteros quemados, principalmente habitados por la minoría rohingya.

“Más de 100.000 rohingya están en campos de desplazados en Rakhine. No tienen derecho a desplazarse ni a trabajar, por eso arriesgan su vida y se embarcan hacia India, Tailandia, Malasia o Indonesia”, aseveró el dirigente de la organización.

Desde hace unas semanas, el Ejército tailandés asiste con comida y agua a las embarcaciones con refugiados rohingya que alcanzan las costas de Tailandia, aunque poco después les expulsa y obliga a reanudar la travesía en la misma barca en la que llegaron.

El pasado junio eran cerca de un millar los inmigrantes rohingya acogidos en Tailandia y a la espera de que el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados decida su futuro.

Tras los disturbios, existe un rechazo generalizado contra los rohingya en Rakhine, principalmente por parte de los budistas locales.

En noviembre, Médicos sin Fronteras anunció que abandonaba Birmania en respuesta a las amenazas recibidas por los cooperantes de las distintas organizaciones internacionales que prestan ayuda a la comunidad musulmana, principalmente por parte de grupos extremistas rakhine.

“Para mí los responsables son el Gobierno militar y algunos rahine racistas. Por eso pido la intervención de la ONU, aunque sé que no tiene fuerza sin la recomendación de Estados Unidos, China y Rusia”, aseveró Maung.

El dirigente rohingya indicó que su comunidad ha recibido ayuda de Arabia Saudí, Pakistán e Indonesia, principalmente, al tiempo que criticó a la Nobel de la paz y líder opositora birmana, Aung San Suu Kyi, por su “silencio”.

“Aung San Suu Kyi habla de derechos humanos en general, pero desde que entró a formar parte del Parlamento, no ha defendido los derechos de los rohingya”, sentenció.

El Gobierno birmano, que emprendió una serie de reformas democráticas tras la disolución de la Junta Militar en 2011, se ha comprometido a encontrar una solución a la crisis en el estado Rakhine, aunque el principal problema es el estatus legal de los rohingya.

Unos 800.000 musulmanes de esta etnia viven en Birmania, la mayoría entre los 3,5 millones de habitantes de Rakhine, aunque las autoridades no los reconocen como ciudadanos y mantienen que son inmigrantes de la vecina Bangladesh.

Esta comunidad, considerada apátrida por la ONU, tampoco está reconocida en Bangladesh, donde unos 300.000 rohingya viven hacinados en campos de refugiados.

Gaspar Ruiz-Canela